Bangladesh: Asesinato de Activista Enciende la Llama de la

Bangladesh: Asesinato de Activista Enciende la Llama de la

Bangladesh: Asesinato de Activista Enciende la Llama de la

El Asesinato de Sharif Osman Hadi: La Mafia del Poder Contra el Pueblo

Hablemos claro, sin rodeos, porque el tiempo de las medias tintas ya pasó. Lo que ocurrió con Sharif Osman Hadi, líder del movimiento estudiantil Inqilab Mancha, no es un simple suceso violento más. Es un mensaje directo, un puñetazo en la mesa de la vieja guardia de Bangladesh que dice: “O se callan, o los callamos a plomazos.”

Cuando un levantamiento popular logra sacar del poder a un régimen que se atrincheró durante años, la lucha no termina con la renuncia del dictador. Esa es apenas la primera batalla. La guerra real empieza cuando la ‘mafia del poder’ –ese entramado de funcionarios corruptos, militares leales y élites económicas que realmente controlan el país—se reagrupa para defender sus privilegios. Lo que vemos en Dhaka es precisamente ese contraataque. Es la batalla de los corruptos por no perderlo todo.

Sharif Osman Hadi se convirtió en un símbolo de esa nueva generación que no le tiene miedo a nada. Su rostro en las pancartas de las manifestaciones representaba la esperanza de un futuro sin el lastre de la corrupción y la impunidad. Exigía un país donde el mérito valiera más que el compadrazgo político. Y precisamente por eso, era un objetivo claro para quienes buscan restaurar el viejo orden. Su muerte no es accidental; es una ejecución política con un objetivo muy claro: sembrar el pánico entre los jóvenes que se atrevieron a soñar con un cambio real.

¿Quién se Beneficia de la Muerte de un Activista? Preguntas que Hay que Hacer

Hay que preguntarse, ¿a quién le sirve que muera un líder estudiantil en este momento? La respuesta es obvia: a los que fueron desalojados del poder y a los que están perdiendo su control sobre la economía. Al eliminar a figuras clave como Hadi, la estrategia es simple y macabra: infundir terror. Mandar un mensaje de que la violencia del estado no desapareció con la renuncia de la ex primera ministra.

Piensen en el efecto psicológico: si pueden matar a un líder conocido internacionalmente, ¿qué no le harán a un manifestante anónimo? El objetivo de estos actos de terrorismo de estado no es solo la venganza, sino también la desmovilización. Quieren que la gente tenga miedo de salir a la calle, que piense que el riesgo es demasiado alto. Quieren que la transición democrática se ahogue en el caos y la inestabilidad para que el pueblo pida “orden” y la vieja guardia regrese con la excusa de salvar al país.

Y aquí viene la parte más cínica: la inacción del gobierno interino. Supuestamente están para garantizar elecciones limpias y proteger a la gente. Pero un asesinato como este bajo su guardia es una señal de que o bien son débiles, o bien son cómplices. La purga de la vieja guardia no ha sido lo suficientemente profunda. Sigue habiendo topos, siguen habiendo manos oscuras moviendo los hilos desde las sombras, tratando de descarrilar la voluntad popularmente el proceso que tanto costó conseguir. El pueblo de Bangladesh está a flor de piel, y esta muerte es un baldazo de agua fría que les recuerda que la lucha apenas comienza.

La Hipocresía Internacional: Dejar Morir por Intereses

La comunidad internacional, y aquí incluyo a Estados Unidos y Europa, no tiene derecho a hacerse la desentendida. Durante años, miraron para otro lado mientras el régimen anterior reprimía, torturaba y manipulaba elecciones. ¿Por qué? Porque les convenía. La estabilidad económica, los intereses geopolíticos, la inversión extranjera… todo eso valió más que los derechos humanos de millones de personas. El silencio de Occidente en este momento no es neutralidad; es complicidad.

Cuando el pueblo se levanta y exige justicia, el mundo desarrollado debería apoyarlo. En cambio, se quedan callados, esperando que el polvo se asiente para ver con quién les conviene hacer negocios. La sangre de Sharif Osman Hadi y de tantos otros en Bangladesh mancha las manos de aquellos que, con su inacción, permitieron que la tiranía creciera. Es hora de que dejen de ver a Bangladesh como un simple mercado o un peón geopolítico y empiecen a verlo como un país con gente que lucha por su dignidad.

La Respuesta del Pueblo: De Revuelta a Revolución Total

La reacción inmediata a la muerte de Hadi, con protestas masivas y el asalto a oficinas de medios de comunicación, demuestra que la gente no tiene miedo. Están hartos. El “us vs. them” narrativo se ha solidificado. La vieja guardia pensó que matando a un líder podrían apagar la llama, pero lo que han hecho es crear un mártir. Cuando un movimiento obtiene un mártir, se fortalece. La muerte de Hadi garantiza que su imagen se convertirá en el estandarte de la lucha, inyectando una nueva energía a la revolución.

Lo que empezó como una protesta contra un sistema de cuotas injusto se ha transformado en un levantamiento total contra la corrupción y la brutalidad de un sistema podrido hasta la médula. El pueblo de Bangladesh ha demostrado una y otra vez que no se rinde. La lucha por la justicia no terminará hasta que los responsables de décadas de opresión sean llevados ante la justicia. La historia nos enseña que las revoluciones a menudo se definen por sus mártires; ahora, Bangladesh tiene uno que no será olvidado.

El Futuro Incierto: Entre la Promesa de Cambio y el Caos

El camino que tiene Bangladesh por delante es peligrosísimo. El gobierno interino tiene que navegar entre las demandas del pueblo por una limpieza total del sistema y la resistencia activa de la vieja guardia que intenta desestabilizarlo. Si no se actúa con firmeza para desmantelar las estructuras de poder corruptas, la gente sentirá que el levantamiento fue en vano y la frustración podría llevar a un caos aún mayores. No se puede tener una democracia real si el “deep state” sigue controlando los hilos desde la oscuridad.

Es imperativo que la comunidad internacional entienda que fallar en apoyar la verdadera reforma democrática en Bangladesh no solo desestabilizará la región, sino que también creará un caldo de cultivo para la desesperación y el extremismo. Un pueblo traicionado por un sistema que promete cambio y solo entrega violencia buscará soluciones más drásticas. La lucha de Bangladesh no es solo sobre Bangladesh; es una prueba de fuego para la democracia global y para ver si estamos dispuestos a defender los derechos humanos fundamentales cuando de verdad importa, no solo cuando es conveniente para los negocios.

La memoria de Sharif Osman Hadi no debe ser en vano. El pueblo de Bangladesh está en un momento decisivo. La revolución no se detiene; solo se intensifica. El futuro del país depende de si la gente logra mantener la presión y obligar a que se desmantele completamente ese sistema que mató a su líder. El pueblo no quiere un cambio de caras; quiere un cambio de sistema. Y esta vez, no se van a contentar con menos.

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