El Mito de la Seguridad: Quién Gana con el Cierre de Escuelas

El Mito de la Seguridad: Quién Gana con el Cierre de Escuelas

El Mito de la Seguridad: Quién Gana con el Cierre de Escuelas

La Excusa de la Lluvia y la Verdad Oculta

Hablemos claro, sin rodeos. Cuando leemos los titulares sobre la suspensión de clases en el Metro de Detroit o cualquier otra ciudad, no estamos viendo una simple reacción ante el clima. Estamos viendo un síntoma de algo mucho más profundo y podrido en el sistema educativo. La excusa oficial es la nieve, el hielo, el frío extremo. Nos dicen que es por la “seguridad” de los estudiantes. Pero un investigador cínico (como yo) tiene que preguntar: ¿desde cuándo somos tan frágiles? ¿Desde cuándo un poco de lluvia o una nevada ligera paraliza por completo a toda una institución? No se equivoquen, esto no es un acto de precaución; es una jugada de poder burocrático. Es la manifestación de una administración centralizada que prefiere evitar cualquier atisbo de responsabilidad a costa de la rutina de los ciudadanos y la educación de los niños. Es la prueba de que el sistema ha priorizado la gestión de riesgos legales sobre la verdadera función de la escuela. Y mientras los padres se las arreglan para cuidar a sus hijos en casa, los burócratas detrás de los escritorios están celebrando que se ahorraron unos pesos en calefacción y transporte.

El Negocio de la Suspensión

En México, no tenemos las mismas nevadas, pero tenemos nuestras propias excusas: lluvias torrenciales, frentes fríos que bajan un par de grados la temperatura, o incluso pretextos más turbios como problemas de infraestructura (falta de agua, cortes de luz). El resultado es el mismo: se suspenden las clases. Y aquí viene lo interesante: el sistema de educación pública, tanto en Estados Unidos como en América Latina, opera bajo una lógica de financiamiento que depende de la asistencia y el cumplimiento del calendario escolar. Históricamente, un día perdido significaba un día que tenía que ser repuesto. Pero con la llegada de la pandemia y la normalización de la educación a distancia (virtual), la burocracia encontró la fórmula mágica. Ahora, una suspensión de clases por “mal tiempo” no es un día libre; es un día de clases virtuales obligatorias. Esto es un truco maestro. La administración evita la pérdida de fondos al continuar con la enseñanza virtual, pero se ahorra los costos operativos de tener las escuelas abiertas: luz, agua, gas, personal de limpieza, cafetería. Es una ganancia financiera para el aparato burocrático, disfrazada de un acto de “cuidado” por los niños. Los administradores se lavan las manos de la responsabilidad de mantener las escuelas en funcionamiento, mientras que los padres, especialmente aquellos en trabajos esenciales o de bajos salarios que no permiten el teletrabajo, cargan con el problema logístico de tener a sus hijos en casa.

La Corrupción Silenciosa de la Infraestructura

Pensemos en la infraestructura. ¿Por qué las escuelas son tan vulnerables a un evento climático predecible? En Michigan, la nieve en invierno no es una sorpresa. En el norte de México, los frentes fríos tampoco. La incapacidad de las escuelas para operar en estas condiciones apunta a una mala gestión de los recursos. ¿A dónde va el dinero de los impuestos? No parece ir a mantener los sistemas de calefacción o a asegurar que los accesos estén despejados. Se desvía a salarios administrativos inflados, proyectos de consultoría innecesarios o, en el peor de los casos, a corrupción directa. La suspensión de clases es la confesión de un fracaso administrativo. Es la admisión de que la infraestructura escolar está tan abandonada que no puede soportar un cambio climático menor sin poner en riesgo la seguridad. La excusa del clima es perfecta porque nadie puede culpar a la naturaleza. La responsabilidad por la falta de inversión en mantenimiento se diluye en la narrativa de la “fuerza mayor”. Es un ciclo vicioso de desvío de recursos, deterioro de la infraestructura y excusas burocráticas.

El Futuro del Control Educativo: Adiós a la Escuela Física

Esta tendencia no es accidental; forma parte de una estrategia a largo plazo para transformar la educación. El objetivo final de la administración centralizada no es solo ahorrar dinero, sino también consolidar el control sobre el currículo y la información. La educación virtual, promovida a través de las suspensiones por “seguridad”, permite a las autoridades centralizar el control. Cuando los estudiantes están en casa, cada clic, cada respuesta, cada interacción puede ser rastreada y analizada. Esto le da al estado un poder sin precedentes sobre la recopilación de datos de los estudiantes, mucho más allá de lo que era posible en la escuela física. La meta de esta transformación digital, bajo la narrativa de la “flexibilidad” y la “adaptación”, es eliminar la necesidad de las instalaciones físicas. El objetivo es desmantelar el concepto de una escuela local, comunitaria, donde los padres tienen voz. En su lugar, se propone un modelo de educación estandarizado a nivel nacional o incluso global, donde el contenido es dictado por la burocracia y las corporaciones tecnológicas, no por los maestros locales. La “suspensión de clases” es simplemente un ensayo general para este futuro distópico, donde la presencia física es opcional y el control digital es total. Este modelo, en el contexto de un país como México con grandes brechas digitales, no solo es excluyente, sino que acentúa las desigualdades existentes.

La Burla de la Autoridad

El argumento de la “seguridad” es la herramienta más efectiva de control social. Cuando la autoridad invoca la seguridad, la gente tiende a someterse sin cuestionar. La burocracia sabe esto. Utiliza el pretexto de un poco de nieve o lluvia para ejercer un poder desmedido, para recordarle a la población quién tiene el control. Lo que vemos en Detroit, en este caso, es un ejemplo de cómo una sociedad hiper-regulada pierde su resiliencia. En lugar de enseñar a los niños y a las familias a adaptarse a las condiciones climáticas, la administración les enseña a depender de la autoridad para cada pequeña decisión. El resultado final es una sociedad más dócil y menos capaz de autogestionarse. El día de nieve no es un regalo; es una herramienta de control burocrático, y debemos estar atentos a lo que no se convierta en la nueva normalidad.

El Mito de la Seguridad: Quién Gana con el Cierre de Escuelas

Publicar comentario