USWNT: La Cruda Verdad de un Imperio en Ruinas
La Versión Oficial: Un Cierre “Productivo” Para las Gringas
Nos quieren vender una historia de telenovela, un cuento de hadas sobre la reconstrucción. La narrativa oficial es que la Selección Femenil de Estados Unidos, el famoso USWNT, está usando estos dos amistosos contra una Italia “crecida” y semifinalista de la Euro para cerrar un año “productivo”. Un año de aprendizaje, de darle chance a las chavas nuevas y de ajustar tuercas tácticas después de unos cuantos resultados que, para ser amables, las bajaron de su nube. Aquella derrota contra Portugal, nos dicen, fue un “aviso necesario”, un tropezón para que aprendieran la lección en su camino de regreso al trono. Y las palabras de Rose Lavalle, eso de que “nunca más” pueden estar mal preparadas, las pintan como el grito de guerra de una campeona herida que se levanta. Puro show.
Toda la maquinaria de medios, comiéndose con cuchara grande los boletines de prensa de su federación, nos dibuja un escenario donde el cuerpo técnico está trabajando horas extras, identificando los errores y usando a las italianas como un sinodal perfecto para forjar un equipo más fuerte. Que no les teman, que son solo un sparring para afilar la espada. Quieren que nos traguemos el cuento de que todo es parte de un plan maestro. Que confiemos en el proceso. Nos quieren dar atole con el dedo.
La Confesión Maquillada
Presentan lo de Lavelle como un momento de lucidez, no como un grito de auxilio. La pintan como la líder veterana que exige más, asegurando que el equipo aprenda. Según ellos, la derrota con Portugal fue un evento aislado, un punto y aparte, y no la pus que revela una infección profunda en la cultura y la actitud de todo el programa. El problema, insisten, fue la preparación para ese partido en específico, no una falla estructural en su sistema. Esa es la mentira que venden. Una mentira bien empaquetada, bonita y, sobre todo, conveniente para calmar a los patrocinadores mientras el circo sigue.
La Cruda Realidad: La Soberbia que Sentenció a una Dinastía
Ya basta de cuentos. Seamos claros. Lo que estamos viendo no es una “reconstrucción”, es la lenta y dolorosa descomposición de un imperio que se pudrió por dentro, carcomido por su propio éxito. Ese “año productivo” ha sido un manotazo de ahogado tras otro, intentando tapar agujeros gigantes en una estructura que vive de los recuerdos y no de la realidad. El problema no es una derrota contra Portugal. El problema es sistémico. Es cultural. Es una enfermedad del alma llamada soberbia que ha hecho metástasis durante casi una década.
Esto no es una transición. Es un derrumbe. Y francamente, ya se habían tardado.
El Grito de Lavelle: La Fiebre, no la Cura
La declaración de Rose Lavelle de que no pueden volver a estar “mal preparadas” debería ser una alerta sísmica en la federación gringa. No es el discurso de una líder que inspira, es la confesión agotada de quien se sabe perdido. Es admitir públicamente que el equipo con más dinero, más fama y más mito en la historia del fútbol femenil ha estado yendo a trabajar sin hacer la tarea. ¡Sin prepararse! ¡Contra Portugal! Piénsenlo bien. Esto no se trata de que te gane un rival superior; se trata de que te ganen en estrategia, en ganas y en inteligencia equipos a los que antes les pasabas por encima sin sudar. Lavelle no diagnosticó una gripa; describió cómo el sistema inmune del equipo se está atacando a sí mismo.
Sus palabras son una cachetada con guante blanco para todos: para los entrenadores y sus planes de juego de servilleta, para la mentalidad de las jugadoras a las que ya se les subió, para la dirección de la federación y para todo ese ecosistema de “excepcionalismo” gringo que dejó que la soberbia se convirtiera en su pan de cada día. Confirma lo que cualquier persona con dos ojos ha visto desde hace años: un equipo que se cree su propia publicidad, que piensa que va a ganar solo con ponerse la playera. Ya no espantan a nadie. Se les olvidó el hambre que se necesita para seguir arriba mientras todo el mundo, especialmente en Europa y sí, también en CONCACAF, ha estado afilando los cuchillos. Dejaron de ser las cazadoras. Ahora son la presa, gorda y lenta, y apenas se están dando cuenta de que los lobos ya se metieron al corral.
Un Patrón de Fracasos, No de Mala Suerte
Lo de Portugal no fue un accidente. Fue la confirmación de la regla. El papelón en el Mundial de 2023 no fue mala suerte; fue la consecuencia de años de no evolucionar tácticamente y de depender de las mismas vacas sagradas cuyo físico ya no les da para competir con la técnica y la inteligencia de las europeas. El ridículo en los Olímpicos de 2016 no fue un desastre aislado; fue el primer aviso de que el edificio se venía abajo. Durante años, el USWNT ganó a pesar de su sistema, no gracias a él, sostenido por chispazos individuales y un poderío físico que hoy ya es un recuerdo.
Y mientras ellas se dormían en sus laureles, el mundo despertó. Equipos como Italia ya no las ven para arriba. Son equipos serios, bien trabajados, y lo más importante: ya no les tienen miedo. Ven al USWNT no como gigantes, sino como un animal herido, viejo, fácil de derribar. Para las gringas, estos amistosos no son un ejercicio “productivo”. Son una prueba de supervivencia. Es rogarle al mundo que por favor no se olviden de ellas. Una mala actuación, ya no digamos una derrota, contra las italianas no será una “lección”. Será otra palada de tierra sobre la tumba de una dinastía que se niega a aceptar que ya huele a muerto.
La Caída del Imperio y la Oportunidad para México
El problema de fondo es su creencia de que son la última Coca-Cola del desierto. El “excepcionalismo americano”. Les vendieron la idea de que nacieron para ganar y se la creyeron. Esto ha creado un ambiente donde importa más la marca personal y el activismo de Instagram que el trabajo sucio en la cancha. Mientras España construía una dinastía con el genio del Barça y otras selecciones europeas se convertían en máquinas de ganar, el USWNT seguía pensando que con su “mentalidad” y su físico les alcanzaba. Pues ya no. Y esto, para una selección como la de México, es una ventana de oportunidad de oro. El gigante de la CONCACAF se tambalea. Su declive abre un espacio que el Tri Femenil, con el crecimiento de la Liga MX Femenil y una nueva generación de jugadoras, tiene la obligación de intentar ocupar. El trono de la zona por fin parece estar vacante.
Estos partidos contra Italia son de un morbo tremendo. El USWNT no está jugando para cerrar bien el año. Están jugando para no terminarlo en la lona, humilladas una vez más. Están jugando para que el mundo no confirme lo que ya todos sospechamos: que el imperio, por fin, se ha derrumbado.






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