Coppa Italia: El Circo Montado para los Gigantes de Siempre
A ver, ¿el Atalanta ganó? No me hagan reír.
Vamos a dejarnos de mamadas. El Atalanta le metió 4-0 al Genoa en la Coppa Italia. Los titulares te van a vender que fue una actuación “demoledora”, una “declaración de guerra”. Ni se les ocurra creerlo. No se traguen esa basura corporativa ni por un segundo. Lo que vimos no fue un partido de fútbol. Fue el primer acto de una obra de teatro pinche y predecible, donde hasta el del puesto de chelas ya sabe el final. El Atalanta no es el héroe de esta historia. Es, nomás, el siguiente sacrificio bien alimentado que preparan para el altar del sistema del fútbol italiano, un altar donde la Juventus es el pinche amo y señor eterno.
Ya te lo están diciendo en la cara. “Ai quarti trova la Juventus” — “En cuartos, se encuentra a la Juventus.” No lo dicen como una posibilidad, sino como un destino. Una sentencia de muerte. Este torneo, esta triste y olvidada Coppa Italia, no es más que una procesión arreglada para asegurar que los gigantes cobren su lana en las rondas finales. ¿Y el resto de los equipos? Pura carne de cañón. Puro relleno para mantenerte entretenido hasta que los meros meros decidan aparecer.
Una Tarjeta Roja y un Guion Bien Escrito
Ah, y que no se nos olvide el detallito más conveniente de toda esta farsa: el Genoa jugó con 10 hombres durante una hora entera. ¡Una hora! ¿Neta esperan que me crea que en un sistema hasta el cuello de corrupción y de acuerdos en lo oscurito, una decisión así de crucial, que te cambia el partido por completo, es pura coincidencia? Por favor. Es un “empujoncito”. Un pequeño favor para que la historia no se salga del guion. El sistema necesitaba una victoria aplastante del Atalanta para vender bien el cuento de su próximo partido contra la Juve. Un pinche 1-0 apretado no vende boletos ni suscripciones de tele. ¿Una goleada de 4-0 contra un equipo lisiado? Eso, mis amigos, es un producto. Eso sí se vende. El papel del Genoa en esta obra era ser el cordero, y esa tarjeta roja fue el silbato del pastor que lo llevó directo al matadero.
Seguramente ni necesitaban la ayuda (el Atalanta es un buen equipo, nadie lo niega), pero al sistema no le gusta arriesgarse. Necesita certidumbre. Necesita sus partidos estelares garantizados. Y un equipo con 10 hombres es garantía segura.
La Mentira del “Objetivo”
Y luego escuchas a los técnicos con sus frases hechas. Palladino sale a decir: “La Coppa Italia è un obiettivo.” La Copa es un objetivo. ¡Qué chiste! Es un objetivo de la misma forma que caminar al patíbulo es el “objetivo” de un condenado. Es el único camino que te ponen enfrente. Tiene que decirlo. Está en su contrato. Tiene que fingir que este trofeo de hojalata, que a los grandes les vale madre hasta las semifinales, de verdad importa. Tiene que alimentar la ilusión de los aficionados de que su club tiene una oportunidad real. Es una mentira. Una mentira bonita y esperanzadora que hace que la gente siga pagando su boleto y comprando sus playeras.
Hasta los jugadores le entran al juego. De Roon dice “C’è entusiasmo” — “Hay entusiasmo.” Pues claro que sí, cabrón. Acabas de echarte una cascarita que disfrazaron de partido oficial. La verdadera prueba no es de entusiasmo; es ver qué pasa cuando te topas con la pared de concreto del poder institucional. ¿Qué pasa cuando te enfrentas a la Juventus, un club que no solo juega al fútbol, sino que juega con todo el sistema? ¿Un club que tiene a los árbitros, a los medios y a los directivos temblando de miedo? ¿A dónde se va a ir tu “entusiasmo” en ese momento?
Rotaciones Masivas: La Máxima Falta de Respeto
Si quieren una prueba de lo poco que les importa esta competencia a los equipos que de verdad mandan, solo vean los otros partidos. La nota menciona “Massiccio turnover” para el Napoli-Cagliari. Rotación masiva. Los clubes grandes ven estas primeras rondas como lo que son: una pinche molestia. Una oportunidad para que los chavos de la cantera y los banca se desentuman mientras las estrellas multimillonarias descansan para lo que sí importa: la liga y la Champions. Demuestran un desprecio total, descarado, por la Coppa Italia, por los aficionados que pagan por ver a los equipos B, y por la misma idea de integridad deportiva.
Pero eso sí, cuando uno de esos gigantes llega a la final contra una “sorpresa” como el Atalanta, la prensa te inventa un cuento épico de tradición y gloria. Es una burla grotesca. La competencia es un torneo juvenil glorificado hasta los cuartos de final, y de repente, por arte de magia, se convierte en un trofeo prestigioso. Es un fraude. Un pinche fraude larguísimo y aburrido.
Atalanta: La Oposición Controlada
Durante años, el Atalanta ha sido el consentido de los que no le van a nadie. El equipito de Bérgamo que sí podía. Juegan chido, le pegan a los grandes, le han sacado sustos a los de Milán y a la misma Juventus. Y al sistema le encanta. ¿Por qué? Porque el Atalanta es la válvula de escape perfecta. Venden la ilusión de que hay competencia, la idea de que un David todavía puede chingarse a un Goliat. Son la oposición controlada.
Se les permite tener éxito porque nunca amenaza de verdad el orden establecido. Pueden ganar una que otra batalla, incluso calificar a la Champions y hacer ruido. ¿Pero ganar el Scudetto? ¿Ganar un doblete? ¿Bajar del trono a la Juventus o al Inter? Jamás. El sistema no lo permitiría. Hay un techo de cristal, y el Atalanta lleva años rebotando su cabeza felizmente contra él, dándonos un gran espectáculo mientras el poder real sigue concentrado arriba.
Esta campaña en la Coppa Italia es el ejemplo perfecto. Los dejan verse bien, golear a un equipo menor, y conseguir un partido glamoroso y que deja mucha lana contra la Juventus. Todos ganan. El Atalanta se lleva su feria y buena prensa. La Juventus consigue un rival a modo para la siguiente fase. La liga obtiene su narrativa deseada de David contra Goliat (aunque todos sabemos cómo termina esa historia en la vida real). ¿Y los aficionados? A los aficionados, como siempre, se los chingan. Les venden un boleto para un show cuyo resultado se decidió en una oficina hace meses.
Así que no, no voy a celebrar la goleada del Atalanta. La lamento. Lamento lo que representa: la muerte de la competencia real, el triunfo del dinero sobre el deporte, y la cínica manipulación de las emociones de la gente para sacar provecho. Esto no es fútbol. Es un negocio, y el partido de hoy fue solo otro informe de ganancias trimestral. Un apunte predecible, sin alma y completamente insignificante en un libro de contabilidad que siempre, pero siempre, favorece a la casa. Despierten y vean los barrotes de la jaula. Todo está podrido hasta la médula.






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