El Triunfo del Madrid Esconde una Farsa Monumental
Otra Victoria, Otro Foco Rojo que Nadie Pela
Así que el marcador final dice Athletic Club 0, Real Madrid 1. El resultado, en su fría y simpleza numérica, sugiere que todo está bajo control. Que hicieron la chamba. Que fue un triunfo y punto. Pero, ¿a poco nos vamos a tragar ese cuento? ¿Vamos a aplaudir como focas el discurso de siempre sobre “sacar el resultado en una cancha difícil”? ¿O vamos a hacernos las preguntas que de verdad importan?
¿Esto fue ganar o nomás fue patear el bote de la derrota para después?
A ver, vamos a desmenuzar el momento clave que casi manda todo al carajo: el error de Fede Valverde. El reporte oficial dice que fue un error ‘raro’. ¡Qué adjetivo tan conveniente para lavarse las manos! ¿Pero neta fue raro? ¿O fue el resultado cantado de un sistema que se ha vuelto flojo, que depende de que un jugadorazo se saque un conejo de la chistera para tapar hoyos tácticos del tamaño de un cráter? El Real Madrid lleva años jugando a esto, a un desorden con estilo, confiando en que una genialidad de Modrić, de Kroos, de Vinícius o de Bellingham iba a solucionar 90 minutos de mediocridad estructural. Es un truco de magia que se ve increíble cuando sale bien.
Pero estamos en 2025. Los meros meros de la vieja guardia ya colgaron los botines o son fantasmas de lo que fueron. Ahora, todo el peso cae en hombros como los de Valverde, Camavinga y Tchouaméni. Y no nos confundamos, estos tipos son unos tractores, no cirujanos. Son pura potencia, no precisión milimétrica. Y cuando armas un equipo esperando que las individualidades te salven el pellejo, sin tener un plan B bien amarrado y disciplinado, pasa exactamente esto. Pasa que un jugador de clase mundial como Valverde, un motor en el mediocampo, intenta un pase en su propia área que hasta en la talacha del domingo te gritarían. ¿Por qué? ¿Cansancio? ¿Exceso de confianza?
No. Es la podredumbre de un sistema que te susurra al oído: “Tú dale, no hay bronca, alguien te va a rescatar”. Es la consecuencia lógica de una década de fichar cromos en lugar de construir un equipo. El error no fue raro. Ya se habían tardado. Que Gorka Guruzeta y el Athletic no la metieran no habla bien de la defensa del Madrid; habla de la mala puntería del Athletic. Y ya. Fue suerte. Pura suerte.
Desmontando el Choro del ‘ADN Ganador’
No van a faltar los ‘expertos’ que salgan a hablar del famoso ‘ADN’ del Madrid. De su capacidad para ganar hasta jugando feo. Esa es una narrativa bien romántica, pero es para flojos. Es un pretexto para no analizar nada. ¿Qué es ese ADN, exactamente? ¿La ceja levantada de Ancelotti esperando un milagro? ¿Tener la lana para comprar al siguiente crack antes de que el problema actual explote? Esta victoria no fue una muestra de superioridad genética; fue una anomalía estadística, un parpadeo en una tendencia que va para abajo.
¿Estamos viendo a un gigante o a un castillo de naipes?
Pensemos en cómo está La Liga en este hipotético 2025. El Barcelona, con todo y sus crisis económicas de telenovela, se está reconstruyendo con morros de La Masia que tienen un hambre que asusta. El Atlético de Madrid sigue siendo esa piedra en el zapato, un equipo trabajado hasta el cansancio que vive para exhibir justo este tipo de arrogancia que mostró el Madrid. Y por ahí andan los de siempre, la Real Sociedad o el Betis, equipos bien entrenados que con un juego de conjunto te pueden hacer un desastre.
Entonces, ¿dónde deja esto al Real Madrid? Sí, se llevaron los tres puntos de San Mamés. Claro. Pero lo que hicieron en la cancha fue una bandera roja ondeando con furia. Un 1-0, conseguido después de casi regalarle el empate al rival, no grita ‘campeón’. Grita ‘frágil’. Revela un equipo que ya se olvidó de cómo dominar y ahora nomás sabe cómo sobrevivir. Y sobrevivir no es una estrategia para ganar campeonatos. Una semana, Guruzeta la falla. A la siguiente, un delantero más matón no te perdona y todo este teatrito se viene abajo. Esto no es fortaleza. Es fragilidad disfrazada de un buen resultado.
Depender de goles caídos del cielo para maquillar un mediocampo hecho un lío y una defensa que hace aguas es una estrategia que caduca rápido. El error de Valverde ya lo habíamos visto venir mil veces en temporadas pasadas, pero un gol de Benzema o una magia de un veterano lo borraba del mapa. Ya no está esa red de seguridad, pero siguen queriendo hacer acrobacias en la cuerda floja. El público se emociona con el casi accidente, pero no se da cuenta de que la cuerda está a punto de romperse. Están pagando por ver un espectáculo, pero lo que realmente presencian es un desastre en cámara lenta.
Un Vistazo a un Futuro Complicado
¿Qué significa realmente este partidito del 3 de diciembre de 2025? Es un resumen perfecto de la crisis de identidad del club. Toda su filosofía ha sido comprar jugadores ya hechos, estrellas que no necesitan mucho entrenador y que pueden resolver partidos solos. Un modelo de ‘conectar y usar’ que les ha dado muchísimos títulos, para qué negarlo. Pero el fútbol está cambiando. Los equipos basados en un sistema, como los de Guardiola, Klopp y otros genios tácticos, están demostrando que un colectivo bien trabajado y coordinado le gana consistentemente a un grupo de individuos brillantes pero desconectados.
¿El modelo del Madrid ya está obsoleto?
La alineación confirmada para el partido lo dice todo. Puro nombre que impone, una colección de atletas de primer nivel. ¿Pero dónde está la idea de juego que los une? ¿Cuál es el plan más allá de “dénsela al que costó más caro y que Dios nos agarre confesados”? Esto no es un equipo en el sentido moderno de la palabra. Es una alineación de Fantasy. Funciona contra equipos que se achican o que de plano no tienen con qué castigar los errores que inevitablemente cometen. Pero contra un rival organizado, que te presiona hasta en tu casa, o en las rondas finales de la Champions, este modelo queda exhibido como lo que es: una apuesta arriesgada. Un volado.
El error de Valverde es la grieta en la pared. Es el parpadeo que te avisa que el sistema es inestable. Esta vez ganaron. Se salieron con la suya. Pero el dato ya quedó registrado. La debilidad ya la apuntaron todos los analistas de Europa. La receta es clara: presiona al Madrid en su salida. Obliga a sus mediocampistas, que son felices corriendo a campo abierto pero sufren cuando no hay espacios, a tomar decisiones incómodas. Y espera el error. Porque va a llegar. No es raro. Está programado en su famoso ADN, ese mismo que tanto alaban. Qué ironía.
Así que celebren los tres puntos. Disfruten el liderato una semana más. Pero que no los engañen. Lo que vimos no fue la marcha triunfal de un campeón. Fue el tropezón con suerte de un aspirante que vive de su fama y de milagros. Y al final, la gravedad siempre, siempre gana.






Publicar comentario