Colapso de Delta: La Alerta Roja Para México y el AICM
¿‘Falla de Red’? No Se Hagan, Esto Es Algo Mucho Peor
Y entonces te salen con el cuento de que fue una “falla de red”. Un simple apagón informático. Que se detuvo la operación en tierra. Puras palabras bonitas y corporativas para ocultar una verdad que da pánico: una de las aerolíneas más grandes del mundo, socia de Aeroméxico, simplemente… dejó de funcionar. Y no pasó en un ranchito, pasó en Detroit, uno de sus aeropuertos fortaleza. Una arteria principal del sistema aéreo gringo. Pero quieren que te tragues el cuento de que fue un tropezón. Un problemita técnico. ¡No les creas ni por un segundo! Esto no fue un problemita. Fue el primer aviso de un terremoto que viene.
¿POR QUÉ NADIE HACE LAS PREGUNTAS IMPORTANTES?
¿Por qué pasó? ¿Por qué justo ahora? Te avientan un choro mareador sobre una “posible falla de computadora” porque la verdad es demasiado aterradora para admitirla, o peor tantito, ni ellos mismos la saben, lo cual es todavía más grave. Porque toda nuestra civilización, desde el foco de tu casa hasta el avión que crees que te llevará a Cancún, pende de un hilo. Un hilo digital viejo, vulnerable y que nadie se ha molestado en proteger de verdad. Están jugando a la ruleta rusa con nuestras vidas, con nuestra economía, y esta mañana en Detroit, la pistola se disparó. Aguas.
Y es que tienes que pensarle un poco. En un mundo donde la guerra ya no es con misiles sino con clics, donde un ciberataque es el nuevo bombardeo, ¿de verdad crees que una falla total y repentina en un centro de transporte vital suena a accidente? A mí no. A mí me suena a que alguien estaba probando. Calando el sistema. Alguien, en algún lugar del mundo, quería ver qué tan fácil era apagar un aeropuerto gringo. Y ya tienen su respuesta: es alarmantemente fácil. Y si se lo pueden hacer a ellos, ¿qué nos espera a nosotros?
¿Y Esto en Qué Me Afecta a Mí en México?
¿Crees que esto es solo un chisme de vuelos retrasados y gringos enojados en Michigan? Estás viendo el árbol, pero no el bosque. Esto nos afecta, y mucho. Porque el sistema aéreo mundial es un solo monstruo interconectado. Y lo de hoy es un síntoma de una enfermedad gravísima. Esa “falla de red” es el mismo tipo de bronca que podría tumbar la red de la CFE y dejarnos a oscuras. Es la misma vulnerabilidad que podría tronar la Bolsa Mexicana de Valores. Es el mismo eslabón débil que podría paralizar los puertos de Manzanillo o Veracruz, dejando los estantes del súper vacíos en tres días. Esa es la cruda realidad. Un caos total.
Porque cuando un avión de Delta no despega en Detroit, significa que el vuelo de conexión de Aeroméxico a Monterrey no sale. Significa que el empresario que iba a cerrar un trato en Guadalajara se quedó varado. Significa que la familia que venía a la boda en el pueblo no llega. Miles de personas, muchas de ellas mexicanas o con lazos en México, de repente se quedan atrapadas, indefensas, a merced de un sistema que les falló por completo. Te demuestra lo frágil que eres. Tienes tu boleto, tu pase de abordar. Pero todo son datos en una computadora. Y alguien nomás le bajó el switch. Y todo lo que planeaste, todo lo que pagaste, se esfumó. Así de fácil.
PERO ESTO NO ES NUEVO, ¿O SÍ? ¡YA NOS LA SABEMOS!
Y esa es la parte que más coraje da de todo este circo. Ya hemos visto esta película. Una y otra y otra vez. ¿Se acuerdan de los desastres informáticos de otras aerolíneas que han dejado a miles de paisanos varados en aeropuertos de Estados Unidos? El patrón es clarísimo y da miedo. Es una cadenita de incompetencia y de no quererle meter lana a lo que de verdad importa. Estas aerolíneas, muchas veces rescatadas con dinero público, prefieren gastar millones en bonos para sus directivos y en anuncios bonitos en lugar de invertir en la base de su negocio: su tecnología. Están operando un sistema global del siglo XXI con tecnología que parece de la época de los Picapiedra, parchada con diurex y rezos. Y el mugrero ya está empezando a reventar por todos lados.
Pero nunca aprenden. Después de cada desastre, mandan a un pobre diablo de relaciones públicas a pedir disculpas por “las molestias”. Prometen que van a “investigar a fondo”. chance y hasta te avientan un cupón de descuento, una migaja para que se te olvide que todo su sistema es un castillo de naipes. Y al final, no hacen nada. Nada de fondo cambia. Y nosotros, los pasajeros, solo nos quedamos esperando el próximo colapso, preguntándonos si la próxima vez será en el AICM o en Cancún. Porque va a pasar. De eso no hay duda.
El Efecto Dominó que Ya Empezó
Ponte a pensar. ¿Qué pasaría si esto no fuera solo Delta en Detroit? ¿Qué tal si fueran Delta, United y American al mismo tiempo? ¿Qué tal si no fuera solo Detroit, sino también Los Ángeles, Chicago y Houston, los aeropuertos que conectan a todo México con el mundo, quedándose a oscuras en la misma mañana? No es una locura, es una posibilidad real. Nuestros enemigos, quienes sean, saben dónde están las fallas. Ven estos “problemitas técnicos” y toman nota. Ven un sistema al borde del colapso, listo para recibir el golpe de gracia. Un ataque coordinado a la aviación de Norteamérica no sería una “molestia”. Sería un acto de guerra que paralizaría a México y a Estados Unidos en un instante. Sin vuelos, sin comercio, sin turismo. Un pánico generalizado. De ese tamaño es el riesgo.
Y estamos completamente expuestos. Nuestra vida moderna depende de que estos sistemas complejos sigan funcionando como por arte de magia. Damos por hecho que el avión va a despegar, que la tarjeta va a pasar, que el Uber va a llegar. Pero son suposiciones muy peligrosas. Hoy en Detroit, miles de personas aprendieron esa lección a la mala. Más nos vale al resto del continente poner atención, antes de que nos toque a todos una lección similar, pero a una escala mucho mayor. Porque el silencio en esas salas de Delta no es paz. Es un grito de alerta. Una sirena en la noche. El sistema está fallando, y a nadie en el poder parece importarle. Ya les importará. Pero para entonces, ya será demasiado tarde para todos.






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