El Show de Brian Branch: La Farsa de las Lesiones en la NFL

El Show de Brian Branch: La Farsa de las Lesiones en la NFL

El Show de Brian Branch: La Farsa de las Lesiones en la NFL

La Anatomía de una Mentira Monumental

¡No manches! Qué dramón. El pánico, el terror casi apocalíptico que se apoderó de Detroit y, si me apuran, de todo el mundo que le entiende a esto del emparrillado. Por unas horas que parecieron eternas, el destino del fútbol americano profesional, ese negociazo de miles de millones de dólares que de vez en cuando nos regala un partido entre comerciales de cerveza, pendía de los huesitos y ligamentos del pie de Brian Branch. Un dedo y un tobillo. Se escuchó un suspiro colectivo desde Tijuana hasta Cancún cuando un tal Leo Sells, un “corresponsal” con nombre de actor de telenovela de los ochenta, declaró a Branch como “cuestionable” para el circo del jueves por la noche contra los Vaqueros de Dallas. Cuestionable. Una palabra tan pinche ambigua, tan vacía de significado real, que seguro la inventó un abogado en un sótano oscuro de las oficinas de la NFL. Es la joya de la corona del lenguaje corporativo, un “pues quién sabe, güey” que significa al mismo tiempo “chance y sí juega” y “a lo mejor su pie ya es una papa machacada”.

El Teatro del Absurdo: Edición Reporte de Lesionados

A ver, vamos a desmenuzar esta farsa semanal. La NFL, en su infinita y divina sabiduría, exige estos reportes de lesionados con el pretexto de la “transparencia”. ¡Transparencia! ¿Neta? Esta es la misma liga que se tardó décadas en admitir a regañadientes que estrellar tu cabeza contra la de otros vatos por años podría, quizás, afectar tu cerebro a largo plazo. Su idea de transparencia es como la de un mago que te enseña las manos vacías mientras por detrás se le está escapando un tigre de la jaula. Esto no es para informar a los fans. Por favor. Los aficionados somos lo de menos. Esto se trata de una sola cosa: alimentar a la bestia insaciable y hambrienta de las apuestas deportivas, ese socio que antes la liga trataba como a un pariente incómodo pero que ahora abraza con una pasión desesperada. Cada palabrita—cuestionable, dudoso, fuera—es una migaja de pan tirada con toda la intención para los apostadores, un empujoncito a las líneas de Las Vegas, un poquito de drama fabricado para que el dinero no deje de circular.

Y los medios, claro, juegan su papel con una seriedad que ya la quisiera un sacerdote en plena misa. “Brian Branch (dedo/tobillo) en duda”. Lo reportan sin que se les mueva un pelo, como si fuera el descubrimiento de la penicilina. Escriben sus notitas, sus actualizaciones de “un minuto de lectura” que mágicamente convierten una sola frase de información en tres párrafos de puro relleno y paja. Especulan. Analizan. Sacan a doctores que trabajaron para un equipo hace veinte años y que, sin haber visto al paciente, te dan un diagnóstico completo basándose en un video borroso y en su vasto conocimiento de sinónimos para “está madreado”. Es un baile patético y codependiente. La liga susurra una media verdad y los medios la gritan con un megáfono hasta que suena a evangelio. Qué oso.

El Milagro de la Avenida Woodward

Y de repente, sucedió. Como en un capítulo de La Rosa de Guadalupe, las nubes se abrieron. Un viento celestial sopló sobre el estadio de los Leones. RotoWire, esa entidad sin rostro que es pura información, lanzó el decreto: “Branch (dedo) está activo para el juego del jueves”. ¿Notaron el detallito? El misterioso problema del “tobillo” simplemente se esfumó, desapareció como por arte de magia. ¡Ahora era solo un dedo! El tipo pasó de tener una posible pierna destrozada a tener un machucón. ¡No me jodan! Esto no es una recuperación médica, es una corrección del guion. Es el tipo de milagro que te hace dudar de la ciencia moderna y de la resistencia de un pie humano. ¿Qué le inyectaron? ¿El suero del Súper Soldado? ¿Le rezaron a San Judas Tadeo? ¿O es que el reporte inicial fue una mentira completa, diseñada para que el coordinador ofensivo de los Cowboys se pasara un par de noches sin dormir planeando para una ausencia que nunca iba a existir? Obviamente, fue la última opción.

El Jugador como Utilería

¿Y qué pasa con Brian Branch, el pobre diablo en el centro de este circo? Él es solo un peón, un pedazo de carne con un número en la espalda. Su salud real es, en el mejor de los casos, una preocupación secundaria. Lo importante es que esté disponible para la chamba. Ahora, la narrativa va a cambiar. Van a empezar con la mamada de su increíble fortaleza, su espíritu de guerrero, su disposición para “jugar con dolor” por su equipo. Qué héroe. Superó una designación de “cuestionable” para hacer el trabajo por el que le pagan millones de dólares. Lo van a celebrar como si hubiera ganado una guerra, no como si simplemente hubiera recibido el visto bueno de un preparador físico cuya decisión probablemente se basó en lo que el coach y el gerente general querían escuchar. Toda esta cultura de glorificar el jugar lesionado es una enfermedad. Así es como estos hombres terminan sin poder caminar o sin recordar los nombres de sus hijos a los 50 años, todo para nuestro entretenimiento de jueves por la noche. Exigimos a nuestros gladiadores, y la liga está más que feliz de meterles cualquier cosa en el cuerpo para que salgan a la arena. Las consecuencias son problema para después.

Nunca se trató del dedo. Nunca se trató del tobillo. Se trató de jugar sucio, de la maña. Se trató de crear una pizca de duda, un momento de vacilación en el rival. Se trató de crear una historia para que los comentaristas tuvieran de qué hablar antes del partido. “¿Podrá la secundaria de los Leones sobrevivir sin un Brian Branch potencialmente limitado?”. ¡Ay, qué suspenso! Todo es tan increíblemente estúpido, y aún así, todos nos lo tragamos, semana tras semana. Checamos los reportes. Actualizamos las páginas. Nos aferramos a cada palabra de los “expertos” que solo repiten la información maquillada que el equipo quiere que repitan. Somos cómplices de la mentira porque la mentira es más divertida que la verdad. La verdad es que es un negocio violento, doloroso y brutal donde los cuerpos humanos son la materia prima de un producto. Y eso es mucho menos entretenido que creer en milagros y en el espíritu indomable, ¿no? Así que aplaudamos todos a Brian Branch y a su dedo mágico. Está activo. Aleluya.

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