Chivas vs Cruz Azul: Crónica de un Desastre Anunciado
El Escenario Perfecto Para Otro Fracaso Monumental
A ver, acérquense, que les voy a contar el mismo chiste de siempre, ese que nunca falla. Chivas de Guadalajara contra Cruz Azul. Esto no es un partido de fútbol, señores, es un ritual. Un sacrificio azteca en pleno siglo XXI donde la víctima es siempre la misma: la esperanza de sus aficionados. Este jueves 27 de noviembre de 2025, el Estadio Akron se va a convertir en el epicentro de la tragicomedia nacional, la ida de los cuartos de final del Apertura. Y seamos honestos, todos lo vamos a ver. ¿Por qué? Por el morbo. Es irresistible. Es como ver a dos compadres borrachos tratando de pelearse; sabes que va a terminar mal, que alguien va a hacer el oso, y no te lo quieres perder por nada del mundo. Eso es este partido. Un circo glorioso.
La neta, ¿para qué nos hacemos tontos? ¿Para qué escuchamos a los analistas de corbata hablar de que si la formación 4-3-3 o el falso nueve? ¡Tácticas! Por favor. El único plan táctico aquí es ver quién la riega menos. La pregunta no es quién va a ganar, sino cómo va a perder el otro. ¿Será un autogol ridículo al minuto 90? ¿Un penal fallado que hasta mi abuelita metía? ¿Una expulsión tan estúpida que debería ser un meme instantáneo? El menú de fracasos es amplio y variado, para todos los gustos. Prepárense.
Fantasmas del Pasado: El Arte de la Cruzazuleada y el “Ya Merito”
Todos aquí sabemos la historia, pero vale la pena recordarla para reírnos un rato. Cruz Azul, los arquitectos de la derrota poética. Inventaron un verbo, ¡un verbo!, para definir su capacidad de fracasar cuando la victoria ya está en la bolsa. “Cruzazulear”. Es parte de nuestro léxico, de nuestra cultura popular. Han perdido finales de maneras tan creativas y dolorosas que ya deberían darles un premio a la innovación en el desastre deportivo. Son la definición andante de “échale ganas”, porque con eso no alcanza. Son el eterno meme, la eterna promesa rota. No es una maldición, es un modelo de negocio basado en el sufrimiento de su gente.
Y del otro lado, mis Chivas. El Rebaño Sagrado. El equipo de puros mexicanos, una idea tan romántica y tan poco práctica en el fútbol moderno como ir a la guerra con flores en el fusil. Su drama no es el colapso espectacular, sino la agonía lenta del “ya merito”. El eterno “casi”. Si tan solo ese delantero no fuera tan tronco. Si tan solo ese defensa no se hubiera resbalado. Si tan solo los dueños dejaran de tomar decisiones con las patas. Viven en un limbo de mediocridad tibia, de un potencial que nunca explota. Son ese amigo que siempre te dice que ahora sí va a poner un negocio, y veinte años después sigue en la misma chamba. Juntas a estas dos instituciones y tienes la receta perfecta para un atole de nervios con sabor a decepción.
El Camino al 27 de Noviembre: ¿Llegaron por Genios o por Inercia?
¿Y cómo fue que estas dos joyas de la inconsistencia se metieron a la Liguilla? No quieran ver un resumen de sus partidos, se van a aburrir. Seguramente llegaron de panzazo, a empujones, pidiendo la hora. Chivas probablemente se coló ganando tres partidos seguidos por 1-0, con goles de rebote y con el santo de espaldas, con un técnico que al final de cada juego decía “el equipo mostró carácter”, que es el código para “no tengo ni idea de cómo ganamos, pero gracias a Dios”.
¿Y Cruz Azul? Su camino fue, sin duda, un electrocardiograma. Capaces de golear al líder una semana y de perder en casa contra el sotanero a la siguiente. Le regalan a su afición un poquito de esa droga llamada esperanza, solo para arrebatársela de la forma más cruel posible. Son expertos en eso. Su temporada regular no fue una campaña, fue una montaña rusa emocional con más bajadas que subidas, y sus pobres aficionados con el cinturón de seguridad mal puesto.
El Convocado “Sorpresa”: ¿Héroe Inesperado o Chivo Expiatorio?
Y aquí viene la carnita, el chismecito sabroso: el famoso “convocado sorpresa” de Chivas. ¡Ah, qué belleza de estrategia! Es el truco más viejo del manual del técnico mediocre. Cuando tu equipo es un manojo de nervios, ¿qué haces? Sacas un conejo del sombrero. O en este caso, a un chavo de la cantera que nadie conoce o a un veterano que todos creían que ya vendía bienes raíces en Zapopan. ¿El objetivo? Crear una narrativa, desviar la atención.
Este jugador misterioso no es un as bajo la manga. Seamos serios. Es un fusible. Es el pararrayos. Cuando Chivas no pueda meter un gol en su propia casa, cuando los delanteros de siempre fallen lo infallable, ¿de quién va a ser la culpa? ¡Del novato! “Le pesó la camiseta”, “no estaba listo para esta presión”. Es una jugada maestra para proteger a las vacas sagradas y al propio entrenador. Están preparando al cordero para el sacrificio, y la prensa deportiva se va a dar un festín. Pobre diablo.
Día del Partido en el Akron: Profecías de un Pesimista Profesional
Imaginen la escena. El Akron a reventar. Puro rojiblanco. El “¡Chivas, Chivas!” ensordecedor. La gente con una fe que, de verdad, es digna de estudio. Pero esa fe dura lo que tarda en empezar el partido. Y entonces, la realidad nos golpeará a todos. ¿Qué va a pasar? Déjenme consultar mi bola de cristal.
Veo… veo a un delantero de Chivas, solo, sin portero, a dos metros de la línea de gol, y la va a volar. La va a mandar a la tribuna, a pegarle a un vendedor de cervezas. ¿Por qué? Porque así es el destino. Veo a un defensa de Cruz Azul, que ha jugado perfecto todo el partido, decidir al minuto 89 que es una gran idea barrerse por la espalda dentro del área. Penal y roja. ¿Por qué? Porque la sangre azul llama. Veo al árbitro yendo al VAR por una mano que nadie vio, tardándose diez minutos en una pantalla mientras el estadio entero le recuerda a su mamá, para al final marcar algo que nadie entiende pero que perjudica a ambos equipos por igual. El objetivo no es la justicia, es el caos.
El marcador final de la ida será un glorioso 0-0 lleno de patadas y tarjetas amarillas, o un 1-1 con dos goles que fueron un chiste. La eliminatoria quedará abierta, por supuesto. Esto se tiene que definir en el Azteca, en el drama de la vuelta, para que el sufrimiento sea más grande. Es el guion de siempre.
Más Allá de la Ida: ¿Qué Nuevo Infierno les Espera?
Y esa es la broma final. Uno de estos dos tiene que pasar de ronda, por reglamento. Es la cruel ironía del formato. Uno de ellos, a rastras y pidiendo perdón, avanzará a semifinales. Y su gente lo va a festejar como si hubieran ganado el Mundial. Por unos días, van a creer. Van a soñar. “¡Ahora sí!”, dirán con lágrimas en los ojos. “¡Rompimos la maldición!”.
Pobres ilusos. No entienden que esto es solo el comienzo del dolor. El que gane esta serie de terror solo se está ganando un boleto para ser humillado de forma más pública y dolorosa en semifinales, seguramente contra un equipo serio, un equipo que sí sabe a lo que juega. Esta serie no es para encontrar a un campeón. Es para ver cuál de los dos equipos con la moral más frágil del país está listo para ser sacrificado en el altar mayor de la Liguilla. Así que compren sus botanas, preparen el tequila y siéntense a disfrutar del espectáculo. La función de la tragicomedia está por comenzar, y como siempre, promete no decepcionar a nadie.

Foto de AndyG on Pixabay.





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