Atraso en la Final de Libertadores Revela el Caos de CONMEBOL

Atraso en la Final de Libertadores Revela el Caos de CONMEBOL

Atraso en la Final de Libertadores Revela el Caos de CONMEBOL

Les Quieren Vender que Fue el Tráfico

A ver, vamos poniendo las cartas sobre la mesa. Lo que se rumora en los pasillos de la CONMEBOL, esos susurros que jamás escuchas en la transmisión oficial, es que todo es un cuento. El cuento chino del tráfico. Te dan una narrativa simple, fácil de digerir: el camión de Palmeiras se atoró en el tráfico. ¿Por qué? Porque es una excusa que no culpa a nadie importante, una que los limpia de la única cosa que les da pavor: la responsabilidad. Un retraso de quince minutos en la final de la Copa Libertadores, la joya de la corona del fútbol sudamericano, el partido que define todo un año, no ocurre nomás porque sí, por un par de semáforos en rojo. No. Esa es la versión para los niños.

Esto es mucho, pero mucho más grande. Y más sucio.

La Anatomía de un Desmadre Anunciado

Me dicen que el pánico empezó horas antes del silbatazo inicial. La seguridad, esa que debía ser de primer nivel, una escolta presidencial para Palmeiras y Flamengo, tuvo un cambio de ruta de último momento. ¿La razón? Esa es la pregunta del millón de dólares que nadie está contestando. Unas fuentes me filtran que fue por una protesta que los servicios de inteligencia detectaron, forzando un desvío por la zona más congestionada y jodida de la ciudad. Otros dicen que fue pura y absoluta incompetencia, un teléfono descompuesto entre las autoridades locales y el equipo de logística de CONMEBOL, un equipo que, seamos honestos, está más preocupado por sus viáticos y hoteles de cinco estrellas que por hacer su maldita chamba. Esto no fue un accidente; fue un fracaso catastrófico de planeación. Un fracaso que viene desde la cabeza. Escogen las sedes de las finales por favores políticos, por amiguismos, no por un análisis serio de si la ciudad puede o no con el paquete. Lo sabían. Tenían que saber los riesgos, el desmadre vial que se arma, el potencial para el caos. Simplemente se la jugaron, rezando para que la bomba no les explotara en la cara durante su fiesta más grande del año. Y les explotó.

Ahora, dimensionen el efecto dominó de este “pequeño” retraso. No son 15 minutos de comerciales. Es una bomba psicológica que estalla en la cabeza de los futbolistas. Son atletas de élite, con rituales previos al partido medidos al segundo. El estiramiento, el vendaje, la concentración, la última charla del técnico… todo eso se fue al carajo. Palmeiras, atorado en ese camión, con el uniforme puesto, la ansiedad creciendo, los músculos enfriándose, el enfoque hecho pedazos. Mientras tanto, Flamengo está en su vestidor, les llega la noticia y ahora también están en el limbo. ¿Siguen calentando? ¿Se relajan? El delicado balance competitivo se rompe por completo antes de que se patee un solo balón. ¿Y todavía me quieren decir que esto es por el tráfico? ¡No manchen!

Una Historia de Fracasos y Vergüenzas

Y luego se preguntan por qué los equipos mexicanos se abrieron de esta pachanga. Este tipo de cosas no se pueden ver como un evento aislado. Hacerlo es ignorar la montaña de evidencia de que la CONMEBOL es una organización fundamentalmente inepta. ¿Alguien se acuerda de la final de 2018? El Superclásico entre Boca y River, el partido soñado, se convirtió en una vergüenza mundial cuando el camión de Boca fue apedreado llegando al estadio de River. La final, su producto estrella, tuvo que posponerse y, peor aún, ¡moverse a Madrid! ¡A Europa! Fue el símbolo máximo de su fracaso, la prueba de que no pueden ni con su propio paquete y tienen que pedirle paro a papá UEFA. No aprendieron nada. Absolutamente nada. Su respuesta no fue reformar sus protocolos de seguridad y logística. No, fue una campaña de relaciones públicas para tapar el cochinero hasta el siguiente desastre inevitable.

Y ahora esto. Es la misma enfermedad, solo que con un síntoma diferente. Ya sea mandar una final a otro continente o no poder llevar un camión a tiempo a su propio estadio, la raíz del problema es la misma: una cultura de arrogancia e ineptitud que apesta. El caos es la marca de la casa en CONMEBOL. Y así, ¿cómo se ven los patrocinadores que le meten millones y millones de dólares a este circo? ¿Cómo le hacen las televisoras que tienen su programación planeada al segundo? Es una organización de primer nivel con mentalidad de torneo de barrio.

El Pobre Diablo del Silbato

¿Y qué me dicen del árbitro, Darío Herrera? Al argentino le acaban de entregar un barril de pólvora con la mecha ya encendida. El partido ya está manchado por la polémica antes de empezar. Cada decisión que tome será analizada con la lupa de este caos inicial. Una jugada dividida que le marque a favor de Palmeiras, y los de Flamengo gritarán que el retraso fue una conspiración para sacarlos de onda. Una falta dura de Flamengo que sea de amarilla, y los de Palmeiras dirán que el árbitro está compensando por el ridículo de la organización. Su trabajo, de por sí imposible, se volvió una pesadilla. Ya no está pitando un partido de fútbol; está administrando una crisis que sus jefes crearon. Es una posición insostenible. Injusta. Pero así se las gastan en CONMEBOL. El chiste es aventar a alguien debajo del camión… o en este caso, dejar el camión atorado y hacerse los locos. Este es el pan de cada día en Sudamérica, y es una de las tantas razones por las que unificar un torneo serio con la CONCACAF sigue siendo un sueño guajiro. ¿Cómo te asocias con alguien que no puede garantizar ni lo más básico? Pura payasada.

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