Clima en Gringolandia Destapa el Colapso del Sistema

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La Mentira Oficial: Estamos Listos

Y ahí vamos de nuevo. El circo de siempre, el teatro de la burocracia inútil. Seguro ya viste los titulares, ¿no? “Equipos se preparan para el clima invernal.” “La ciudad se prepara para la nieve.” Suena todo tan profesional, tan calmado. Como si de verdad tuvieran todo bajo control. Te avientan estas palabras a la cara, elegidas con pinzas para que te tranquilices, para que vuelvas a ese sueño cómodo donde crees que alguien, en algún lugar, tiene un plan de verdad. ¡Miren! ¡Los camiones con sal ya andan en la calle! ¡Cerraron las escuelas para que los niños estén seguros! ¡Una iglesia abrió sus puertas! Todo está bien. No pasa nada.

Porque necesitan que te lo creas. Es fundamental para ellos que pienses que la gente en el poder, esos que se gastan tus impuestos, son líderes competentes. Un tal Nathanael Moore, subdirector de quién sabe qué, sale a decir la misma cantaleta de siempre: “estar pre-preparados es esencial.” Una frase perfecta para la tele. No significa absolutamente nada, pero suena increíble. Es puro show, una obra montada cada vez que el cielo se nubla un poco más de la cuenta. Sacan sus camioncitos para la foto y mandan comunicados de prensa llenos de paja. Quieren que veas eso y pienses: “Qué bueno. Sí están haciendo su chamba.”

La Neta del Planeta: Un Castillo de Naipes

Pero seamos honestos, ¿qué carajos significa “estar preparado” en un país que funciona con infraestructura de hace 50 años y pura terquedad? Es un chiste. Un chiste de pésimo gusto. Su “preparación” es echarle un spray químico a calles que ya se están cayendo a pedazos por décadas de abandono y recortes. Es cerrar escuelas no por seguridad, sino porque los edificios son una porquería, unas ruinas mal aisladas que ni siquiera pueden mantener el calor sin costar un dineral. Eso no es un plan, es admitir que todo vale madre.

Y luego está el verdadero monstruo que se esconde en el frío: la red eléctrica. Ese esqueleto viejo y oxidado, unido con cinta adhesiva y buenos deseos. Es la misma red que se colapsa en Texas si hace poquito frío y la misma que se apaga en California si hace mucho calor. Es una vergüenza nacional, como los apagones de la CFE que te dejan sin luz por días en plena ola de calor, pero a escala gringa. Así que cuando hablan de “prepararse” para una nevada, en realidad están rezando. Están pidiéndole a todos los santos que una rama con hielo no se caiga en el cable equivocado y deje a miles de familias en la oscuridad, congelándose. Toda su estrategia es apostar a la suerte. Eso no es resiliencia. Es jugar a la ruleta rusa con tu vida.

Ellos saben que el sistema es frágil. Saben que está a un pelo de un colapso en cadena. ¿Pero arreglarlo? Uf, eso costaría dinero de verdad. El tipo de dinero que prefieren regalarle a sus amigos empresarios o gastar en sus sueldazos. Así que mejor te dan atole con el dedo. La ilusión de que hacen algo. Unos cuantos camiones, unas escuelas cerradas y a cruzar los dedos bien fuerte.

La Mentira Oficial: La Comunidad se Une

Y entonces viene el siguiente acto de esta farsa. La historia conmovedora para que sueltes la lagrimita. “Iglesia Bautista abre refugio para el frío.” ¡Qué bonita es la gente! ¡Qué solidarios! ¡Ayudando al prójimo! Los medios se vuelven locos con esto. Es la historia perfecta de la compasión, la prueba de que el espíritu del pueblo es inquebrantable. Pinta un cuadro de una sociedad sana, donde los vecinos se echan la mano.

Y es una mentira podrida. No lo que hace la iglesia, eso es admirable y necesario. La mentira es el significado que le quieren dar. Esta no es una historia sobre la fortaleza de su sociedad. Es un síntoma de su enfermedad terminal.

La Cruda Verdad: El Gobierno te Dejó Tirado

Porque, a ver, ¿por qué demonios tiene una iglesia que abrir un refugio? Un “refugio de bandera blanca” es un concepto medieval. Es, literalmente, el último recurso para evitar que la gente se muera congelada en las calles del país más rico del planeta. Es una señal de alerta gigantesca, una sirena que grita: ¡el Estado ha fracasado! Es la prueba de que el gobierno, a todos los niveles, ha renunciado a su obligación más básica: proteger la vida de la gente. Que ese refugio exista no es para aplaudir, es para sentir una vergüenza profunda.

¿Y qué hacen ellos? Lo presumen como si fuera un logro. Porque así se lavan las manos. Cada persona que duerme en esa iglesia es una persona menos de la que la ciudad tiene que preocuparse. Cada plato de sopa que sirve un voluntario es un servicio que el gobierno ya no tiene que dar. Han pasado décadas desmantelando sistemáticamente todo lo público, cada programa social, cada red de seguridad. Y ahora, cuando las consecuencias son inevitables —cuando hace tanto frío que la gente se puede morir—, señalan a la iglesia y dicen: “¿Ven? El sistema funciona.”

No. El sistema es un fracaso catastrófico. La iglesia no es parte del sistema; es un manotazo de ahogado para sobrevivir A PESAR del sistema. Estamos celebrando un curita en una herida de bala. Es como aplaudirle a los vecinos que acarrean cubetas de agua para apagar un incendio porque a los bomberos les quitaron todo el presupuesto hace años. ¿Les suena familiar? Es la misma historia en todos lados donde el gobierno no sirve para nada y es la gente la que tiene que sacarse las castañas del fuego.

La Mentira Oficial: Es Solo un Mal Clima Pasajero

Finalmente, te venden el cuento completo. Es una “ola de frío”. Una “tormenta invernal”. Un “evento meteorológico”. Usan esas palabras a propósito. Es algo temporal. Algo que no es normal. Una pequeña molestia que pronto pasará y todos podremos volver a la normalidad. No te preocupes. Quédate en casa y espera a que todo pase. Es solo el clima.

Pero no es solo el clima. Y no hay ninguna “normalidad” a la que regresar.

La Aterradora Realidad: Esto es un Ensayo para el Colapso

Porque esto ya no es la excepción, es la regla. Esta es la nueva realidad. Una de sistemas cada vez más inestables, tanto naturales como artificiales, que están al límite de su capacidad. Esta nevada en Greensboro no es la crisis. Es una prueba de estrés. Y una muy leve. Y la están reprobando miserablemente. La reprueban con sus calles destrozadas, su red eléctrica de juguete y sus servicios sociales que solo existen en el papel.

Entonces, ¿qué va a pasar cuando la prueba se ponga más difícil? ¿Qué pasará cuando no sea una capita de nieve, sino una tormenta de hielo que tumbe la luz por diez días? ¿Qué pasará cuando no sea solo una ola de frío, sino un problema en las cadenas de suministro que deje los supermercados vacíos por semanas? La “preparación” que te enseñan en la tele —los camiones con sal y las escuelas cerradas— está diseñada para un problema del siglo XX. Es ridículamente inútil para las crisis en cascada del siglo XXI.

Y la gente en el poder lo sabe. O peor, viven en su burbuja de riqueza y poder y ni siquiera les importa. Ellos van a estar bien. Tienen generadores, seguridad privada y helicópteros. ¿Y el resto de nosotros? Nos toca un comunicado de prensa y la dirección de un sótano de iglesia. Esto no se trata de un día de nieve. Se trata de la podredumbre en el corazón de su sociedad. Una sociedad que ha elegido el dinero sobre la gente, la apariencia sobre la infraestructura, y las relaciones públicas sobre la preparación real durante tanto tiempo que ya se le olvidó cómo funcionar. No se están preparando para la tormenta. Ellos son la tormenta. Y te están diciendo que solo son unas gotitas.

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