Vanguard Manda al Carajo 60/40: Renta Fija es la Onda

Vanguard Manda al Carajo 60/40: Renta Fija es la Onda

Vanguard Manda al Carajo 60/40: Renta Fija es la Onda


El Velorio del 60/40: Cuando el Gigante Gringo Mueve Sus Fichas

Pero a ver, ¿qué onda con esto de que el gestor de inversiones más grande y más aburrido del mundo, el mismísimo Vanguard, decide tirar a la basura la regla de oro de las finanzas personales? Están diciendo que el famoso colchón de 60% acciones y 40% bonos, que ha sido el catecismo de los inversionistas por décadas, es basura, y que ahora la onda es al revés: 60% en renta fija y solo 40% en el volátil mundo de las acciones.

Y seamos sinceros, lo que Vanguard está gritando a los cuatro vientos es que ya se les acabó el corrido del dinero regalado, y que la orgía de deuda de las últimas décadas, donde los bancos centrales se aventaron la casa por la ventana con tasas de interés ridículamente bajas para que la economía no tronara, por fin está llegando a su fin, lo que significa que la renta fija, ese primo aburrido que nadie quería invitar a la fiesta, de repente se puso guapo y está ofreciendo rendimientos reales, haciendo que las acciones, que antes eran el alma de la fiesta, se vean como una inversión de alto riesgo y baja recompensa. Ya era hora, ¿no?

P: ¿Por qué Vanguard se despierta de golpe y pide voltear el portafolio justamente para 2026?

Porque estos cuates no dan paso sin huarache, y están detectando que la fiesta se puso fea. No es que 2026 sea una fecha mágica, sino que están calculando que para entonces el proceso de ‘normalización’ de las tasas de interés —es decir, el fin de la era donde el dinero era prácticamente gratis— estará bien establecido, lo que implica que el crecimiento económico va a ser más lento que el tráfico en hora pico en la Ciudad de México, y las acciones van a tener que pelear con uñas y dientes contra la nueva competencia que representa la deuda bien pagada. El 60/40 tradicional estaba más roto que promesa de político desde que la Fed (la Reserva Federal gringa) bajó las tasas casi a cero, porque el 40% de bonos no servía para nada, no te protegía de la inflación ni te daba rendimientos decentes, obligando a todos a aventarse al mercado de valores solo para no ver cómo su dinero se lo comía la inflación.

Estaba de la fregada.

Y ahora que la inflación se pegó como chicle en el zapato y las tasas de interés están por fin en niveles respetables, de repente la renta fija te ofrece un retorno real y medible que no depende de que el CEO de alguna tecnológica tenga un buen día o de si a Wall Street le da la chiripiolca, proporcionando ese flujo de ingresos constante y sonante que las poblaciones que ya están en edad de jubilarse—la base de clientes más grande de Vanguard—necesitan como agua en el desierto. Y esto es crucial: Vanguard administra las pensiones de gente cautelosa y mayor, no está jugando a la lotería con el dinero de sus clientes. Su chamba es cuidar el capital, y por primera vez en dos décadas, los bonos son mejores para eso que el mercado de acciones, que se mueve más que aguacero en carretera. Además, si ves la ola demográfica en Europa y EE. UU., donde millones se están jubilando cada año, la demanda por ingresos estables de bonos del Tesoro, deuda corporativa de alta calidad y hasta CETES gringos va a ser monumental, superando por mucho la especulación en acciones. Pero ojo, este movimiento no es un grito de revolución; es simplemente el regreso de la sensatez institucional después de una larga siesta de 15 años.

P: ¿Esto es solo por miedo a una recesión brutal, o están viendo algo más profundo?

Pero Vanguard no es de los que se asustan con cualquier ventarrón; sus proyecciones se basan en expectativas de mercado de capital a largo plazo, lo que sugiere que tendremos una década de rendimientos mediocres y apretados para las acciones, especialmente las grandes empresas de EE. UU. que han inflado sus precios hasta el cielo, principalmente porque sus valuaciones están al nivel de un capricho divino, y los márgenes de ganancia ya no pueden crecer mucho más con la inflación presionando los costos de mano de obra y materiales. Y cuando Vanguard predice que las acciones solo darán un rendimiento miserable, digamos entre 4-6% anual antes de inflación en la próxima década, mientras que la renta fija de buena calidad podría darte 5% con mucha menos volatilidad, las cuentas te dicen a gritos ‘¡voltea el portafolio, carnal!’ especialmente si necesitas usar ese dinero pronto o si quieres proteger tu capital de una corrección fea del 30%.

Están salvando el pellejo.

Y no olvidemos que la historia del 60/40 se basa en que las acciones y los bonos se movieran en direcciones opuestas: cuando las acciones caían, los bonos subían, actuando como un seguro perfecto. Esa relación se fue a la basura durante el pico inflacionario post-pandemia, donde ambas clases de activos cayeron al mismo tiempo, dejando a los inversionistas sin un solo lugar donde esconderse, lo cual fue un golpe traumático que los gigantes financieros aún están tratando de superar, haciendo que este giro defensivo sea vital para recuperar la confianza de la clientela, no solo en EE. UU., sino en la inversión global que se apalanca en el dólar.

Y si de verdad te pones a pensar en las implicaciones de un mundo 40/60, significa que el sistema financiero está entrando en un nuevo paradigma donde el dinero tiene un costo real, el apalancamiento es caro, y los activos de riesgo tienen que competir con rendimientos garantizados. Esto es, fundamentalmente, una pésima noticia para todo el sector especulativo del mercado de valores que solo pudo sobrevivir porque la deuda era gratis. Y para el inversionista mexicano o latinoamericano, esto resuena doblemente, ya que la estabilidad de los bonos del Tesoro de EE. UU. (los gringos, los más seguros) dicta la cancha para los bonos de países emergentes, incluyendo los CETES, que aunque tienen sus riesgos locales (como la incertidumbre política y la dependencia del dólar), se vuelven relativamente más atractivos si el gran hermano del norte está validando la estrategia de renta fija.

P: ¿Poner el 60% en Renta Fija es la panacea, o es una receta genérica para la flojera institucional?

Y ojo, esto no es un consejo financiero personalizado para ti; esta es una recomendación masiva diseñada para evitar que el mayor número posible de personas cometan una tontería monumental, asegurando que cuando el trancazo inevitable llegue, Vanguard no se inunde de cartas de jubilados furiosos que vieron cómo sus ahorros se hicieron polvo por estar demasiado expuestos al NASDAQ. Pero incluso dentro del mundo de los bonos, no puedes simplemente comprar cualquier cosa chafa; Vanguard no te está diciendo que vayas a comprar bonos basura que van a caer en default al primer estornudo económico, sino que se refiere específicamente a deuda de alta calidad, de grado de inversión: bonos del Tesoro, corporativos sólidos, lo que no desaparece cuando hay turbulencia.

Se requiere ser astuto.

Porque el verdadero truco está en la duración: si de repente le vas a meter el 60% de tu patrimonio a bonos, tienes que ser extremadamente consciente del riesgo de la tasa de interés. Si los bancos centrales deciden que no han terminado de subir tasas, los inversionistas tienen que inclinarse hacia bonos de corta duración, que vencen rápido, permitiendo que el capital se reinvierta a tasas potencialmente más altas. Si te amarras a un bono a 30 años que pierde el 20% de su valor de mercado si las tasas suben un punto porcentual inesperadamente, ya valió. Y aquí es donde el inversionista promedio la va a regar, ya sea buscando rendimientos altos en activos de largo plazo o cayendo en fondos de renta fija con riesgo de crédito oculto, convirtiendo el buen consejo de Vanguard en una verdadera catástrofe financiera personal.

Pero lo verdaderamente satírico de todo esto es ver cómo todo el periodismo financiero global finge que la regla 60/40 no era la verdad absoluta hace cinco minutos, y ahora todos se declaran expertos en bonos, ignorando que la renta fija se ve atractiva solo porque los banqueros centrales dejaron de jugar al populista y permitieron que las tasas se acercaran a un equilibrio de mercado después de una década de intervenciones desastrosas. Además, esto tiene una lectura local: si el dinero seguro en EE. UU. se vuelve tan atractivo, puede haber una fuga de capitales de mercados emergentes, incluyendo México, si los inversionistas deciden que un bono gringo les da casi lo mismo que un bono mexicano pero sin el riesgo político o cambiario del peso. ¡No es un juego!

P: ¿Cuáles son los riesgos si sigo este consejo 40/60 al pie de la letra en América Latina?

Y el riesgo más grande, el que nadie quiere mencionar, es que la inflación se ponga completamente indomable, convirtiendo ese rendimiento del 5% del bono en una pérdida de poder adquisitivo porque los precios de la canasta básica suben al 7% anual, lo que significa que estás garantizado a perder dinero real, aunque sea de forma lenta y predecible, en lugar de arriesgarte a la volatilidad aguda del mercado de valores. Pero si la economía mundial logra el milagro del ‘aterrizaje suave’—algo tan raro como ver un billete de 500 pesos tirado en la calle sin que nadie lo haya recogido—y las acciones se disparan con fuerza hacia 2026 gracias a la inteligencia artificial o alguna estabilidad geopolítica milagrosa, entonces el inversionista conservador 40/60 se habrá quedado muy atrás, perdiéndose de una generación masiva de riqueza por quedarse sentado en la banca.

Te quedas en la orilla.

Porque seamos honestos, nadie se ha vuelto rico con el 60% en bonos del Tesoro, y aunque el consejo de Vanguard es bueno para cuidar lo que ya tienes, es pésimo para los jóvenes o para aquellos con horizontes de inversión largos que todavía están en la fase de acumulación de patrimonio y deberían ver cada corrección del mercado como una oportunidad de rebaja, llenando sus carteras con acciones de alto crecimiento que inevitablemente se apreciarán en 30 años, sin importar lo que las tasas de los bonos hagan en el corto plazo. Y la ironía es palpable: la recomendación de Vanguard es una señal clara de que el capital institucional se está preparando para un mundo de bajo crecimiento y alta estabilidad, esencialmente vendiendo la idea de la prosperidad futura para proteger la riqueza existente, creando una grieta generacional enorme en la estrategia de inversión que castiga al joven mientras consuela al viejo. En resumen, si eres joven y tienes tiempo, ignora este consejo y sigue comprando acciones; si estás cerca de la jubilación, quizá este sea el seguro más caro que puedas comprar contra tus propios nervios.

Pero al final del día, lo que Vanguard está haciendo es gestionar las expectativas: están preparando a sus clientes para un mundo donde los rendimientos de dos dígitos de los últimos años son una anomalía histórica, reemplazando la emoción del crecimiento con el zumbido aburrido, pero reconfortante, de un ingreso estable. Han hecho las cuentas, y se dieron cuenta de que si pueden entregar un 5% anual de manera segura, nadie se quejará, mientras que una caída del 15% en la bolsa de valores desataría un motín, demostrando una vez más que en el mundo financiero, manejar la percepción es más importante que el rendimiento real. Y francamente, este giro es la forma elegante que tienen las finanzas de decir: ‘Se acabó la fiesta, chamacos. Vayan a contar sus centavos en un lugar seguro antes de que lleguen los policías y hagan un desmadre.’

Vanguard Manda al Carajo 60/40: Renta Fija es la Onda

Publicar comentario