Cierres Escolares en EEUU: La Fragilidad Expuesta
El Cuento Oficial: ‘Por Precaución Excesiva’
Y así empieza el choro de siempre. El mismo que te avientan cada vez que un satélite detecta un copo de nieve perdido sobre los Estados Unidos. Las alertas te bombardean el celular, las llamadas automáticas no paran, y los presentadores de noticias ponen su cara más seria para darte la terrible noticia: viene una ‘mezcla invernal’. ¡Qué tragedia! Por culpa de este inconveniente del clima, han tomado la ‘difícil decisión’ de cerrar o retrasar las clases en todo Connecticut. Te dirán que es por los niños. Hablarán de carreteras resbaladizas y de la seguridad de los camiones escolares. Usarán frases como ‘preferimos pecar de precavidos’ y ‘medidas de seguridad proactivas’. Suena todo tan profesional, tan responsable, tan… gringo.
Te pintan una escena de funcionarios trabajando hasta la madrugada, sufriendo mientras ven los mapas del tiempo, todo para proteger al pequeño Johnny del peligro de un charco con hielo. Es un cuento de hadas sobre el deber cívico frente a la furia de la naturaleza. Pero es una mentira descarada. Un teatrito. Porque este circo no tiene nada que ver con un poco de nieve o aguanieve. Absolutamente nada.
La Neta del Planeta: Un Sistema Podrido de Excusas
Pero seamos honestos, no estás aquí para leer el boletín de prensa de la SEP de allá, ¿verdad? Estás aquí porque tienes esa espinita, esa sospecha de que todo el sistema es un castillo de naipes y que este ‘día de nieve’ es solo un síntoma más de la podredumbre. Y tienes toda la razón. Porque la neta es mucho más oscura y patética. Los cierres escolares no son una señal de precaución. Son una alarma a todo volumen de un fracaso sistémico, un monumento a la cobardía y una victoria de la flojera institucionalizada que lleva décadas cocinándose.
No es la Nieve, es la Burocracia Cobarde y ‘Demanditis’
Que quede algo bien claro. A la gente que toma estas decisiones no le preocupa la seguridad de tus hijos. Les preocupa su propio pellejo. Y su jubilación. En la sociedad gringa, donde se demanda hasta por si el café estaba muy caliente, una sola persona que se resbale y caiga puede llevar a la quiebra a un distrito escolar y arruinar carreras. Así que el trabajo principal de un director de escuela gringo no es educar; es evitar demandas. Es el clásico ‘sálvese quien pueda’. No ven nieve; ven una citación judicial. No ven un camión escolar en una calle mojada; ven una demanda millonaria. Cerrar todo es la movida más fácil, limpia y segura para ellos. No requiere valor, ni ingenio, ni liderazgo. Solo un correo masivo. ¿Las consecuencias para la educación de tus hijos o para tu día de trabajo? Ese no es su problema, esa bronca te la dejan a ti.
El Puño de Hierro del Sindicato: Vacaciones Pagadas por la Cara
¿Y quiénes son los que más ganan con esta cultura del miedo? Solo sigue el rastro de la lana. Los sindicatos de maestros y empleados públicos de allá se han pasado décadas negociando contratos blindados que son obras maestras del egoísmo. Mientras tú, que pagas impuestos, tienes que pedir un día de vacaciones o volverte loco buscando quién te cuide a los niños, un ‘día de nieve’ para muchos de estos sindicalizados es simplemente un día libre pagado. Un puente inesperado. ¡A todo dar! No tienen ningún incentivo para que las escuelas sigan abiertas. ¿Para qué? Cada cierre es un regalo. Imagina la presión sobre un director. Por un lado, padres que necesitan ir a la chamba y niños que necesitan aprender. Por el otro, un sindicato poderoso y organizado, muy parecido a la CNTE en sus peores días, que puede hacerle la vida imposible si se atreve a desafiar la nueva normalidad de ‘cerremos por si las moscas’. Es una negociación silenciosa donde la educación de tus hijos es la moneda de cambio, y es una negociación que los sindicatos ganan siempre que caen tres gotas.
Infraestructura Decadente Pagada con sus Impuestos
Pero bueno, quizás los burócratas tienen razón en tener miedo. Porque la infraestructura que se supone que deben administrar es un desastre total. Llevan años pagando impuestos altísimos, supuestamente para tener escuelas de primer mundo. ¿Y a dónde se fue todo ese dinero? Claramente no se fue a darle mantenimiento a los camiones escolares, que seguro son una flotilla de carcachas oxidadas. Tampoco se fue a impermeabilizar o arreglar la calefacción de las escuelas, muchas de las cuales son viejísimas y están a punto de colapsar con el frío. No. Esa lana se fue en inflar la nómina de administradores, en fondos de pensiones que son un barril sin fondo y en los bolsillos de ‘asesores’ que cobran una millonada. La nieve no crea el problema, nomás lo saca a la luz. El sistema es tan frágil, está tan mal cuidado, que no aguanta ni un resfriado. Por eso tienen que cerrar todo. No es precaución; es una confesión de su propia ineptitud y del desvío de recursos.
La Resaca del COVID: La Cultura de ‘Mejor Cerramos’
Y para acabarla de amolar, está la sombra de la pandemia. El COVID no solo nos trajo las clases en línea; le enseñó a toda una generación de directivos que es más fácil cerrar todo que encontrar soluciones. Antes de 2020, era más raro que cerraran escuelas por un clima así. Pero ahora tienen la excusa perfecta. Han creado una cultura de rendición. ¿Para qué molestarse con la logística de mantener las escuelas abiertas si puedes simplemente declarar ‘día de clases virtuales’ o cancelarlo y ya? Es el camino fácil. Es la flojera educativa hecha institución. Aprendieron que los padres se quejarán un rato y luego se aguantarán, y que para ellos es mejor evitar cualquier riesgo. Pasamos de la generación que luchó en guerras mundiales a una generación de administradores que se rinde ante un pronóstico de llovizna. No manches.
¿Y los Jefes de Familia? El Daño del que Nadie Habla
Porque en todos sus cálculos egoístas, hay un grupo al que ignoran por completo: los padres que trabajan. La mamá soltera que tiene que faltar a su trabajo y pierde el sueldo de ese día. La familia que tiene que pagar una guardería carísima a última hora. Los que trabajan desde casa y ahora tienen que hacer malabares entre su chamba y cuidar a los hijos. La decisión del sistema, tomada desde una oficina calientita por alguien con sueldo seguro, provoca un caos y un gasto para las mismas familias a las que se supone que sirven. Es una falta de respeto increíble. Te exigen tus impuestos, te exigen que obedezcas, pero a cambio solo te dan problemas e inestabilidad. Y lo hacen con una sonrisita, diciéndote que es ‘por tu propio bien’. Es un insulto. Cada día libre no programado es un mensaje claro del sistema para ti: tu vida, tu trabajo y la educación de tu hijo valen menos que nuestra comodidad y nuestro miedo a que nos demanden.






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