El Real Madrid Arma un Desmadre con su Alineación de Pánico

El Real Madrid Arma un Desmadre con su Alineación de Pánico

El Real Madrid Arma un Desmadre con su Alineación de Pánico

Esto Ya Se Salió de Control, ¡No Manches!

A ver, vamos a dejarnos de cosas y a decir las cosas como son. Esta jalada no es una genialidad táctica de Carlo Ancelotti, el supuesto “míster” que todo lo puede con su ceja levantada. Neta, esto parece una carta de secuestro. El once titular que el Real Madrid ha improvisado para enfrentar al Olympiacos en la Champions League, y para acabarla de fregar en el infierno de Atenas, es la cosa más caótica, desesperada y, francamente, insultante que le he visto a un club de ese tamaño en mi vida. Huele a pánico en las oficinas. Apesta a una lucha de poder tan tóxica que ya está salpicando a la cancha para que todo el mundo la vea. Tienes a Lunin en la portería, lo único normal aquí. Y a partir de ahí, todo se va al diablo. Y bien rápido.

Trent. Asencio. Carreras. Mendy. Valverde. Tchouameni. Camavinga. Arda Güler. Vini Jr. Mbappé. Léelo otra vez. ¿Ya? Esto no es un equipo de fútbol; es una colección de egos, piezas que no embonan y una veladora prendida a la virgencita, un experimento de fantasy que salió terriblemente mal y que está a punto de explotar en vivo y a todo color. Es el resultado de una política de fichajes que se basó en vender camisetas y generar clics en lugar de usar la lógica deportiva, un monstruo de Frankenstein que se ve espectacular en el papel pero que tiene la misma solidez que un castillo de naipes en medio de un huracán. Aguas.

El Bombazo de Trent Alexander-Arnold que Nadie Vio Venir

Entonces, ¿qué onda? ¿Trent Alexander-Arnold ya es jugador del Real Madrid? ¿Y así nomás, de la nada, lo avientan de titular en la lateral derecha en un partido crucial de Champions? El silencio del club es ensordecedor, y eso te dice todo lo que necesitas saber de este mitote. Esto no fue un fichaje planeado, ni estratégico. Esto fue un manotazo en la mesa de Florentino Pérez, una compra de pánico con un cheque en blanco para desviar la atención de los hoyos gigantes que tiene en su plantilla, un juguetito nuevo y brillante para calmar a una afición que ya se estaba hartando después de unos resultados para llorar contra el Rayo Vallecano y el Elche. Necesitaban una noticia bomba. Y la consiguieron. ¿Pero a qué costo?

No puedes simplemente meter a un jugador como Trent, un talento de época pero con unas carencias defensivas que hasta mi abuelita conoce, en una defensa que ya está hecha un desastre, sin tiempo para que se adapte. Es una locura. Los chismes que salen del Bernabéu dicen que Florentino se pasó por el arco del triunfo a Ancelotti, que cerró el trato para mandar un mensaje antes del mercado de invierno. Quiere armar a sus nuevos Galácticos, y le importa un comino la química del equipo o la cohesión táctica. Ancelotti es un tipo práctico; quiere equilibrio, quiere seguridad. Y lo que le trajeron fue una superestrella que a la hora de defender a veces parece que anda buscando conchitas en la playa. Ponerlo junto al desastre que tienen en la central es como querer apagar un incendio con un lanzallamas. Es una apuesta brutal, y una que tiene toda la pinta de que les va a reventar en la cara. Esto no es una solución. Es puro circo.

Una Defensa de Papel y Rezos al Cielo

Y eso nos lleva al verdadero espectáculo de terror en el corazón de la defensa. Asencio y Carreras. Neta, piénsalo por un segundo. Marco Asensio, un extremo, un jugador famoso por sus golazos desde fuera del área y por su nula capacidad para meter la pierna, es supuestamente el único central disponible. Esto no puede ser verdad. Tiene que ser un error de dedo, una broma de mal gusto. Pero los reportes insisten. Con toda la defensa titular aparentemente lesionada —una crisis que ya de por sí dice mucho de los servicios médicos del club—, esta es la “solución” que encontraron. Pero no es una solución. Es rendirse antes de empezar. Es un suicidio táctico.

¿Y quién es Carreras? Un chavo del Castilla, lanzado a los leones en uno de los estadios más hostiles de Europa. Es una carga cruel e injusta para un morro, y es una prueba irrefutable de la pésima planeación de la plantilla. Se gastaron una millonada de lana en atacantes que brillan, pero dejaron la puerta de atrás no solo sin llave, sino de par en par con un letrero de “Pásele, está abierto”. Cada centro que el Olympiacos mande al área, cada pelotazo largo, cada pared rápida, va a provocar un pánico absoluto. Asensio no es central. No tiene los instintos, ni el físico, ni la mentalidad. Se lo van a comer vivo. Lo van a hacer pedazos. Este es el nivel de desesperación que ves en un equipo de media tabla peleando el descenso, no en los autoproclamados reyes de Europa. Es una vergüenza. Un verdadero oso.

El Reino de Mbappé, el Problema de Vini

Y luego, el plato fuerte. La razón de todo este circo, maroma y teatro. Kylian Mbappé. Por fin se le hizo llegar, y ahora todo el equipo se está torciendo para hacerle espacio a su ego monumental. No me malinterpreten, el tipo es un fenómeno, un crack. Pero su llegada claramente ha metido toda la dinámica del equipo a una licuadora. Vini Jr., que era el rey y señor de la banda izquierda, el que se echó el equipo al hombro durante dos temporadas, ahora tiene que hacerse a un ladito para acomodar a la nueva estrella. El tridente de Güler, Vini Jr. y Mbappé es aterrador en ataque, ¿pero y el equilibrio? ¿Quién baja a defender? ¿Quién hace el trabajo sucio? Arda Güler es un talentazo, un artista con la bola, pero no es precisamente conocido por su sacrificio defensivo. Parece que toda la estrategia es simplemente ganar 6-5 todos los partidos.

Eso quizás te funcione contra el Getafe en un buen día, pero esto es la Champions. Esto es el Olympiacos, en su casa, con su gente que va a estar encima de ellos como si no hubiera un mañana. Huelen la sangre. Ven una defensa hecha cachitos y un ataque arrogante y pesado que a lo mejor ya se creyó demasiado su propio cuento. La presión sobre el trío del mediocampo —Valverde, Tchouameni y Camavinga— es ahora gigantesca. No solo tienen que jugar su posición; tienen que cubrir las burradas defensivas de Trent, a los centrales que no existen y a un tridente de ataque que parece que juega en otra galaxia cuando el equipo no tiene el balón. Es una misión imposible. Algo tiene que romperse. Y se va a romper.

El Veredicto: La Última Batalla de Ancelotti

Este partido ya no se trata de sacar un resultado contra el Olympiacos. Es un referéndum sobre todo el proyecto del Real Madrid de Florentino Pérez. Es una batalla por el alma del club. ¿Es una institución deportiva o es una marca de lujo que valora más el marketing que una estrategia coherente? Esta alineación es la visión de Pérez hecha realidad: una colección de los nombres más grandes, los activos más vendibles, juntados a la fuerza sin importar si encajan o no. Ancelotti, el maestro diplomático, está atrapado en medio, obligado a ponerle su firma a esta monstruosidad táctica.

Si ganan, será un milagro, una prueba de la pura brillantez individual de jugadores como Mbappé y Vini Jr. tapando las grietas del tamaño del Cañón del Colorado que hay en los cimientos. Validará el enfoque temerario de Pérez y veremos más de este caos en el futuro. Pero si pierden, y pierden feo —que honestamente parece lo más probable—, las consecuencias serán nucleares. Le echarán la culpa a Ancelotti, pero el verdadero responsable estará sentado en el palco presidencial, sonriendo para las cámaras. Esto no es un equipo. Es una crisis. Una crisis hermosa, carísima y absolutamente fascinante que está a punto de estallar. No se la pueden perder.

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