La ‘Oferta’ de Nintendo: La Carcajada Final Es Tuya

La 'Oferta' de Nintendo: La Carcajada Final Es Tuya

La ‘Oferta’ de Nintendo: La Carcajada Final Es Tuya

El Ritual Anual de la ‘Generosidad’ Corporativa

Ay, el Buen Fin. O Black Friday, como le quieran llamar nuestros vecinos. Esa época sagrada del año en que los titanes de la industria, en su infinita sabiduría y con una bondad que conmueve hasta las lágrimas, deciden aflojar un poquito la mano para que unas cuantas monedas de oro se les escapen y caigan en las palmas extendidas de nosotros, el pueblo agradecido. ¿Y quién preside este circo de descuentos actuados? Pues quién más que Nintendo, el titiritero maestro de nuestras infancias, que llega para ofrecernos una oferta que, según ellos, no podemos rechazar. ¡Están bajando los precios! ¡Hasta 50% de descuento! Qué chulada de época para estar vivo. ¿O no?

A ver, no nos hagamos tontos. Esto no es caridad. Es una purga. Es el equivalente a sacar todos los tiliches del garage antes de mudarte a una mansión nueva en las Lomas. Lo que estamos viendo no es una fiesta para el consumidor, sino una liquidación meticulosamente calculada de inventario digital que ha estado a un precio francamente gandalla durante años, un precio que desafía toda lógica y las reglas del mercado, justo antes de que lo vuelvan obsoleto con su próxima consola.

Esto no es una oferta. Es una operación psicológica.

El Evangelio del Precio Eterno

Nintendo ha pasado décadas construyendo un aura de prestigio intocable, la creencia de que sus juegos principales no son simples productos, sino obras de arte atemporales que están exentas de las leyes de la depreciación económica. Un juego de Ubisoft de hace cinco años ya está en la canasta de ofertas a 200 pesos. Un Call of Duty de hace cinco años es un fantasma digital. ¿Pero un juego de Mario de hace cinco años? ¡No, señor, esa sigue siendo una experiencia premium de $1,200 pesitos! ¡Ni se te ocurra cuestionarlo! Han condicionado a toda una generación de jugadores a aceptar esto como si fuera la palabra de Dios. Han convertido la nostalgia en una estrategia de precios tan brutalmente efectiva que debería enseñarse en el ITAM.

Así que cuando por fin, POR FIN, se dignan a rebajarle 400 pesos al *The Legend of Zelda: Breath of the Wild* —una obra maestra, sí, pero una obra maestra del 2017— el internet explota en un coro de alabanzas. La gente corre a sus Switches, con la cartera abierta, dándole las gracias a los dioses de Kioto por su piedad. ¡Agradeciéndoles! ¿Por qué? ¿Por cobrar un precio ligeramente menos absurdo por un juego que ya tiene edad para ir en la primaria?

Es una locura. Una reverenda locura.

Esto no es un descuento; es una corrección. Es Nintendo alineando brevemente sus precios con la realidad del mundo antes de regresar de un chasquido a su propia dimensión de exclusividad. Ellos crearon la enfermedad —los precios artificialmente inflados y la escasez de ofertas— y ahora te están vendiendo la “cura” por una semanita. Y todos estamos haciendo fila para recibir nuestra dosis, ¿a que sí?

Analizando las ‘Gangas’ con Lupa

Vamos a desmenuzar este numerito del “hasta 50% de descuento”. Los descuentos que acaparan los titulares casi siempre son para juegos indie de otras compañías que, seamos honestos, están en oferta cada quince días en Steam con un 75% de descuento. El evento principal, los juegos de la casa, los de Nintendo, reciben rebajas mucho más modestas. Unos 500 pesos menos por aquí, quizás 400 por allá. Un juego que ha vendido 30 millones de copias ahora está disponible por el módico precio de $799. ¡Qué ofertón! ¡No manches!

¿Sienten la generosidad? ¿Huelen el espíritu navideño?

Esto es como si Carlos Slim te aventara una moneda de diez pesos y esperara que le compusieras una canción en su honor. El costo de producir otra copia digital de *Mario Kart 8 Deluxe* es cero. Absolutamente nada. Cada peso que ganan con ese juego, casi una década después de su lanzamiento original en el Wii U, es ganancia pura y limpia. Y aun así se aferran a ese precio de $1,200 como si su vida dependiera de ello, tratando cualquier rebaja temporal como un sacrificio monumental.

Es puro teatro. Y del bueno. Saben que su público es cautivo, leal hasta la médula y hambriento de cualquier cosa que parezca una oferta. Saben que la rareza de una venta de Nintendo convierte al evento mismo en el producto. No solo estás comprando un juego; estás comprando la *sensación* de que le ganaste al sistema comprando un juego de Nintendo con descuento. Es una emoción fabricada.

La Sombra Inminente del ‘Switch 2’

¿Y por qué ahora? ¿Por qué este repentino y atípico acto de bondad? Los datos mencionan un “Switch 2”. A ver, vamos a atar cabos, ¿no? El Switch actual es una maravilla tecnológica de su tiempo, pero su tiempo se está acabando. Ya le cuesta trabajo correr los juegos modernos. Un sucesor no es solo probable; es inevitable. Ya viene en camino.

Esta venta es una liquidación de fin de temporada.

Nintendo necesita exprimir al máximo las ventas de software en la plataforma actual antes de que llegue la novedad. Necesitan sacarle hasta el último centavo a la base de usuarios existente. Esta venta es un último atraco, una campaña brillantemente orquestada para que llenes tu tarjeta de memoria con juegos que pronto se sentirán viejos y lentos en el segundo que se anuncie el “Switch 2” (o como sea que le pongan a su nueva maquinita mágica). Están limpiando la casa. Están jugando ajedrez, y tus $800 por una copia de *Super Smash Bros. Ultimate* de 2018 son solo un peón insignificante en su tablero global.

Te enganchan ahora, hacen que inviertas en su ecosistema, y luego te presentan la nueva y brillante consola. ¿Y la retrocompatibilidad? ¿Todos esos juegos digitales que acabas de comprar en “oferta” van a funcionar? Quizás. O quizás no. Nintendo tiene una historia… digamos, *caprichosa* con ese tema. ¿A poco no es emocionante la incertidumbre?

La Iglesia de la ‘N’ Roja

De verdad, uno tiene que admirar la lealtad de marca que comanda Nintendo. Es un nivel de devoción que otras compañías matarían por tener. La gente hará filas por horas, pagará precios exorbitantes y defenderá las prácticas más abusivas de la compañía con un fervor normalmente reservado para el América o la Selección. Es un culto. Un culto divertido y colorido con excelentes plomeros y princesas, pero un culto al fin y al cabo.

¿Y de dónde sale esto? Fácil. Nos inyectaron la felicidad directamente en las venas cuando éramos niños. Mario. Zelda. Pokémon. No son solo juegos; son pilares de nuestra historia personal. Están ligados a recuerdos de Navidades y cumpleaños y tardes de verano sin hacer nada. Y Nintendo lo sabe. Usan esa conexión emocional con una precisión de cirujano. Cuestionar sus precios se siente como si estuvieras traicionando tus propios recuerdos felices.

Así que cuando llega la oferta, los fieles se regocijan. Es una señal divina. El hecho de que los dioses estén planeando simultáneamente volver obsoleto tu templo es un detallito que es mejor no analizar mucho.

Así que adelante. Compra ese juego que has querido por cinco años a un precio que es simplemente caro en lugar de criminalmente caro. Siente la adrenalina. Pero mientras ves esa barrita de descarga llenarse, solo hazte una pregunta: ¿Realmente estás aprovechando una buena oferta, o solo estás interpretando el papel que te escribieron hace años en una sala de juntas en Kioto?

La casa siempre gana. Especialmente cuando la casa es un castillo.

La 'Oferta' de Nintendo: La Carcajada Final Es Tuya

Publicar comentario