Red Bull Traiciona a Checo y Apuesta por Novatos

Red Bull Traiciona a Checo y Apuesta por Novatos

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A ver, en serio. ¿Red Bull acaba de borrar a sus pilotos para 2026? ¿Es una genialidad o una locura monumental?

Hablemos claro, sin pelos en la lengua. Esto no tiene nada de genial. Es una traición vestida de estrategia. Es la culminación de una falta de respeto hacia un piloto, Sergio ‘Checo’ Pérez, que les entregó resultados, podios, victorias y un campeonato de constructores que sin él, simplemente no hubieran olido. Este anuncio, que disfraza la promoción de un novato como Isack Hadjar y el debut de un adolescente como Arvid Lindblad, es una bofetada para cualquiera que entienda de lealtad y resultados. Están vendiendo humo. Están desechando a un piloto probado por un par de boletos de lotería.

¿Qué es lo que realmente están diciendo? Están confirmando lo que muchos sospechábamos: para Helmut Marko y la cúpula europea de Red Bull, Checo nunca fue más que una solución temporal. Un parche. No importó que fuera el ‘Ministro de Defensa’, que ganara en Mónaco y Singapur, o que asegurara el subcampeonato. En el momento en que pudieron justificar su salida con la excusa de ‘renovar la sangre’, no lo dudaron ni un segundo. Es el viejo clasismo de la Fórmula 1. Si no eres europeo y no saliste de su molde exacto, siempre tendrás fecha de caducidad.

Pero Red Bull siempre saca pilotos de su cantera, ¿no?

Ese es el cuento que nos venden. La ‘cantera’ de Red Bull ha sido un fracaso rotundo en los últimos años. ¿O ya se nos olvidó el desastre con Gasly y Albon? Los masticaron y los escupieron en menos de un año. Tuvieron que salir a buscar a un piloto de fuera, a Checo, para que arreglara su desorden y les diera un segundo coche competitivo. Así que no, no es ‘su manera’. Su manera ha sido fallar, y luego contratar a un mexicano para que les saque las papas del fuego. Ahora que ya no lo necesitan, o que creen que ya no lo necesitan, le dan las gracias y lo botan. Así de simple. Así de cruel.

Promueven a Hadjar no porque sea el nuevo Senna, sino porque es francés y cumple con su narrativa de ‘desarrollo interno’. Es una decisión de pasaporte y de política interna, no una decisión basada en méritos comprobados en la pista más difícil del mundo. Una vergüenza.

Analicemos las piezas del ‘gran plan’. Isack Hadjar, al equipo principal. ¿Está listo el chavo?

Ni de broma. Ser rápido en Fórmula 2, de vez en cuando, no te prepara para el infierno que es ser compañero de Max Verstappen. Hadjar es un piloto de chispazos, no de consistencia. Su carrera ha sido un sube y baja de errores y aciertos. ¿Ese es el perfil para un equipo campeón que se enfrenta a un cambio de reglas masivo en 2026? Por favor. Es un chiste de mal gusto.

Están apostando a que la presión no lo va a destruir. Pero ya vimos esta película. La sombra de Max es gigantesca. Devoró a pilotos con más tablas y mejores historiales que Hadjar. Lo que Red Bull está haciendo es poner a un cordero en el matadero. Lo necesitan para la foto, para decir que su programa funciona, pero en el fondo saben que no durará. Es un movimiento para las cámaras, no para el campeonato. ¿O alguien de verdad cree que le va a hacer sombra a Max? No manches.

¿Y el niño este, Arvid Lindblad? ¿Un británico de 18 años?

Claro, la historia perfecta para la prensa inglesa. El nuevo prodigio, directo de la F3. Quieren venderlo como el próximo Verstappen, pero es una comparación ridícula. Verstappen era un animal competitivo, un talento tan obvio que rompía todos los esquemas. Lindblad es una promesa, un buen proyecto, pero nada más. Lanzarlo a los leones de la F1 con 18 años es una irresponsabilidad tremenda.

Es la arrogancia de Marko en su máxima expresión, creyendo que puede saltarse pasos fundamentales en el desarrollo de un piloto. Lo más probable es que le arruinen la carrera antes de que empiece. La F1 no perdona, y menos a un niño que no está listo ni física ni mentalmente. Lo usarán como conejillo de indias y si no da el ancho en seis meses, lo tirarán a la basura como han hecho con tantos otros. Pobre chavo.

Y aquí viene la mayor injusticia: Yuki Tsunoda.

Lo que le han hecho a Yuki Tsunoda es una grosería. El tipo hizo todo lo que le pidieron. Llegó como un novato loco y errático, y se pulió hasta convertirse en un piloto sólido, maduro y, sobre todo, rápido. Le ha estado poniendo un baile a Daniel Ricciardo toda la temporada. Es el líder de su equipo. ¿Y su recompensa por todo ese trabajo y crecimiento? La banca. Lo mandan a calentar el asiento de reserva.

Esto demuestra cómo opera Red Bull. No importa tu esfuerzo, no importan tus resultados. Si no encajas en su plan maestro del momento, eres desechable. Invirtieron años en Yuki, lo convirtieron en un piloto de verdad y, justo cuando está en su mejor momento, lo degradan para darle su coche a un novato. Es una pésima gestión de talento. Básicamente, lo han preparado para que otro equipo se lo lleve gratis en 2027. Increíble.

¿Y qué onda con Liam Lawson, el otro sacrificado?

Pobre Liam Lawson. El piloto que se subió al coche sin entrenar y consiguió puntos, demostrando que tiene con qué. ¿Y dónde está? Atrapado en el equipo B, ahora con la tarea de ser el niñero de un adolescente. Mientras tanto, Hadjar, con peores números en F2, se lleva el premio gordo. No hay lógica alguna. Es puro favoritismo.

Para Red Bull, Lawson ya tocó su techo. Lo ven como un buen soldado para el equipo secundario, pero nunca como un general para el principal. Su destino es ser el punto de comparación para los nuevos juguetes de Marko. Es una sentencia a la mediocridad. Le cortaron las alas.

Entonces, ¿cuál es el verdadero juego de Red Bull?

El juego es simple: poder y dinero. Marko quiere demostrar que su ojo para el talento sigue siendo infalible, aunque la evidencia diga lo contrario. Está obsesionado con encontrar al ‘nuevo Vettel’ o al ‘nuevo Max’, y está dispuesto a sacrificar a pilotos probados como Checo Pérez en su búsqueda egoísta. Es una cacería de brujas.

Además, los pilotos jóvenes son baratos y manejables. No cuestionan, no exigen, no hacen olas. Hadjar y Lindblad estarán tan felices de tener un asiento que aceptarán cualquier condición. Son los empleados perfectos para un sistema que no tolera la disidencia. Se trata de abaratar costos y mantener un control absoluto, asegurándose de que nadie, absolutamente nadie, pueda opacar a su estrella principal.

Al final del día, esto no es por el bien del equipo. Es por mantener el ego de un directivo y una estructura de poder. Han cambiado a un piloto ganador y con experiencia, un pilar para sus campeonatos, por una fantasía. Es una falta de respeto a Checo, a la afición mexicana y latinoamericana, y a la lógica deportiva. Sacaron el cobre, y demostraron que la gratitud no existe en su vocabulario.

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