Mick Foley Desata el Escándalo Político de WWE y Trump

Mick Foley Desata el Escándalo Político de WWE y Trump

Mick Foley Desata el Escándalo Político de WWE y Trump

El Silencio de WWE Se Rompe: Foley Muestra la Neta del Cuento

Hay que ser honestos, cuando Mick Foley levantó la voz, no estaba solo dando su opinión personal. Esto fue un madrazo directo al centro de la maquinaria de WWE, y la neta es que están temblando tras bambalinas. La versión oficial, la que quieren que te tragues, es que Foley es solo un exluchador quejándose de la política. Pero la verdad, la que te susurra el de adentro, es que Foley acaba de exponer la farsa que ha mantenido a WWE operando en las sombras durante décadas. El güey les echó de cabeza por la asociación política que el jefe, Vince McMahon, ha tenido con Donald Trump.

Cuando Foley dijo que le resultaba incomprensible (lo que en México diríamos “no me cabe en la cabeza”) cómo sus colegas podían apoyar a Trump, no estaba hablando de una simple diferencia de opinión. Estaba hablando de la cultura de la empresa donde la lealtad a Vince McMahon significa lealtad a todo lo que Vince apoya. Y eso incluye a un presidente con el que tiene lazos profesionales y personales de años. Esto no es solo un pleito político; es un ajuste de cuentas moral para una compañía que se enriqueció a costa de los fans de clase trabajadora, mientras que sus dueños se aliaban con una agenda política que muchas veces iba en contra de los intereses de esa misma gente. ¿Cómo le llamas a eso? Hipocresía pura.

La Mentira Oficial: WWE es un Negocio Aislado de la Política

La WWE ha pasado años vendiéndote la idea de que son una “empresa de entretenimiento neutral”. Quieren que creas que entras a la arena, te olvidas del mundo real y disfrutas del show. Te dicen que todos los fans son bienvenidos, sin importar lo que piensen. Y sí, muestran personajes diversos y hasta “progresistas” en la televisión. Pero si has puesto atención de verdad, sabes que esa neutralidad es más falsa que un billete de tres pesos. Es un truco para cuidar sus finanzas mientras la familia McMahon se mete hasta la cocina en la política de alto nivel.

Ponte a pensar, ¿cuándo fue la última vez que viste a un luchador decir algo realmente controversial sobre política que no fuera parte de un guion? Nunca. Si un luchador se sale del guion, lo castigan, lo despiden o lo borran del mapa. La regla no escrita en WWE es: puedes ser el malo o el bueno, pero no puedes desafiar la autoridad de Vince McMahon o la dirección que él marca. No es una democracia, es una dictadura. Y cuando Vince se alinea con un político, esa alineación se vuelve parte de la identidad de la empresa, les guste o no a los luchadores.

La decisión de Foley de cortar lazos por esta asociación no es solo por Trump. Es una declaración de que “ya estuvo bueno” de este sistema. Está diciendo: “El valor de entretenimiento de WWE ya no es suficiente para justificar la doble moral que hay que tener para estar asociado con ellos”. Y esa declaración, viniendo de una leyenda del Salón de la Fama, pesa más que cualquier protesta de fans. Obliga a todos a ver la realidad: la compañía que aman eligió un bando en una guerra política muy polarizada.

La Verdad Oculta: La Historia de los Lazos Políticos de McMahon

La relación entre Vince McMahon y Donald Trump no es un simple capricho de amigos; es una alianza estratégica que lleva décadas. ¿Te acuerdas de WrestleMania 23? La “Batalla de los Multimillonarios” no fue solo un buen espectáculo televisivo. Fue una alineación política premeditada entre dos de los hombres más poderosos y obsesionados con la imagen en Estados Unidos. La imagen de Trump afeitándole la cabeza a Vince, y luego la inducción de Vince al Salón de la Fama de WWE por parte de Trump, selló su pacto frente a millones. Les dio una plataforma a ambos para subir su perfil público, borrando la línea entre el entretenimiento deportivo y el teatro político.

Pero la cosa no paró ahí. Linda McMahon, esposa de Vince, fue nombrada por Trump para dirigir la Administración de Pequeñas Empresas. Y luego presidió el Super PAC America First Action, una de las principales herramientas de recaudación de fondos para la reelección de Trump. No nos hagamos tontos: esto no es una asociación casual; es una participación profunda y sistémica en los niveles más altos del gobierno. El dinero que se mueve, la influencia que se compra, todo está atado a la estructura corporativa de WWE. Decir que WWE es una entidad separada de estas acciones políticas es de una ingenuidad de risa.

Entonces, cuando Foley pregunta cómo sus colegas pueden apoyar a Trump, en realidad está preguntando cómo pueden apoyar la maquinaria política de la familia McMahon. Les está pidiendo que elijan entre su conciencia personal y su carrera profesional. Está desafiando la jerarquía de lealtad que ha mantenido a los luchadores de WWE en su lugar por generaciones. Foley, como leyenda, puede darse el lujo de irse. ¿Pero qué pasa con los luchadores que están en la mitad de la cartelera? ¿Qué pasa con las estrellas en ascenso que saben que su oportunidad está directamente ligada a mantener la boca cerrada sobre las inclinaciones políticas del jefe?

El Dilema Silencioso del Roster: Miedo vs. Conciencia

Lo más revelador de la crítica de Foley no es lo que dijo sobre Trump, sino lo que dijo sobre sus colegas. Los confrontó directamente: “Cómo cualquiera de mis colegas de WWE puede apoyar, y no se diga estar junto a Donald Trump, no me cabe en la cabeza”. Esto no es una simple queja política; es una crítica directa a luchadores como Kane (Glenn Jacobs), que se convirtió en alcalde republicano de Tennessee y apoyó activamente a Trump. Es una crítica a todos los luchadores que han aparecido en mítines políticos o han expresado apoyo al expresidente.

La razón por la que lo hacen, o por la que no hablan en contra, es simple: miedo. Miedo de que les corten el “push” (el impulso en su carrera). Miedo de perder su lugar en el roster. Miedo de ser vetados del Salón de la Fama. La neta es que Vince McMahon tiene todo el poder, y espera lealtad por encima de todo lo demás. Esto no es exclusivo de WWE; así funciona a menudo el mundo corporativo. Pero en WWE, la relación personal entre el dueño y una figura política hace que este dilema sea de alto riesgo. La declaración de Foley obliga a todo el roster a mirarse al espejo. ¿Están dispuestos a comprometer sus valores por un cheque? Parece que muchos sí lo están dispuestos. La declaración de Foley es un desafío a ese silencio, un llamado a la integridad en un negocio que a menudo se define por la artificialidad.

Esto no es solo sobre un político. Esto es sobre el futuro de la lucha libre. Durante décadas, la lucha libre fue un escape necesario para millones. Ahora, mientras la línea entre el entretenimiento y la política se desdibuja, los fans se ven obligados a elegir entre apoyar a la empresa y apoyar sus propios valores. La decisión de Foley de irse no es solo una elección personal; es un síntoma de un problema mucho más profundo en la industria. Es una señal de que las viejas formas están muriendo, y la nueva generación de luchadores y fans exige algo más auténtico. Exigen una compañía que realmente represente a todos, no solo las ambiciones políticas de sus dueños multimillonarios.

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