Billy Napier a JMU: El Fraude del Fracaso Millonario

Billy Napier a JMU: El Fraude del Fracaso Millonario

Billy Napier a JMU: El Fraude del Fracaso Millonario

La Anatomía de un Paracaídas de Oro

El Fracaso Tiene Sus Recompensas, ¿Neta?

A ver, que alguien me explique. Te pueden dar las llaves de un reino, un programa de élite en el fútbol americano colegial como los Florida Gators, con todos los recursos imaginables —lana, instalaciones, territorio de reclutamiento, una afición de hueso colorado— y puedes proceder a estrellarlo directamente contra un muro. Puedes registrar dos temporadas perdedoras consecutivas por primera vez en casi medio siglo, reclutar clases de jugadores que son puro humo y ser superado tácticamente en cada partido importante. ¿Y cuál es tu castigo por esta espectacular demostración de ineptitud? Una liquidación de más de 25 millones de dólares. Pero ese no es el chiste. La verdadera burla, la que debería tener a cada aficionado, a cada estudiante que paga una colegiatura carísima y a cada atleta mal pagado gritando de coraje, es que antes de que se seque la tinta de tu cheque de despido, otra universidad ya está haciendo fila para darte otro contrato multimillonario. Esta no es una historia de redención. Es la escena de un crimen.

Billy Napier es el nuevo rostro del sistema más podrido en los deportes gringos: el carrusel de entrenadores colegiales. Un sistema donde la rendición de cuentas no existe y la mediocridad se premia con una fortuna que podría mantener a tu familia por generaciones. A sus 46 años, ya tiene la vida resuelta gracias a su fracaso colosal en Gainesville. Y ahora, la Universidad James Madison (JMU), un programa orgulloso que acaba de ascender a la máxima categoría (FBS) y tuvo éxito de inmediato, decide que el arquitecto de ese desastre en Florida es el indicado. ¿Es en serio?

¿Qué mensaje manda esto? Dice que los resultados no importan. Dice que el “club de Toby” sigue vivito y coleando, asegurándose de que sus miembros siempre caigan de pie, sobre un colchón de millones de dólares de donadores y fondos universitarios. Es un círculo vicioso de agentes, directores atléticos y entrenadores que se pasan las mismas cartas marcadas, vendiendo a los mismos líderes fracasados a la siguiente base de aficionados desesperados como un ‘proyecto de reconstrucción’ o un ‘constructor de programas probado’. ¿Probado en qué, exactamente? ¿En cobrar cheques? Claro, Napier demostró que podía ganar en Louisiana en la conferencia Sun Belt. Pero también demostró, sin lugar a dudas, que cuando las luces se hicieron más brillantes y la competencia más dura en la SEC, simplemente no dio el ancho. Le quedó grande el saco. Entonces, ¿qué está comprando JMU? ¿Están comprando la versión de Louisiana o al tipo con cara de espanto que no pudo con la presión del fútbol de primer nivel? Es una apuesta muy arriesgada, y la están haciendo con dinero ajeno.

Esto no se trata solo de Napier. Él es solo un síntoma de la enfermedad. La enfermedad es una cultura que ha desconectado por completo el desempeño de la compensación. ¿En qué otra industria te pueden correr por incompetencia y te vas con una millonada, solo para que te contraten para otro puesto ejecutivo de alto nivel a la semana siguiente? No pasa. Es ridículo. Pero en los deportes universitarios, es simplemente otro día en la oficina.

La Jugada Desesperada de JMU por Relevancia

Vendiendo el Alma por un Nombre

Uno tiene que preguntarse qué diablos está pasando por la mente de los que toman las decisiones en James Madison. Este es un programa que hizo todo bien. Dominaron en la división inferior (FCS), construyeron una cultura ganadora con entrenadores anteriores, y luego dieron el salto a la FBS y siguieron ganando. Eran un equipo duro, disciplinado y bien entrenado que le plantaba cara a cualquiera. Tenían una identidad. Tenían garra. Era una gran historia.

Y ahora, han tirado esa identidad a la basura por una marca. Vieron el objeto brillante, el tipo con “Entrenador en Jefe de la SEC” en su currículum, y se dejaron encandilar, ignorando por completo el letrero de neón que parpadeaba “FRACASO” justo al lado. ¿De verdad lo pensaron? ¿Vieron los videos de los partidos de Florida, llenos de indisciplina y castigos? ¿Analizaron sus esquemas ofensivos predecibles y aburridos? ¿O simplemente escucharon los chismes de los agentes y los peces gordos de que Napier era ‘su hombre’ y que tenían que firmarlo antes que nadie?

Es el clásico caso de una entidad pequeña que intenta actuar como los grandes y termina siendo estafada. No están pagando por el entrenador que Billy Napier es hoy; están pagando por el entrenador que todos *creyeron* que sería cuando Florida lo contrató. Están comprando las acciones de ayer a precios de hoy. Esta movida apesta a una administración y a un grupo de patrocinadores que se sienten inseguros de su lugar en el mundo del fútbol colegial. En lugar de seguir construyendo su programa sobre la base sólida de contrataciones inteligentes y enfocadas en la cultura, optaron por un atajo. Contrataron un nombre, no una solución. Y los atajos, tanto en el fútbol como en la vida, a menudo te llevan directo a un precipicio.

¿Qué pasará cuando la emoción inicial se desvanezca? ¿Qué pasará cuando el complejo estilo de ‘CEO’ de Napier, que según los reportes causó fricciones en el entorno de altos recursos de Florida, se implemente en un lugar como JMU con una fracción del presupuesto y del personal? Su ‘ejército’ de analistas y personal de apoyo no existirá en JMU. ¿Será capaz de adaptarse? ¿O intentará forzar su sistema a la mala, alienando a la misma gente que construyó el éxito del programa? Se mancharon. Estas son preguntas que deberían haberse hecho, pero el atractivo de contratar a un pez gordo es una droga poderosa. Te da unos cuantos titulares positivos a corto plazo. También puede destruir tu programa desde adentro.

El Carrusel Nunca Para, los Aficionados Siempre Pierden

Un Sistema Arreglado Contra la Integridad

Todo este asunto es más grande que un solo entrenador o una sola escuela. Es una acusación contra todo el modelo de la NCAA. Es una máquina diseñada para enriquecer a una pequeña clase de entrenadores y administradores mientras que la mano de obra real —los jugadores— arriesgan su físico por una beca que les pueden quitar en cualquier momento. Un jugador tiene una mala temporada, puede perder su puesto o ser ‘invitado’ a buscar otro equipo. Un entrenador tiene dos malas temporadas, recibe un cheque de 26 millones de dólares y una nueva chamba.

¿Dónde está la lógica? ¿Dónde está la justicia? Simplemente no existe.

El carrusel de entrenadores es un ecosistema de compadrazgo que se alimenta a sí mismo. Un director atlético despide a un entrenador y luego contrata a uno nuevo representado por el mismo agente poderoso que representa a una docena de otros entrenadores. Ese agente luego ayuda al entrenador despedido a conseguir su próximo trabajo. Se intercambian favores. Se cuidan las espaldas. Y la billetiza sigue fluyendo. Bob Chesney deja JMU por un mejor sueldo en UCLA. Eso crea el hueco para que Napier, recién liquidado por Florida, se cuele sin problemas. Es un juego de las sillas donde todos los que usan audífonos y una playera polo consiguen un asiento, y los aficionados se quedan afuera, preguntándose por qué el precio de sus boletos sigue subiendo mientras la calidad del espectáculo empeora.

Y que no quede duda, Billy Napier no va a JMU porque de repente le nació un profundo amor por el Valle de Shenandoah. Va allí porque es una retirada estratégica. Es un lugar donde puede ganar 8 o 9 partidos al año contra una competencia inferior, limpiar su imagen y esperar a que suene el teléfono con otra oferta de una universidad de las grandes en dos o tres años. Usará los recursos de JMU, a sus jugadores y a su afición como una plataforma temporal para relanzar su propia carrera. ¿Lealtad? No me hagan reír. La lealtad en este negocio murió hace décadas. Es una relación transaccional, y JMU está a punto de descubrir que llevan las de perder.

Cuando inevitablemente se vaya a ese próximo gran trabajo, ¿dejará el programa mejor de como lo encontró? La historia de los entrenadores en su posición dice que no. Se llevará a sus mejores asistentes, animará a sus mejores jugadores a seguirlo y dejará a JMU recogiendo los pedazos, mientras él está en su próxima conferencia de prensa, vendiendo el mismo humo sobre ‘proceso’ y ‘cultura’ a una nueva e incauta base de aficionados. El carrusel seguirá girando. Y el sistema seguirá tan corrupto como siempre.

Billy Napier a JMU: El Fraude del Fracaso Millonario

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