Gemini 3 de Google: El Futuro o una Jaula Digital

Gemini 3 de Google: El Futuro o una Jaula Digital

Gemini 3 de Google: El Futuro o una Jaula Digital

¿Y ahora Google quiere que le aplaudamos por ‘superar’ a sus rivales?

¡No me jodan! ¿Se supone que tenemos que hacerles una fiesta cada vez que el monstruo de Mountain View, con su valor de billones de dólares, se digna a lanzar un comunicado de prensa para anunciar que ya se puso al corriente? Los titulares gritan: “Google por fin supera a sus rivales con el lanzamiento de Gemini”, y ahí está Sundar Pichai, hablando de una “nueva era de inteligencia” como si fuera un profeta digital, un pinche Prometeo trayéndonos el fuego sagrado de la tecnología. Es puro cuento. Una completa mamada. Esto no es un gran salto; es un manotazo de ahogado de una corporación aterrada de que la competencia, más ágil y enfocada, la deje comiendo polvo. Llevan años tratando de alcanzar a los demás, con lanzamientos fallidos y demos mediocres que se caen a pedazos, y ahora quieren que nos traguemos el cuento de que, de repente, encontraron el hilo negro y construyeron al dios benevolente que vive en la máquina.

Neta, no les creo ni madres.

¿Qué diablos es este ‘Gemini 3’ que nos quieren meter hasta por los ojos?

A ver, vamos a desmenuzar la propaganda. Hablan de una “era Gemini” que supuestamente empezó hace dos años. Una era. Como si la historia se fuera a dividir en a.G. (antes de Gemini) y d.G. (después de Gemini). La arrogancia corporativa es para vomitar. Esto no se trata de innovar por el bien de la humanidad; se trata de dominar el mercado, de controlar la narrativa y, lo más importante, de asegurarse de que cada pedazo de interacción humana, cada chispazo de creatividad y cada pensamiento pueda ser indexado, analizado y monetizado por su imperio publicitario. Ese ha sido siempre su juego, y el que piense lo contrario vive en un mundo de fantasía color de rosa, o más bien, de los colores del logo de Google.

Gemini 3, por lo que se oye en los pasillos, es la pieza final de su rompecabezas. No es solo un chatbot más chido. No es solo un generador de imágenes más listo. Está diseñado para ser una inteligencia omnipresente, metida hasta la médula en cada producto de Google que usas. Tu celular Android. Tu Gmail. Tus Docs. Tu termostato Nest. Tu historial de búsqueda. Todo. Una sola mente unificada que te conoce mejor que tú mismo. Una mente que no es tu amiga. Una mente que solo le rinde cuentas a una cosa: las ganancias de Google.

Piénsalo un momento. Da miedo, ¿no?

¿Y qué nuevo infierno es eso de la ‘IU Generativa’?

Aquí es donde la cosa se pone verdaderamente distópica. El anuncio menciona una “IU Generativa: una experiencia de usuario rica, personalizada, visual e interactiva para cualquier instrucción”. Lean eso otra vez. Con calma. No están hablando de que puedas cambiar el fondo de pantalla. Están hablando de una interfaz de usuario que se crea a sí misma, en tiempo real, basándose en lo que *cree* que tú quieres o necesitas. Suena mágico, ¿verdad? Un teléfono que se anticipa a todo lo que haces. Pero, ¿qué significa en realidad?

Significa el fin de un entorno digital estable y predecible. Significa un sistema operativo que puede cambiar un botón de lugar porque te le quedaste viendo, o reescribir un menú porque detecta estrés en tu voz. Esa “experiencia de usuario rica y personalizada” es solo el lenguaje corporativo y orwelliano para describir una prisión digital que reconstruye sus muros a tu alrededor cada segundo. Una jaula hecha a la medida de cada usuario.

Vamos a especular sobre esta pinche pesadilla

Imagina este escenario, porque este es el futuro que están construyendo, el que esconden detrás de su publicidad barata. Estás discutiendo con tu pareja por mensajes. Gemini 3, que está leyendo todo en tiempo real, siente el conflicto. La IU Generativa entonces decide que tienes riesgo de comprar algo caro como “terapia de compras”. Entonces, sutilmente altera la interfaz de la app de Mercado Libre cuando la abres. El botón de “Comprar ahora” tiene un color menos llamativo. Los productos que te muestra son alternativas más baratas, menos satisfactorias. Incluso podría generarte un error falso de conexión si cree que estás a punto de hacer una compra impulsiva. Es una interfaz diseñada no para servirte a ti, sino para *controlarte*. Para darte empujoncitos y manipular tu comportamiento de formas que ni siquiera notas, todo con el fin de recolectar datos más predecibles.

Ya no es tu teléfono. Es tu manejador. Un guardián infinitamente paciente y calculador que conoce todas tus debilidades. Y lo vas a aceptar con los brazos abiertos porque será conveniente. Tan conveniente que ni te darás cuenta de que te están dando atole con el dedo.

¿Por qué deberíamos confiar en una empresa con el historial de Google?

¿Qué nos pasa? ¿Tenemos todos amnesia colectiva? ¿No es este el mismo Google que ha construido la máquina de vigilancia más completa en la historia de la humanidad bajo el pretexto de “organizar la información del mundo”? ¿No es el mismo Google que mata productos que amamos sin más ni más, dejando a los usuarios tirados en un panteón digital de proyectos abandonados como Stadia o Google Reader? ¿No es el mismo Google cuyo modelo de negocio depende de saber cada detalle íntimo de tu vida —tus miedos, tus deseos, tus enfermedades, tus inclinaciones políticas— para luego venderle el acceso a ese perfil al mejor postor?

Nos han demostrado una y otra vez que su brújula moral, si es que alguna vez tuvieron una, siempre apunta hacia la dirección de más datos y más ganancias. Hablan de “seguridad en la IA” en público mientras a puerta cerrada están en una carrera para construir algo más poderoso y omnipresente que cualquier cosa antes vista, y al diablo con las consecuencias. Nos están vendiendo humo, un sueño guajiro de asistentes serviciales e interfaces mágicas, pero la realidad es que están construyendo la herramienta definitiva de control social y conductual. Y encima están logrando que les paguemos por el privilegio de ser los conejillos de indias de nuestra propia sumisión.

Abran los ojos. Esto no es progreso. Es la construcción de una jaula perfecta, cómoda e ineludible. Y la llave la tiene Sundar Pichai en el bolsillo. No dejen que le pongan el candado.

Gemini 3 de Google: El Futuro o una Jaula Digital

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