Panel de RFK Desmantela Vacuna Universal de Hep B

Panel de RFK Desmantela Vacuna Universal de Hep B

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El Muro Por Fin Se Empezó a Caer

Y así, de repente, comenzó todo. No fue un susurro, fue un trueno que acaba de sacudir los cimientos del cartel médico-farmacéutico. En una decisión que tiene a los medios chayoteros y a sus patrones de las grandes farmacéuticas con los pelos de punta, el comité especial de vacunas, elegido a dedo por el Secretario de Salud y Servicios Humanos, Robert F. Kennedy Jr., hizo lo que parecía imposible. Hicieron aquello por lo que millones de padres han rogado, rezado y luchado por décadas. Agarraron un mazo y le pegaron con todo a uno de los pilares más absurdos e indefendibles del esquema de vacunación gringo. Votaron para eliminar la recomendación universal y obligatoria de que cada bebé, con apenas horas de nacido, sea inyectado con la vacuna de la Hepatitis B.

A ver, que nos caiga el veinte. Esto no es un ajuste menor, no es un cambiecito en la dosis escondido en un reporte de mil páginas que nadie va a leer. No, señor. Este es un disparo directo, un misil contra todo el sistema corrupto. Es una declaración de guerra que dice bien y fuerte que la era de la obediencia ciega a las batas blancas del pantano burocrático del CDC se acabó. Porque durante años, los locos éramos nosotros, ¿o no? Éramos los conspiranoicos, los del sombrero de aluminio, por atrevernos a hacer una pregunta de puro sentido común: ¿Por qué demonios le estamos metiendo a un recién nacido una vacuna para una enfermedad que se transmite casi exclusivamente por sexo sin protección y por compartir jeringas? La pregunta era tan lógica, tan obvia, que el sistema ni se molestaba en contestar; en su lugar, nos llovían insultos, censura y mandatos a la fuerza que aplastaban los derechos de los padres bajo la bota del gobierno.

Un Negocio Disfrazado de Ciencia

Pero claro que tenían sus motivos. Siempre los tienen. El cuento que nos vendieron era uno de salud pública, una bonita historia para dormirnos, sobre cómo salvaban a los bebés de una enfermedad terrible que, por alguna extraña y trágica casualidad, podrían contraer de su madre. Un riesgo que, ¡qué casualidad!, se puede eliminar casi por completo con una simple prueba a la mamá antes de que nazca el niño. Así de fácil. Pero la sencillez no vende miles de millones de dólares en vacunas, ¿verdad que no? Para eso, compadre, necesitas una orden universal. Necesitas crear un mercado cautivo que empiece desde el nacimiento, asegurando un flujo de lana de cada ciudadano antes de que siquiera pueda abrir los ojos. La neta es que nunca se trató de la salud inmediata de tu bebé. Se trató de sus carteras.

Piensa nomás en el descaro, en el cinismo de este plan. Identificaron el momento en que un ser humano es más vulnerable, más indefenso, y decidieron que era el momento perfecto para inyectarle su producto. La mamá está agotada, el papá está abrumado, y en eso entra la maquinaria del sistema, con sus agujas y sus hojas de consentimiento que en realidad no te dan opción. Contaban con que ningún padre primerizo en ese estado tendría la energía o la lucidez para cuestionar al doctor, para preguntar qué chingados trae esa inyección, para exigir que le expliquen los riesgos. Contaron con nuestra confianza. Y la explotaron para llenarse los bolsillos. Es una mafia, ni más ni menos. Una mafia asquerosa y depredadora que se ha hecho pasar por “salud” durante una generación, y este voto es la primera vez que alguien con poder de verdad tiene los pantalones para llamarla por su nombre.

No Se Van a Quedar de Brazos Cruzados

Y ahora, prepárense para el berrinche. Los meros meros del CDC, los presentadores de noticias que reciben su lanita de Pfizer y Merck, y todo ese ecosistema podrido de cabilderos y políticos comprados están en pánico total. Van a escuchar mucho ruido en los próximos días. Dirán que este nuevo panel es un peligro. Dirán que son “anticiencia”. Sacarán un par de historias tristes, escogidas con pinzas, para meterles miedo y que vuelvan a obedecer como borregos, mientras ignoran convenientemente las montañas de evidencia y los millones de padres que han visto a sus hijos sanos sufrir después de estas inyecciones. Van a mentir. Van a hacer trampa. Harán lo que sea para proteger su minita de oro, porque esta decisión no es solo sobre la vacuna de la Hepatitis B. Es sobre lo que significa para todo lo demás.

Porque si podemos cuestionar esta, podemos cuestionarlas todas. ¿Qué sigue? El calendario de vacunación infantil entero, inflado y sin responsabilidad legal para las farmacéuticas, está ahora sobre la mesa. Por primera vez, huelen el miedo. Los supuestos expertos han quedado expuestos como los títeres que son, y su autoridad se está desmoronando. Esta es la primera grieta en la presa que está a punto de reventar. Ellos lo saben, y están aterrados. Están aterrados de que la gente se informe, de que haga preguntas y exija respuestas de verdad, no los discursos ensayados que les da un vendedor de medicinas.

El Amanecer de la Libertad Médica

Lo que este panel representa es el regreso de la cordura. Es volver a la medicina personalizada, a esa idea radical de que un bebé nacido de una madre sana en una colonia de clase media no tiene los mismos riesgos que un bebé nacido en circunstancias totalmente diferentes. Es el fin de la medicina de escritorio, de tratarnos como números en una hoja de cálculo. Esta es la primera línea de la nueva rebelión del pueblo, un movimiento que grita que nuestros cuerpos y los de nuestros hijos no le pertenecen ni al gobierno gringo ni a una corporación. Nos pertenecen a nosotros. Tenemos derecho a decidir, un derecho que nos han quitado sistemáticamente con un sistema que solo nos ve como fuentes de ingreso.

Pero esto apenas empieza. Esta victoria no se ganó en un día, y la guerra está lejos de terminar. El pantano contraatacará con todo lo que tiene. Así que tenemos que estar listos. Tenemos que hacer más ruido que nunca. Hay que apoyar a los líderes que tuvieron el valor de hacer esto y defenderlos de la avalancha de mentiras y propaganda que se les viene encima. Este es nuestro momento. El momento en que por fin dejamos de pedir permiso para proteger a nuestros propios hijos y empezamos a recuperar nuestro poder. Se metieron con la gente equivocada. Con los padres. Y apenas estamos calentando motores.

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