Los Algoritmos Arruinaron la Magia Navideña del Cine

Los Algoritmos Arruinaron la Magia Navideña del Cine

Los Algoritmos Arruinaron la Magia Navideña del Cine

El Gran Fraude Algorítmico Navideño: Por Qué Ya No Podemos Simplemente Disfrutar de una Película

Q: ¿Por qué hay una conspiración detrás de todas las listas de ‘mejores películas de Navidad’ que vemos en línea?

Absolutamente. Y no es una conspiración en el sentido de que un grupo de personas se reúna en un sótano para planear el fin de la Navidad, sino más bien una conspiración de la tecnología y el marketing. Cuando nos bombardean con listas de “las mejores películas navideñas” o “las películas que eligen los famosos” (como las que mencionan a celebridades como Kate Hudson o Kevin Hart), no estamos presenciando un acto de genuina recomendación. Estamos siendo sometidos a una estrategia de monetización de contenido. (Piensa en esto: cada vez que alguien te dice que veas *El Grinch* o *Mi Pobre Angelito* de nuevo, esa recomendación no es casualidad; es parte de un ciclo de marketing impulsado por las plataformas de streaming.)

La verdad es que la tecnología ha transformado la Navidad de un momento de quietud y tradición en un frenesí de consumo digital. Antes, la búsqueda de una película navideña era un ritual en sí mismo. Esperabas el estreno en televisión (recordemos los días en que *Home Alone* o *El Expreso Polar* solo se transmitían en ciertos horarios) o tenías que ir a rentar un VHS. Esa escasez creaba valor. Ahora, tenemos acceso a *todo*, pero esa abundancia nos ha llevado a la parálisis de la decisión. En lugar de disfrutar de una película, pasamos 45 minutos en Netflix o Amazon Prime, navegando por categorías que han sido creadas específicamente para nosotros por un algoritmo. (Y créeme, esas categorías hiper-específicas, como “películas para amantes de la decoración de interiores” que menciona el insumo, no son un gesto amable; son una forma de optimizar la retención de usuarios.)

Q: ¿De verdad las recomendaciones de celebridades como Kate Hudson no son genuinas? ¿No tienen derecho a sus gustos?

Claro que tienen derecho a sus gustos, pero seamos honestos: cuando una celebridad de la talla de Kevin Hart o Hugh Jackman participa en este tipo de listas, no lo hacen por la bondad de su corazón. Lo hacen porque es parte de su estrategia de marca personal o porque están promocionando su propia película navideña. La línea entre la recomendación personal y el marketing descarado se ha borrado por completo. El algoritmo usa la celebridad como un gancho humano para legitimar el contenido que de todas formas ya iba a promocionar. (Es la misma lógica que usan los influencers en Instagram; no es un consejo de un amigo, es publicidad pagada.)

En el fondo, estas listas de famosos nos roban la oportunidad de crear nuestra propia nostalgia. En México y América Latina, nuestras tradiciones navideñas están profundamente arraigadas en la cultura popular, a menudo con un toque local. La nueva generación, en cambio, está siendo alimentada con contenido globalizado y prefabricado por las plataformas, lo que diluye la autenticidad de la experiencia. Los algoritmos nos dicen que *Elf* o *Love Actually* son las películas que debemos amar, porque son las que generan más interacciones y datos. Es la muerte de la serendipia y el triunfo del contenido curado. (Y lo que es peor, nos hace creer que estamos eligiendo libremente cuando en realidad estamos siguiendo un guion tecnológico preestablecido.)

Q: ¿Cómo es que las categorías de películas se volvieron tan específicas? ¿Qué significa “Películas Navideñas para Amantes de la Decoración”?

Esto es el colmo del control algorítmico. Cuando vemos categorías tan específicas como “15 Películas Navideñas para Adultos” o “Películas para amantes de la decoración,” estamos viendo la aplicación directa de la inteligencia artificial para segmentar audiencias. Los algoritmos de las plataformas de streaming (Netflix, HBO Max, Disney+, etc.) recogen datos sobre absolutamente todo lo que haces: tus búsquedas, tus hábitos de compra, tus preferencias de series. Saben que si viste programas de diseño de interiores o de remodelación de casas, es probable que te interese una película que tenga una casa navideña espectacular. (Es una forma de predecir tu comportamiento, no de entender tu gusto.)

Esta hiper-personalización mata la experiencia compartida. En lugar de que todos vean la misma película y tengan una conversación en común (como pasaba con *Qué Bello es Vivir* o *Vacaciones de Navidad*), cada persona en la casa ve una película diferente, recomendada por un algoritmo individual. Estamos siendo divididos en nichos de consumo cada vez más pequeños, y esto tiene implicaciones sociales profundas. La tecnología, supuestamente diseñada para conectarnos, en realidad nos aísla en nuestras propias burbujas de contenido. La Navidad, que debería ser la fiesta de la unidad, se está convirtiendo en la fiesta de la individualidad algorítmica. (Y créeme, no hay nada más deprimente que eso.)

Q: ¿Podemos recuperar la magia navideña o estamos condenados al control tecnológico?

La verdad es que la tecnología no va a retroceder. De hecho, la próxima frontera del control tecnológico no será solo recomendarnos películas, sino generarlas. Imagina un futuro en el que la inteligencia artificial crea una película navideña única y personalizada para ti. El algoritmo analizará tus emociones, tu historial de visualización y tus preferencias estéticas para crear una película que te garantice el 100% de satisfacción. Será una obra de arte tecnológicamente perfecta, diseñada para manipular tus sentimientos. (Pero carecerá de alma, de esa chispa humana que solo viene de la imperfección y de la creación artística no optimizada.)

La nostalgia real no se puede replicar con datos. La magia de una película navideña no reside en que cumpla con todos los requisitos de un algoritmo, sino en el recuerdo de haberla visto por primera vez, en un momento específico, con personas específicas. La única forma de resistir este control es apagar la pantalla, dejar de lado las listas y las recomendaciones de famosos, y buscar activamente experiencias que no estén mediadas por un algoritmo. Ve al cine. Saca un DVD viejo. O, mejor aún, crea tu propia tradición sin dejar que la tecnología te diga lo que es lo que debes sentir. Es hora de recuperar nuestra Navidad delantera para evitar que la Navidad se convierta en pan comido para el gran mercado tecnológico.

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