Anne Hathaway y A24: El Entierro Definitivo del Cine Indie

Anne Hathaway y A24: El Entierro Definitivo del Cine Indie

Anne Hathaway y A24: El Entierro Definitivo del Cine Indie

Te Están Vendiendo Humo de Lujo

Y te lo Estás Tragando Completo

Y bueno, ya salió el tráiler. Los devotos del internet ya están prendiendo sus veladoras virtuales a San A24 y a su nueva apóstol, Anne Hathaway, enfundada en una peluca rubio platino que grita a los cuatro vientos “estoy en crisis existencial”. Es para una película llamada Mother Mary, un título tan mesiánico y pretencioso que te dan ganas de guacarear. La llaman una “épica de una estrella pop”. ¿Épica? No manches. Esto no es una epopeya; es una autopsia. Es el análisis forense, brillantemente filmado y perfectamente vendido, de la muerte de la idea del cine independiente, y Hathaway es simplemente la forense famosa que contrataron para que la pinche verdad no se viera tan gacha.

Vamos a dejarnos de rodeos. A24, ese estudio que alguna vez se sintió como una verdadera rebelión contra la maquinaria de Hollywood, ahora es la maquinaria. Descifraron el código. Se dieron cuenta de que no necesitas hacer películas interesantes, solo necesitas hacer películas que *parezcan* interesantes, películas que puedan reducirse a un par de GIFs melancólicos en Tumblr o a un audio de 15 segundos en TikTok. Venden estéticas, no historias. Venden una “vibra”. Y la vibra de Mother Mary es la más gastada, predecible y absolutamente cínica del mercado: el lado oscuro de la fama. ¡Wow! Qué original. ¿Una estrella del pop, dices? ¿Y su vida es… complicada? ¿Y quizá un poco… siniestra? ¡Paren las prensas! Este es el tipo de valentía conceptual que no hemos visto desde, no sé, cada maldita película o documental sobre una estrella pop femenina hecha en las últimas dos décadas. Es una receta de cocina para generar ruido de “prestigio”, y funciona porque la audiencia ha sido condicionada a confundir la iluminación sombría con profundidad y a una actriz famosa con peluca con un personaje complejo.

La Carrera Calculada de Anne Hathaway

De Princesa a Cazadora de Prestigio

Que no se malinterprete, Anne Hathaway es una profesional. Sabe actuar. Pero su carrera es una clase magistral de manejo de marca, no de riesgo artístico. Fue la novia de América en El Diario de la Princesa. Luego, giró meticulosamente hacia papeles serios, de esos que huelen a Oscar, matándose de hambre para Los Miserables y asegurando su estatuilla. ¿Y ahora? Ahora que A24 es el sello oficial de “cool” para los actores de cierta edad y ambición, aquí está, puntualita. Es un movimiento calculado, astuto, para alinear su marca personal con los que dictan el gusto de la banda “alternativa”. Esta no es una artista con una necesidad visceral de contar esta historia. Esta es una CEO haciendo una fusión empresarial inteligente.

La peluca rubia es el símbolo perfecto de todo este ejercicio hueco. No es una transformación; es un disfraz. Un marcador flojo para decir “atormentada” o “rebelde”. Es la moda noventera de mechas gruesas y raíces oscuras que los blogs de moda llaman “polarizante”, pero no tiene nada de polarizante. Es segura. Es un recuerdo, un juego de nostalgia cómodo que se hace pasar por una elección atrevida. Es el equivalente visual a una camiseta de los Ramones vendida en Coppel. Apunta a la rebeldía mientras es la cosa más comercial y segura que te puedas imaginar. No está canalizando a Alejandra Guzmán en sus inicios; está canalizando un recuerdo sanitizado y aprobado por focus groups de lo que los ejecutivos creen que era una estrella de rock. Todo el proyecto se siente como si hubiera sido concebido en una junta de marketing, no en la cabeza de un guionista. “Necesitamos un vehículo para una estrella femenina importante. ¿Cuáles son los traumas de moda? El estrellato pop. Perfecto. ¿Cuál es la estética de moda? Drama melancólico con toques de terror elevado. Ese es el rollo de A24. Llámalos. Y consigue un buen peluquero.”

El Director y la Consentida

Cuando los Rebeldes se Venden

Y luego está David Lowery. Esta es la parte que de verdad cala. El tipo que hizo A Ghost Story, una película tan paciente, tan silenciosa, tan profundamente extraña y hermosa que se sentía como una transmisión de otra dimensión. El tipo que hizo The Green Knight, una deconstrucción lodosa, rara y gloriosa del heroísmo. Era una de las pocas voces genuinamente únicas que quedaban. ¿Y ahora está haciendo una “épica de una estrella pop”? ¿Con Anne Hathaway y música de Charli XCX y Jack Antonoff? ¿Antonoff, el productor de literalmente todas las estrellas pop del planeta? Se siente como una traición. Es como ver a tu banda de garage favorita firmar con una disquera trasnacional y empezar a escribir baladas para comerciales de coches. Esto no es una película de David Lowery. Es un *producto* de David Lowery. Un artículo de lujo diseñado para ser consumido por las masas, con apenas suficientes de sus rarezas características para mantener la ilusión de que es cine de autor. Es el chef gourmet contratado para diseñar una nueva hamburguesa para una cadena de comida rápida. Podrá ser la mejor hamburguesa que hayan vendido, pero sigue siendo comida rápida.

¿Y qué hay de Michaela Coel? Una verdadera genia. Una artista de esas que salen una vez por generación, que creó I May Destroy You, una de las obras televisivas más vitales, demoledoras y formalmente innovadoras que se han hecho. Su inclusión se siente como el movimiento más cínico de todo el proyecto. Ella es la ficha de credibilidad. Es el escudo que pueden usar contra las acusaciones de ser formulistas o predecibles. “¿Cómo vamos a ser genéricos? ¡Tenemos a Michaela Coel!”, dirán. Pero, ¿cuál es su papel? Una diseñadora de moda de la que está distanciada. Un papel secundario, la comparsa del evento principal, una forma de robarle un poco de su bien ganada integridad artística y espolvorearla sobre este melodrama que suena bastante convencional. Ruego a los dioses del cine que ella eleve el material, pero me temo que el material simplemente se la va a tragar, reduciendo a una artista revolucionaria a la amiga peculiar que da buenos consejos y usa ropa increíble. Es un desperdicio. Un puto desperdicio.

El Réquiem por lo ‘Indie’

Ahora Solo es una Marca

Esta película, este momento, este tráiler perfectamente curado… representa el último suspiro del movimiento de cine independiente como lo conocíamos. “Indie” solía significar independencia. Independencia de las notas del estudio, de los focus groups, de la necesidad de contratar a la estrella más grande posible. Significaba libertad para ser raro, para ser difícil, para fracasar. Ahora, “indie” es solo un género. Una categoría de marketing. Significa un cierto tipo de fotografía digital, una paleta de colores sombría, una trama elíptica y un aire general de importancia seria. A24 no inventó esto, pero lo perfeccionaron, lo empaquetaron y se lo vendieron a las masas. Son el Starbucks del cine independiente; tomaron algo con una cultura específica y local y crearon una versión consistente, confiable y, en última instancia, desalmada que podía ser franquiciada por todo el mundo.

Mother Mary es su producto estrella para 2026. Una épica de una estrella pop. Una historia sobre el vacío de la celebridad, creada por el mismo sistema que la perpetúa. Una película que será elogiada por sus “visuales audaces” y “actuaciones valientes” mientras no dice absolutamente nada nuevo. Será una pieza de contenido exquisitamente elaborada, bellamente actuada y emocionalmente resonante. Contenido. Eso es todo lo que es. No es cine, es contenido, diseñado para llenar un hueco en un calendario de estrenos y un espacio en la conversación cultural durante unas semanas antes de que llegue la siguiente pieza de contenido. Es siniestra y seductora, nos dice el tráiler. Y tiene razón. La seducción está en el empaque, las caras familiares, la promesa de prestigio. La parte siniestra es que todo está vacío. Una concha hermosa y hueca. Y se espera que nosotros, el público, hagamos fila, paguemos nuestro boleto y finjamos que oímos el océano dentro. No lo hagan. Es solo el sonido de una caja registradora.

Anne Hathaway y A24: El Entierro Definitivo del Cine Indie

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