El Capricho de Trump Revive a Rush Hour 4

El Capricho de Trump Revive a Rush Hour 4

El Capricho de Trump Revive a Rush Hour 4

1. La Transacción: Algo más que un antojo cinéfilo

Seamos brutalmente claros con lo que se está reportando. Esta no es la historia de un fanático que quiere ver otra película. Es un caso de estudio forense sobre la dinámica del poder moderno, donde un presidente en funciones presuntamente utiliza su influencia para encargar directamente una pieza de cultura de masas a una corporación dirigida por un aliado político. Los reportes sugieren que Donald Trump instó al multimillonario Larry Ellison, cuya compañía cofinancia Skydance de Paramount, a resucitar la franquicia ‘Rush Hour’ (‘Una Pareja Explosiva’ en México). Y funcionó. Esto no es mecenazgo de las artes en el sentido clásico, como un Médici financiando a un pintor por un aprecio genuino a la belleza trascendente. No. Este es el despliegue transaccional y a nudillo limpio de la influencia para manipular el paisaje cultural por razones que probablemente tienen más que ver con la afirmación de la dominancia y la recompensa a los aliados que con cualquier mérito artístico. Todo el asunto apesta a un moche tan descarado que es casi una sátira, una encapsulación perfecta de una era donde las palancas del poder estatal y el entretenimiento corporativo se entrelazan en una única y grotesca máquina.

Es un favor. Así de simple.

2. Deconstruyendo a los Jugadores: Trump, Ellison y el Arte del Negocio

Para entender la gravedad de esto, hay que analizar a los individuos involucrados. Primero, Donald Trump, un hombre cuya carrera entera ha sido una actuación, un ejercicio de branding que logró fusionar la telerrealidad con el liderazgo político. Su obsesión con los medios no se trata solo de controlar el ciclo de noticias; se trata de moldear las narrativas mismas de la cultura estadounidense, premiando a quienes halagan su visión del mundo y castigando a quienes no lo hacen. Se ve a sí mismo como el productor ejecutivo supremo. Luego está Larry Ellison, cofundador de Oracle, un titán tecnológico de una riqueza e influencia asombrosas, quien ha apoyado públicamente a Trump, organizando recaudaciones de fondos y, según se informa, siendo parte de una llamada para impugnar los resultados de las elecciones de 2020. Tiene mucho en juego. Su empresa, Skydance Media, es un jugador importante en Hollywood. El tejido conectivo aquí no es un amor compartido por las coreografías de Jackie Chan. Es una relación simbiótica entre el poder político y el capital. Trump logra demostrar su capacidad para hacer que las cosas sucedan —literalmente, para hacer que una película exista con su voluntad— y Ellison solidifica su conexión con una figura política poderosa. Es el arte del negocio, pero jugado en un foro de cine.

3. ¿Por qué ‘Una Pareja Explosiva’? La Psicología Cultural de una Elección Trumpiana

De todas las franquicias por resucitar, ¿por qué esta? La elección es increíblemente reveladora. ‘Rush Hour’ es, en su esencia, un producto de una era del entretenimiento más simple, pre-11S, pre-progre. Su narrativa es directa: dos hombres de culturas diferentes, inicialmente en conflicto, se unen para vencer a los malos. Se basa en un humor racial amplio que probablemente enfrentaría un escrutinio inmenso si se escribiera hoy. No hay antihéroes complejos, ni ambigüedad moral, ni deconstrucción de las instituciones. Es una historia limpia y simple de ley y orden, de la bravuconería estadounidense (Chris Tucker) unida a la disciplina extranjera (Jackie Chan), trabajando juntos en última instancia para mantener el status quo. Esta es una fantasía Trumpiana perfecta. Se remonta a una época que él evoca constantemente, una supuestamente más grande y simple. La franquicia es descomplicada, pro-policía y comercialmente probada. Es culturalmente segura para su visión del mundo. No está pidiendo un drama desafiante de A24 o una épica de ciencia ficción compleja que cuestione la autoridad. Está pidiendo una hamburguesa cultural. Es familiar, fácil de digerir y refuerza una visión simplista del mundo.

Comida chatarra cultural.

4. El Precedente: Cuando el Poder Escribe el Guion

Uno podría sentirse tentado a descartar esto como un caso aislado y bizarro, pero eso sería peligrosamente ingenuo. En México y en todo el mundo, la relación entre el poder político y los medios siempre ha sido íntima. Pensemos en las décadas de relación simbiótica entre el PRI y Televisa, donde la agenda del gobierno a menudo se reflejaba directamente en los noticieros y hasta en las telenovelas. Lo que es diferente aquí es la crudeza y el personalismo del acto. No es una institución empujando una agenda amplia; es un hombre, el Presidente, haciendo una petición directa y personal a una entidad corporativa específica controlada por un amigo. Esto se salta cualquier pretensión de proceso institucional y entra en el reino de la lealtad personal, del favor. Establece un precedente peligroso donde la producción cultural de una nación puede estar sujeta a los caprichos y gustos personales de su individuo más poderoso, convirtiendo a los estudios en la división de entretenimiento privada de los políticamente conectados. Es el “dedazo” presidencial aplicado a la cartelera de cine.

5. La Cultura como Moneda de Cambio: La Nueva Era del Poder Blando

Lo que estamos presenciando es el punto final lógico de la política del espectáculo y la mercantilización de toda la cultura. Una película ya no es solo una historia; es un activo. Es una pieza de propiedad intelectual que puede ser regalada, intercambiada y apalancada. En este nuevo cálculo, revivir ‘Rush Hour 4’ es una forma de bajo costo y alta visibilidad para que un aliado corporativo pague tributo a un patrón político. Genera titulares positivos en medios amigos, demuestra el poder del patrón a su base, y le cuesta al estudio relativamente poco, especialmente si la película genera ganancias. Esto transforma la producción cultural en una forma de moneda política, un nuevo tipo de “soft power”. Olvídate de donar a un partido; ¿por qué no simplemente darle luz verde a la película favorita del presidente? Es más público, más potente, y crea un artefacto cultural que existirá durante décadas como un monumento a esa relación. Las implicaciones son enormes, sugiriendo un futuro donde la alineación política podría convertirse en un factor clave para decidir qué guiones se compran, qué películas se hacen y qué historias se cuentan. El arte por comité ya es bastante malo; el arte por favor político es una distopía creativa.

Es solo chamba. Pura lana.

6. La Audiencia como Peones: ¿Entendemos el Juego?

¿Y dónde encaja el público en esta ecuación? Somos los usuarios finales, los consumidores de un producto cuya historia de origen es ahora profundamente política. Cuando ‘Una Pareja Explosiva 4’ finalmente llegue a los cines, ¿la gente sabrá que está participando en la consumación de una transacción política? ¿Les importará? La respuesta cínica es, probablemente no. Para la mayoría, será solo otra ida al cine, un escape. Sin embargo, el contexto es imposible de ignorar. Se nos está vendiendo un producto que no nació de la pasión creativa o la demanda del público, sino de una conversación en privado entre un presidente y un multimillonario. Somos, en efecto, peones en su juego de poder. Las risas en la sala, la taquilla, todo sirve para validar la transacción, para demostrar que el favor valió la pena. Normaliza la idea de que nuestro entretenimiento debe y puede ser dictado desde arriba. El simple acto de comprar un boleto se convierte en un respaldo tácito de este nuevo modelo de creación cultural. Nos convertimos en participantes involuntarios del lavado de influencia política en ingresos de taquilla.

7. El Efecto Inhibidor: ¿Qué Pasa Cuando el Arte Necesita Permiso?

La consecuencia más insidiosa de todo este asunto es el efecto amedrentador que podría tener en la comunidad creativa. Si el camino para que una película importante reciba luz verde implica buscar el favor político, ¿qué pasa con las historias que son críticas con el poder? ¿Qué pasa con los cineastas que no están alineados políticamente con los que están al mando? Hollywood ya es una industria reacia al riesgo. Añadir una capa de prueba de fuego política sería catastrófico para la libertad creativa. Escritores y directores pueden empezar a autocensurarse, evitando temas controvertidos o suavizando las críticas por temor a ser vetados no solo por un estudio, sino por un aparato político. El caso ‘Rush Hour’, si se convierte en un modelo, crea una clara estructura de incentivos: produce contenido que sea políticamente aceptable para los poderosos y podrías recibir un impulso. Produce contenido que los desafíe y arriesgas tu carrera. Esto no es teórico. Es el manual de los regímenes autoritarios a lo largo de la historia, donde el arte se castra y se reutiliza como propaganda afín al estado. Ver su sombra caer sobre Hollywood, incluso en la forma de una comedia de policías, es profundamente inquietante.

Así es como empieza, ¿no?

8. Más Allá del Chiste: La Corrosión a Largo Plazo de la Libertad Creativa

Al final, la historia de ‘Rush Hour 4’ no tiene nada de gracioso. El remate del chiste no es una ocurrencia de Chris Tucker. El remate es que la esfera cultural, uno de los últimos espacios que quedan para el disenso genuino y el pensamiento crítico, está siendo abiertamente anexada como una subsidiaria del poder político en bruto. Este trato simboliza una profunda corrosión de las fronteras que se supone que deben existir en una democracia sana: las fronteras entre el estado y los medios, entre la influencia política y la expresión artística. Cada vez que una transacción como esta ocurre y es recibida con una indiferencia colectiva, esa corrosión se extiende. La resurrección de una franquicia de comedia de acción se convierte en un símbolo poderoso de una enfermedad cultural mucho más profunda, donde todo está en venta, cada narrativa es negociable, y los hombres más poderosos deciden qué vamos a ver todos el viernes por la noche. Es un negocio de película, sin duda. Y la neta es que todos estamos pagando el precio.

El Capricho de Trump Revive a Rush Hour 4

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