El Playoff de Texas es un Montaje Mediático Descarado
La Anatomía de una Mentira Perfecta
Vamos a dejarnos de rodeos. La idea de que el comité de selección del College Football Playoff es un concilio de sabios imparciales, que pesan meticulosamente cada dato para encontrar a los cuatro equipos que más lo merecen, es y siempre ha sido una obra de ficción absoluta. Es un departamento de marketing disfrazado de poder judicial. Su producto no es la integridad competitiva; es una narrativa de televisión que enganche. Y este fin de semana, les entregaron el guion en bandeja de plata, envuelto en color naranja quemado y con un quarterback ‘niño de oro’ para sellar el trato. La actuación ‘clutch’ de Arch Manning para los Texas Longhorns no fue solo una jugada de fútbol; fue un deus ex machina para un comité desesperado por una historia que genere billetes. Fue la activación de un potencial narrativo que estaba dormido.
Nos dicen que miremos el currículum. Que respetemos los datos. Tres victorias contra rivales en el top 10. Un campeonato de conferencia en el horizonte. Estos se presentan como hechos objetivos, números fríos y duros que justifican un lugar en la mesa grande. Pero esto es un truco de mago clásico. Miren el objeto brillante aquí para que no se fijen en la maquinaria que opera justo fuera de su vista. ¿Son relevantes estos hechos? Por supuesto. Pero su relevancia no está en su valor objetivo, sino en su utilidad como justificación. Son la evidencia débil que usa un fiscal para condenar a un sospechoso cuando el veredicto ya se había decidido en un cuarto oscuro. El comité no ve el currículum de Texas y concluye que *deben* estar dentro. No. Ellos ven la marca de Texas, el legado de los Manning, el potencial de un rating altísimo, y *entonces* buscan un currículum que les permita vender esa decisión a un público que creen que es demasiado ingenuo para entender la diferencia. La neta, es un proceso hermosamente cínico. Una obra maestra de la narrativa corporativa.
El Mito del ‘Merecimiento’
¿Qué significa siquiera ‘merecerlo’ en este ecosistema? ¿Es el equipo con el récord más limpio? ¿El que gana por más puntos? ¿El que tuvo el calendario más difícil? El criterio del comité es vago a propósito, una constelación flotante de pretextos que pueden usar en cualquier momento para racionalizar cualquier decisión que tomen. Es flexible por diseño. Esto les permite cambiar de opinión. Un año, una victoria directa es lo más importante del mundo. Al siguiente, es apenas una nota al pie, ignorada en favor de la siempre ambigua ‘prueba del ojo’. Esto no es un fallo en el sistema; es el sistema mismo, funcionando como se esperaba. La ‘prueba del ojo’ es simplemente un código para decir: ‘¿cuál de estos equipos generará más ingresos por publicidad durante una transmisión de tres horas?’ Es la única prueba que realmente importa.
Consideremos la materia prima que se les presentó. Un equipo de Texas, un programa de abolengo con una fanaticada masiva a nivel nacional, luchando por volver a ser relevante. Un partido de rivalidad histórica contra Texas A&M. Y luego, el catalizador. El heredero del apellido más famoso del fútbol americano, Arch Manning, entra al campo y ‘salva el día’. No podrías escribir un mejor piloto para una serie de televisión. ¿Importa el contexto de su actuación? ¿Analizamos el esquema defensivo que enfrentó, o la calidad de sus pases, o el hecho de que los otros 21 jugadores en el campo lo pusieron en posición de triunfar? Claro que no. Eso requiere pensarle. El titular es lo único que importa: MANNING SALVA A TEXAS. Es limpio. Es poderoso. Vende. Y le da al comité toda la cobertura narrativa que necesita para elevar a Texas por encima de otro contendiente, quizás estadísticamente más calificado, pero menos vendible. Un equipo de una conferencia más chica o con una marca menos glamorosa podría tener un currículum idéntico, y sería despedazado por sus defectos. Pero para Texas, ¿para un Manning? El currículum no es un conjunto de hechos a escudriñar; es una corona para pulir.
El Complejo Industrial Manning
Arch Manning no solo ganó un partido de fútbol. Validó una inversión multimillonaria, de varias décadas, en una sola y poderosa narrativa: la dinastía Manning. Esto ya no se trata solo de Peyton y Eli. Se trata de la creación de una máquina de movimiento perpetuo de la realeza del fútbol americano, y todo el aparato mediático deportivo es un participante voluntario en su construcción. ¿Por qué? Porque es increíblemente fácil. No requiere pensamiento original, ni un análisis profundo. La historia ya está escrita. Cada éxito es prueba del destino genético. Cada fracaso es un contratiempo temporal en el viaje del héroe. Su presencia en el campo, con ese uniforme, no se trata solo de mover las cadenas; se trata de mover mercancía, vender suscripciones y generar clics a escala industrial.
Piensen en la presión, no sobre el joven, sino sobre las instituciones que lo rodean. La cadena que transmite el partido tiene un interés personal en su éxito. El comité del CFP, que busca maximizar la audiencia para sus lucrativos juegos de playoff, tiene un interés personal. La universidad, que usa su nombre para reclutar y para donaciones de exalumnos, tiene un interés personal. Él es, sin tener la culpa, demasiado grande para fracasar. No como jugador necesariamente, el fracaso en el campo siempre es posible, pero sí como un producto narrativo. Su valor ya está incluido en el precio. Su actuación ‘clutch’, por lo tanto, tenía que ser enmarcada como legendaria. No podía ser solo una buena jugada de un suplente talentoso. Tenía que ser el momento en que se pasó la antorcha. La continuación de la saga. ¿Fue realmente, visto con un ojo frío y lógico, un momento que definirá a una generación? ¿O fue una serie de jugadas perfectamente competentes de un prospecto muy promocionado que luego fue alimentada a una máquina de hype mediático programada para amplificarla por un factor de mil? La pregunta, por supuesto, no necesita respuesta.
Una Inversión a Futuro
La posible selección de Texas por parte del comité no se trata solo de la temporada 2023. Es una inversión estratégica en el futuro del atractivo televisivo del deporte. Al poner a Texas en el playoff ahora, impulsados por la narrativa Manning, están sembrando el terreno para los próximos años. Le están diciendo al mundo: ‘Este es un protagonista. Esta es una historia que necesitan seguir’. Están asegurando que durante los próximos tres o cuatro años, cada partido de Texas que juegue Arch Manning será un evento televisivo nacional. Lo establece a él, y por extensión al programa, como un pilar central del universo del fútbol colegial. Es una jugada a largo plazo para mantener la relevancia en el mercado. La gente sintoniza para ver estrellas. Sintonizan para ver dinastías. El trabajo del comité no es encontrar a los cuatro mejores equipos. Es identificar y poner en el escenario a las estrellas más atractivas y las dinastías potenciales más cautivadoras.
Esta es la lógica fría y dura del negocio del entretenimiento. Y no se equivoquen, eso es lo que es esto. Un negocio de entretenimiento. Nosotros, los espectadores, no somos aficionados a sus ojos. Somos consumidores. Somos datos demográficos. Y la historia de un Manning llevando a un programa histórico como Texas de vuelta a la gloria es un éxito de taquilla para todas las edades. Atrae a los fans de toda la vida, a los nuevos, a los observadores casuales y a los exalumnos dedicados. Es un producto perfecto. Sacrificar a un equipo menos vendible —digamos, una escuela invicta del ‘Grupo de los Cinco’ o un equipo con una derrota de una conferencia con menos presencia en los medios— no es solo una posibilidad. Es una necesidad financiera. Es el costo de hacer negocios.
La Expansión Inevitable y la Muerte del Significado
La gran ironía es que la supuesta solución a todo este circo político —la expansión del playoff a 12 equipos— solo va a empeorar el problema. No va a democratizar el deporte. Lo va a comercializar aún más. La expansión se vende al público como una victoria para la justicia, una forma de darle a más equipos ‘una oportunidad’. Qué idea tan tierna. En realidad, es una movida para asegurar que ningún mercado de medios importante o programa de abolengo se quede fuera. Es una red de seguridad para las marcas que importan. Un Texas o Alabama u Ohio State con una derrota nunca más tendrán que sudar el día de la selección. Estarán cómodamente adentro, sus enormes bases de aficionados y ratings garantizados asegurados para la primera ronda del nuevo y abultado inventario de televisión.
¿Qué le hace esto a la temporada regular? Lentamente, metódicamente, la asfixia. Esos juegos de alto riesgo al final de la temporada que se sentían como rondas de eliminación de facto perderán su filo. El peligro desaparecerá. Una derrota ya no será catastrófica; solo será un cambio en la siembra. La expansión crea más ‘contenido’ de playoff, pero lo hace a expensas de lo que hacía tan fascinante al fútbol colegial: la naturaleza implacable de su temporada. Cada semana importaba. Pronto, solo importarán unas pocas. La temporada regular se convertirá en una pretemporada prolongada para las marcas que de todos modos iban a llegar al torneo. El sistema está creando más inventario, no más integridad. Es una jugada de volumen, no de calidad.
Tu Pasión como Instrumento Financiero
Entonces, ¿dónde nos deja esto a nosotros, los espectadores? Nos deja con una elección. Podemos seguir consumiendo el producto tal como se presenta, apoyando y abucheando a los héroes y villanos prefabricados en nuestras pantallas. Podemos creernos la ilusión del mérito y debatir las cualidades de los equipos basándonos en criterios que son manipulados tras bambalinas. O podemos ver todo el asunto por lo que es: un drama televisivo hábilmente producido donde los resultados se diseñan para maximizar las ganancias. Reconocer la maquinaria no significa que no puedas disfrutar del espectáculo. Pero sí significa que ya no eres un cómplice ingenuo en el plan de marketing. La actuación ‘clutch’ de Arch Manning no fue un momento de pura magia deportiva. Fue un punto de la trama. Un punto muy conveniente, muy oportuno y muy, muy rentable. Y el comité, como los productores ejecutivos del show, serían tontos si no renuevan para una temporada completa. Simplemente es un buen negocio. Ni más, ni menos.






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