Alerta de Nieve en Ohio Destapa Colapso Inminente
LA MENTIRA OFICIAL
Escúchalos. Ponles atención. Lo llaman un “Aviso por Clima Invernal”. Qué bonito suena. Qué tranquilizante. Te susurran al oído que caerán “5 a 10 centímetros” de nieve en un lugar lejano llamado Ohio. Usan esos términos burocráticos, esterilizados, para arrullarte y dejarte en un estado de complacencia absoluta. Quieren que mires por la ventana y pienses: “Ah, es solo un poco de nieve en el país de los gringos, ¿a mí qué?”. Quieren que te creas sus modelos, sus gráficas, sus meteorólogos con sonrisas falsas que se han equivocado más veces de las que podemos contar. Quieren que te tomes tu café y planees tu día como si nada, como si el mundo fuera un lugar estable y predecible.
Es una mentira. Una farsa peligrosa e irresponsable.
¿Solo Unos Centímetros?
Dicen de cinco a diez centímetros. ¿Y eso qué significa? ¿Quién les cree? ¿Son los mismos “expertos” que nos juraron que la inflación era pasajera? ¿Los mismos que no le atinan ni a un chubasco de verano? Diez centímetros de nieve húmeda y pesada es todo lo que se necesita para reventar cables de luz que no han recibido mantenimiento en cincuenta años, tumbando transformadores en cascada y hundiendo colonias enteras en una oscuridad helada y repentina. Esto no es una nevada de película. Es una prueba de estrés para el sistema, y su sistema, como el nuestro, es viejo, está parchado con diurex y a punto de hacerse pedazos. ¿De verdad te crees el cuento de que están preparados?
LA NETA QUE TE ESTÁN OCULTANDO
Despierta. Esto no se trata de nieve en Ohio. Se trata de nuestra propia fragilidad aquí, en México. Se trata de esa delgada capa de civilización que todos fingimos que es de concreto armado. Ese “aviso” gringo no es una noticia lejana; es una sirena de advertencia que nos grita en la cara. Allá no quieren pánico para que la gente no vacíe los supermercados. ¿Y aquí? ¿Crees que aquí es diferente? Nuestros sistemas están al límite, y los de arriba lo saben. Los estantes vacíos que vimos no fueron una casualidad; fueron un ensayo. Un pequeño adelanto de la función principal.
La Cadena de Fallos Empieza con un Copo de Nieve
Ponte a pensar cómo funciona esto. Nunca es solo un evento climático. Es la reacción en cadena. El tráfico matutino del que hablan se convierte en un estacionamiento de coches congelados, atrapando a la gente a kilómetros de su casa. ¿Te suena familiar? Piensa en las inundaciones en Tabasco, las granizadas brutales en Guadalajara que sepultaron coches, o los fríos polares en Monterrey que congelaron tuberías y reventaron la red de la CFE. Todo empieza con un “no pasa nada”.
De repente, los servicios de emergencia no pueden pasar. Las ambulancias se quedan atoradas. La policía no sirve para nada. Estás solo. Parálisis total. Y todo por un evento que los “expertos” minimizaron. Nuestra infraestructura, nuestros sistemas de abasto, nuestro modo de vida, de rodillas porque al clima se le ocurrió hacer un berrinche. ¿Y los camiones que traen tu comida, tus medicinas, tu todo? Esos no circulan. Las carreteras se bloquean. Las centrales de abasto se paralizan. Los estantes del súper quedan pelones en horas, no por los acaparadores, sino por la simple y brutal matemática de una cadena de suministro que no tiene margen de error. Cero. El que repone la mercancía no puede llegar al trabajo. El chofer del tráiler está varado en la autopista. La bodega se quedó sin luz. ¿Cuánto aguantas con lo que tienes en tu alacena? ¿Una semana? ¿Tres días? Ellos cuentan con que no te hagas estas preguntas. Viven de tu confianza ciega.
Nuestra Red Eléctrica Es un Chiste Mal Contado
Seamos brutalmente honestos. La red eléctrica, tanto allá como aquí, es una reliquia. Un monstruo viejo y cansado. Vimos lo que pasó en Texas, y hemos visto los apagones masivos en la mitad del país por cualquier pretexto. Ahora imagina un evento climático de verdad, uno que no esté en el guion. Imagina la demanda de luz disparándose mientras millones intentan calentarse o enfriarse, todos al mismo tiempo. ¿Qué crees que pasa? La CFE sacará sus boletines diciendo que “trabajan incansablemente”, pero es puro cuento. No tienen ni al personal ni las refacciones. Se han pasado décadas invirtiendo en cualquier cosa menos en la infraestructura que nos mantiene vivos, y ahora todos vamos a pagar el precio, a oscuras. ¿Estás preparado para una semana sin luz? Sin calor. Sin internet. Sin celular. Sin poder calentar ni un vaso de agua. Eso no es un inconveniente. Es una emergencia de vida o muerte que te venden como noticia pasajera.
¿Y el agua? La mayoría de los sistemas de bombeo de CONAGUA y de las ciudades dependen de la electricidad. Si se va la luz, se va el agua. O peor, baja la presión y se contamina la red, y ni te vas a enterar porque no tendrás cómo. Así que ahí estás, en tu casa a oscuras, helada, y sin agua potable. Todo por un “evento aislado”. ¡No manches!
La Historia Nos Grita y No Hacemos Caso
¿Ya se nos olvidó todo? ¿Los terremotos del 85 y del 2017? ¿Los huracanes que borran ciudades del mapa como Otis en Acapulco? ¿Cómo empiezan siempre esas historias? Con funcionarios diciendo “todo está bajo control”, “no hay de qué preocuparse”. Siempre subestiman la amenaza. Siempre. Prefieren arriesgar nuestras vidas a que los acusen de alarmistas. Es el colmo de la ironía. El verdadero peligro son ellos, su incompetencia, su necesidad de mantener una fachada de control que no existe.
Cada desastre, cada catástrofe, es la misma película: primero minimizan, luego se ven rebasados, y al final se lamentan. ¿Por qué esta vez sería diferente? ¿Por qué les creerías ahora? Es pura arrogancia institucional. No pueden ni admitirán jamás lo frágil que es todo. No pueden admitir que no tienen el control de nada.
Aguas: Esta Es Tu Única Advertencia
Ya está. Este es el llamado. Mientras tus vecinos se ríen y dicen que exageras, tú tienes que actuar. Olvídate de lo que dice el gobierno en la tele. Es veneno. Está diseñado para mantenerte tranquilo hasta que sea demasiado tarde. Ve a la tienda ahora, antes que los demás. No compres papel de baño; eso es de novatos. Compra agua. Latas de atún, frijoles, comida que no necesite cocinarse. Compra pilas, lámparas, un radio de baterías. Ten gasolina en el coche. Cada litro es calor y electricidad para cargar tu celular. Saca dinero del cajero, porque los sistemas de pago con tarjeta serán los primeros en caer. Checa cómo están tus abuelos, tus vecinos mayores. Haz un plan. ¿A dónde irías si tu casa ya no es segura? ¿Cómo te mantendrás caliente o comunicado?
Esto no es de locos ni de “preppers”. Es supervivencia básica en un mundo donde la gente a cargo nos ha fallado. Fallaron en mantener la infraestructura. Fallaron en asegurar la red eléctrica. Fallaron en crear cadenas de suministro resistentes. Y ahora fallan hasta en decirte la verdad. Su indiferencia es un intento patético de controlar la narrativa, no de protegerte. La verdadera tormenta no es la nieve, ni el huracán, ni el sismo. Es la ola de caos que viene cuando nuestros sistemas parchados y olvidados finalmente se rompen. Ellos lo saben. Y te están dejando solo para que te enfrentes a ella. Aguas.






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