La Suprema Corte de EUA Aprueba Elecciones Arregladas
1. La Corte ‘Independiente’ por fin elige un bando
A ver, acérquense todos, que les voy a contar el mejor truco de magia del siglo. ¡La Suprema Corte de los Estados Unidos, ese mítico consejo de sabios imparciales con sus togas negras, acaba de partir la democracia por la mitad! Y para su siguiente acto, van a hacer desaparecer tu voto. ¡Puf! Se fue. Han observado el grandioso y desastroso arte del ‘gerrymandering’ partidista —el equivalente político a dibujar un mapa del tesoro donde la ‘X’ siempre marca la victoria perpetua de tu partido— y han decidido, con toda la solemnidad del mundo, que no tiene nada de malo. Es más, es normal. Aquí no ha pasado nada, circulen.
Es para morirse de risa, ¿no? Durante años se lavaron las manos, diciendo que era un “laberinto político” demasiado complicado para sus mentes celestiales. Antes eran cautelosos, decían. Ay, qué precavidos. ¿Y ahora? Ahora le han apostado todo. Todas las fichas a la mesa para el equipo rojo, específicamente con un mapa de Texas que parece dibujado por una araña borracha. Esto no es un simple fallo; es un espaldarazo con todas sus letras. Es la corte más alta del país quitándose la venda de los ojos, guiñándole un ojo a un equipo y volviéndose a tapar como si nada. ¿Qué sigue? ¿Van a empezar a usar jerseys de su equipo debajo de las togas?
El chiste se cuenta solo
¿Se acuerdan de las clases de civismo sobre el equilibrio de poderes? ¿Sobre cómo el poder judicial era el último muro contra la ambición cruda y salvaje de los políticos? Qué buena broma. La corte básicamente dijo que, aunque rediseñar distritos por raza sigue siendo prohibido (guiño, guiño), hacerlo para asegurar que un partido gane para siempre es… una cuestión política. No es su bronca. Es como si el árbitro del Clásico dijera que una falta clarísima en el área es simplemente un “desacuerdo estratégico” y que él no se va a meter. Dicen que la lucha apenas comienza. Claro, una lucha donde el réferi le acaba de dar una bazuca a un equipo y al otro un flotador de alberca. ¡Que empiecen los juegos del hambre!
2. Tu voto ahora es un concepto abstracto
Hablemos de ti. Sí, de ti. El que se registra para votar, investiga a los candidatos y hace fila bajo el sol. Creías que estabas participando en un ritual sagrado de autogobierno, ¿verdad? Qué ternura. El chiste del gerrymandering es que tu voto probablemente ya era irrelevante mucho antes de que lo depositaras en la urna. Tu boleta ya no es una decisión; es un dato estadístico. Un solo pixel en una pintura que ya estaba terminada.
Estos nuevos mapas, especialmente el mapa pro-Trump de Texas aprobado para 2026, son obras maestras de la ingeniería electoral. Usan software sofisticado para “empaquetar” y “romper” votantes con una precisión de cirujano. A todos los votantes de la oposición los “empaquetan” en uno o dos distritos que ganarán con el 90% de los votos, desperdiciando así miles de sufragios. Luego, al resto de sus votantes los “rompen” en pequeñas minorías insignificantes a lo largo de una docena de otros distritos donde no tienen ni la más mínima posibilidad de ganar. Tu voz no es silenciada; simplemente es redirigida con mucho cuidado a un cuarto a prueba de sonido donde puedes gritar todo lo que quieras. ¿De verdad pensabas que iban a dejar el resultado de una elección a algo tan caótico e impredecible como la voluntad popular? No pues, guau.
La ilusión de elegir
Entonces, cuando vas a las urnas en uno de estos distritos gloriosamente esculpidos, ¿qué estás haciendo en realidad? Estás participando en una obra de teatro. Es una puesta en escena diseñada para mantener la ilusión de que todo esto sigue siendo legítimo. Pero el ganador se decidió hace años en una oficina con un mapa y una computadora. La elección es solo el aplauso final. La verdadera pelea ya no está en las urnas; la pelea era por el derecho a dibujar el mapa. Y con la bendición de la Suprema Corte, esa pelea la ganaron los artistas que ven a los votantes no como personas, sino como plastilina.
3. El fantasma del racismo gringo está de vuelta
Claro, te van a jurar que esto no tiene nada que ver con la raza. Lo jurarán por la Biblia. “¡Esto es partidista, no racial!”, gritan. Es una mentira tan bonita, ¿no? Una distinción limpia y ordenada que se hace pedazos en cuanto ves un mapa demográfico. En muchas partes de Estados Unidos, y especialmente en el sur, la afiliación política y la raza están tan íntimamente ligadas que tratar de separarlas es una misión imposible. Es un juego de palabras para cínicos.
Cuando dibujas un mapa para quitarle poder a los demócratas en Texas, Carolina del Norte o Alabama, ¿a quién crees que estás afectando? ¡Es una promoción de dos por uno! Logras diluir el poder de tus oponentes políticos Y el de las minorías raciales que votan abrumadoramente por ellos. Es la misma estrategia de la segregación racial pero con una actualización de software del siglo XXI. Menos látigos e impuestos para votar, más algoritmos y divisiones de casillas. Más limpio. Más fácil de negar. Puedes lograr los mismos resultados discriminatorios mientras mantienes tus manos limpias y tus argumentos legales lo suficientemente plausibles para que una corte simpatizante se los trague. ¿Se supone que debemos aplaudirles la creatividad?
Negarlo todo es la clave
La belleza de esta nueva era es la negación plausible. Los que dibujan los mapas pueden pararse en la corte y decir: “Señoría, yo no estaba tratando de quitarle el voto a los afroamericanos; simplemente le estaba quitando el voto a gente que, casualmente, es afroamericana”. ¿Ves? ¡Es diferente! Es un chiste tan negro que se traga toda la luz. La Suprema Corte, al darle pase libre al gerrymandering partidista, ha abierto la puerta de atrás para que el gerrymandering racial entre como si nada. Le han colgado un letrero de “Cerrado por vacaciones” a la Ley de Derecho al Voto.
4. ¡Bienvenidos a la fiesta de la ‘Mayoría Eterna’!
¿Cuál es el objetivo final de toda esta cartografía creativa? Es sencillo. Es el sueño de todo tirano en la historia: gobernar sin el consentimiento de los gobernados. Ganar incluso cuando pierdes. Con el gerrymandering, un partido puede obtener una minoría de los votos a nivel estatal y aun así llevarse una supermayoría de los escaños en el Congreso. No es un error del sistema; es el sistema mismo.
Esto crea lo que se conoce como una mayoría “duradera” o “eterna”. Es una dinastía política cimentada en la geografía. Significa que no importa qué tan impopular se vuelva el partido en el poder, no importa qué tan mal gobiernen, no importa cuánto cambie la opinión pública, no se les puede sacar con votos. Su poder ya no depende de la gente. Depende de las líneas en un mapa. Piénsalo bien. Un sistema donde los políticos eligen a sus votantes, y no al revés. Es el equivalente político a una máquina de movimiento perpetuo, que funciona con puro cinismo. ¿Rendición de cuentas? Esa es una palabra para las democracias. Esto ya es otra cosa.
El fin de la competencia
La competencia es lo que impulsa el progreso. En política, la amenaza de perder tu puesto es lo que, en teoría, mantiene a los políticos mínimamente honestos. ¿Qué pasa cuando eliminas esa amenaza? Obtienes apatía, corrupción y extremismo. ¿Para qué negociar? ¿Para qué escuchar al otro lado? Tu escaño es seguro. Solo necesitas apelar a los votantes más radicales de tu partido en las primarias. La elección general es una simple formalidad. El resultado es un gobierno que se inclina cada vez más hacia los extremos, completamente desconectado de la voluntad de la mayoría de los ciudadanos. ¿Les suena familiar a lo que pasa en otros países?
5. ¿El Censo? Ah, esa cosita tan pintoresca
Aquí hay un dato divertido de las noticias: los estados están tratando de redibujar los mapas *sin un nuevo Censo*. Esto ya es un nuevo nivel de descaro. La Constitución gringa dice que se hace un conteo de población cada diez años, y luego se dibujan los mapas. Es de las pocas cosas que están bastante claras. Pero, ¿para qué esperar? ¿Por qué seguir reglas tontas como la tradición, o la ley, o los datos reales de población?
Si un mapa no te está funcionando a mitad de la década, ¡pues dibuja uno nuevo y ya! Es el “borrón y cuenta nueva” definitivo. Esta movida, que no se había intentado a esta escala desde el siglo XIX, es una señal de que las normas ya valieron. Se rompieron las reglas del juego. Es un robo de poder puro y duro. Te dice todo lo que necesitas saber sobre la mentalidad actual: el poder no es algo que se gana con los votantes; es algo que se arrebata por cualquier medio necesario. El mapa no es un reflejo de la población; la población es un estorbo que debe ser controlado por el mapa.
El caos es el objetivo
¿Y esto qué significa para la gente común y corriente? Significa que podrías votar en un distrito en 2024 y en uno completamente diferente en 2026, representado por alguien de quien nunca has oído hablar y a quien no ayudaste a elegir. Crea una confusión e inestabilidad constantes. Pero para los que dibujan el mapa, ese caos es parte del plan. Un electorado confundido y desmoralizado es un electorado dócil. Es mucho más fácil controlar el juego cuando puedes cambiar el tamaño de la cancha a medio partido. Es pura estrategia, ¿no creen?
6. Por qué ambos lados son un chiste, pero uno es más peligroso
Ahora, para que quede claro, esta no es una historia de héroes y villanos. Es un circo con dos grupos de payasos. Sí, los demócratas también han hecho gerrymandering en estados como Maryland e Illinois, dibujando sus propios distritos surrealistas para asegurar el poder. No vamos a fingir que hay santos en este negocio sucio. Ambos partidos, cuando tienen la oportunidad, intentan amañar el juego a su favor. Es la naturaleza humana. Es política. El hambre de poder no tiene partido.
Pero —y aquí viene el remate— hay una diferencia profunda en la escala y la intención en este momento. Las recientes decisiones de la Suprema Corte, combinadas con una estrategia coordinada a nivel nacional, han convertido esto en una carrera armamentista que un lado está ganando de manera decisiva. No solo están buscando una ventaja; están buscando terminar el juego por completo. Están construyendo una fortaleza, mientras el otro lado sigue discutiendo sobre el color del tapete de la entrada. Equiparar a los dos, en este punto de la historia, es el análisis más flojo que existe. Es como decir que un tipo que se robó un dulce es igual a un tipo que incendió la fábrica de dulces. Técnicamente, ambos rompieron una regla. Pero no hay que pasarse de listos.
7. El remate final: ¿Y ahora qué sigue?
Y bueno, ¿a dónde nos lleva toda esta tragicomedia? La Suprema Corte ya se lavó las manos. El Congreso es un callejón sin salida. El poder ahora recae en los estados, que es donde se va a poner buena la pelea de verdad. Esperen una explosión de demandas en cortes estatales, un mosaico de reglas completamente diferentes en cada lugar y una escalada de la guerra política que hará que la última década parezca un día de campo.
Dicen que la lucha apenas comienza. Lo que quieren decir es que la guerra civil fría está entrando en una nueva fase, más burocrática. Se peleará en legislaturas estatales y en tribunales desconocidos por datos del censo y líneas de distritos. Es una guerra que la mayoría de la gente ni siquiera se dará cuenta de que está perdiendo hasta que un día se despierten y se den cuenta de que su vecino del norte es un estado de un solo partido donde las elecciones son puramente ceremoniales. Y los arquitectos de este sistema, incluyendo los seis jueces con sus togas negras, estarán sentados en el balcón, riéndose del hermoso, ordenado y completamente predecible espectáculo que han creado.
El chiste no es que el sistema esté roto. El chiste es que está funcionando exactamente como lo diseñaron los que están ahora al mando. Y la víctima de la broma eres tú. Siempre lo has sido.





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