La Defensa de los Cowboys es un Castillo de Naipes
Otro Año, Otra Fantasía de Dallas que nos Venden
A ver, vamos a dejarnos de cosas. Cada santo año, es la misma historia. La maquinaria mediática de los Dallas Cowboys arranca su ridículo motor de humo y se supone que todos debemos sentarnos y comprar la fantasía de que AHORA SÍ, este es el año. Que este año es diferente. Este año, la defensa es una muralla, la ofensiva es una aplanadora, y el viejito Jerry Jones por fin va a levantar ese trofeo Lombardi en su estadio que parece nave espacial. Y este año, el cuento de hadas se centra en la defensa. Una defensa ‘Súper’, le andan diciendo. Neta, qué risa.
Nos señalan un calendario brutal, una racha de cuatro días donde enfrentarán a los dos equipos del Super Bowl pasado, como si fuera la prueba de fuego definitiva, el crisol del que esta supuesta unidad de élite saldrá forjada en acero, lista para dominar la liga. Es un buen choro. La neta, está para una serie de Netflix. Tiene drama, tiene riesgo, tiene todo. Pero esto no es Hollywood, compas. Esto es la NFL, y los Vaqueros llevan casi treinta años firmando cheques con la boca que su juego en el campo no puede pagar. ¡Treinta años!
¿El Regreso del Héroe o una Bomba de Tiempo?
Y en el centro de esta nueva telenovela está DeMarvion Overshown. La historia bonita de la pretemporada, ¿no? El chavo que con pura garra se recuperó de una lesión que pudo haber terminado su carrera antes de que empezara. A todos nos encantan esas historias de superación. Inspiran. Son la esencia del deporte. Pero a ver, vamos a bajarle dos rayitas y a meterle un poco de realidad a este cuento, ¿o qué? Un desgarre de ligamento cruzado anterior no es una torcedura de tobillo. La brutalidad de esa lesión, especialmente para un jugador cuyo juego se basa en la velocidad explosiva de lado a lado del campo, deja una cicatriz. Y es para siempre. Nos están vendiendo la idea de que no solo está de vuelta, sino que es la pieza que faltaba en el rompecabezas, el atleta superdotado en la posición de linebacker que por fin resolverá sus eternos problemas para detener la carrera y cubrir a los alas cerradas. Pero, ¿y si no es así? ¿Y si está un paso más lento? ¿Y si esa duda psicológica, ese miedo a plantar mal la pierna otra vez, aparece en una tercera y uno crucial? Los Cowboys le están poniendo una presión bestial a un jugador de segundo año que viene de una lesión catastrófica para que sea el salvador de una defensa que ha sido notoriamente blandita por el centro cuando las papas queman. No es justo. Es irresponsable. Es el estilo clásico de los Cowboys. Puro show, poca efectividad, y un montón de esperanza sosteniendo una estructura que podría venirse abajo en cualquier momento. Necesitan que sea una estrella. Ya. Pero al cuerpo humano le vale un comino el calendario de Jerry Jones.
El Fantasma del Liderazgo y un Rumor Bizarro
Y luego llega la noticia más extraña y fumada que ha salido de la fábrica de propaganda de Dallas, una nota tan increíblemente confusa que tienes que leerla dos veces: “Quinnen Williams emerge rápidamente como un líder para los Cowboys”. ¿Perdón? ¿Quinnen Williams? ¿El tackle defensivo All-Pro de los… New York Jets? ¿Es una broma o qué? ¿Alguien del equipo de prensa de Dallas se quedó jetón sobre el teclado? ¿O es esto un cambio secreto, una jugada maestra que solo está en la cabeza de Jerry? Seamos honestos, lo más seguro es que sea una metida de pata monumental. Pero, sinceramente, es lo más revelador que he leído sobre este equipo en todo el año. Demuestra el caos absoluto y la desesperación por encontrar una narrativa. Cualquier narrativa. Están tan hambrientos de liderazgo, tan desesperados por nombrar a alguien—a quien sea—como el nuevo macho alfa de esa línea defensiva que literalmente están sacando nombres de las listas de otros equipos. No manches, es patético.
Finjamos por un momento que se referían a otro. ¿A quién? ¿A Mazi Smith, la selección de primera ronda del año pasado que fue prácticamente un fantasma? ¿Osa Odighizuwa? Osa es un buen jugador, un verdadero fajador, el tipo de jugador que todo equipo necesita. Él hace la chamba sucia mientras Micah Parsons se lleva la gloria y los patrocinios. Pero, ¿es él el líder vocal que establece el estándar que este informe afirma que es “Quinnen Williams”? ¿El que le exige a todos? chance. Pero el hecho de que su aparato mediático sea tan descuidado como para imprimir el nombre de una estrella de otro equipo dice mucho sobre cómo están las cosas. Están lanzando todo a la pared, a ver qué pega. Quieren que creas que esta línea defensiva es una unidad cohesionada de destructores, pero la verdad es que sigue siendo Micah Parsons y un montón de interrogantes. Parsons es un talento generacional, una fuerza de la naturaleza. Nadie lo niega. Pero un solo hombre no puede ganar un Super Bowl, especialmente cuando lo anulan en los playoffs porque todos saben que es la única amenaza real. Necesitan a ese *otro* tipo. Y al parecer, están tan desesperados por encontrarlo que están dispuestos a robarlo de los Jets, al menos en papel.
El Inevitable Colapso de Enero
Y este es el meollo del asunto. La organización de los Dallas Cowboys ya no es un equipo de fútbol; es una productora de contenido que, de vez en cuando, juega los domingos. Todo se trata de las historias. El drama del contrato de Dak Prescott. El berrinche de CeeDee Lamb. La última oportunidad de Mike McCarthy. Y ahora, el surgimiento de la defensa ‘Súper’, liderada por un chavo que viene de una lesión y un fantasma de otro equipo. El fútbol real pasa a segundo plano. Y ya hemos visto cómo termina esta película. Se verán fantásticos contra los equipos malos. Pondrán números llamativos. Dak parecerá candidato a MVP en noviembre. La defensa conseguirá un montón de capturas. El tren del mame irá a toda velocidad hacia los playoffs. ¿Y luego qué pasa? Se toparán con un equipo que es realmente duro, un equipo bien entrenado y físicamente dominante, como los 49ers o incluso los Packers el año pasado, y se van a doblar. Como un castillo de naipes. Recibirán un golpe en la boca y, en lugar de responder, buscarán a alguien más que haga la jugada. La defensa que parecía tan feroz contra los Giants de repente se verá suave y confundida. La presión al mariscal de campo desaparecerá. Los atropellarán por tierra. Y todos estaremos aquí sentados, en una fría mañana de lunes de enero, escuchando las mismas excusas de siempre de Jerry Jones sobre cómo están “muy cerca” y cómo van a “lograrlo el próximo año”.
Así que sí, marquen esa racha contra los finalistas del Super Bowl en su calendario. Adelante. Pero no la vean como una prueba de la grandeza de esta defensa. Véanla por lo que es: un adelanto de la inevitable decepción que se avecina. Es una oportunidad para ver qué tan grande es la brecha entre la autopercepción de los Cowboys y la cruda realidad. Esta no es una defensa de Super Bowl. Es un castillo de naipes, construido sobre historias inspiradoras, errores de prensa y el talento de otro mundo de un solo jugador. Y es solo cuestión de tiempo antes de que una ráfaga de viento de un verdadero contendiente lo derribe todo. Otra vez.






Publicar comentario