El Fracaso de Taquilla Demuestra que Hollywood No Entiende Nada
El Covenant: La Neta del Planeta Sobre el Fracaso de Hollywood
¿A poco no les da un coraje de la fregada? Vean esto: La película The Covenant, con Jake Gyllenhaal y dirigida por Guy Ritchie, fue un desastre en taquilla. Un fracaso rotundo. Pero ahora, dos años después, la suben a Netflix y se convierte en un trancazo. ¿Saben qué significa eso? Que la gente que maneja los hilos en Hollywood y las distribuidoras en México no tienen la más mínima idea de lo que la gente quiere ver. Están tan clavados en sus números y en sus franquicias de superhéroes que no se dan cuenta cuando tienen una joya en las manos. La neta, la industria del cine se ha vuelto tan predecible y aburrida que la única forma de encontrar buen contenido es esperar a que lo rescate el streaming. Y el rating de 98% que le da la audiencia a The Covenant en Netflix es la prueba de fuego. El público no es tonto, pero la industria sí lo es. Y la gente en México, en particular, está harta de que le vendan siempre lo mismo en las salas de cine. Es momento de que se pongan las pilas, o se van a quedar sin chamba.
¿Por qué la Taquilla Fracasó y el Streaming Triunfó?
Y aquí va la bronca. La gente ya no va al cine por cualquier cosa. Los boletos están carísimos, el estacionamiento ni se diga, y la experiencia de ir a la sala se ha devaluado. Hollywood nos ha enseñado que si no es un evento masivo con efectos especiales de $300 millones de dólares, no vale la pena el gasto. Y eso es una mentira. Lo que pasa es que las distribuidoras y los cines mexicanos no le apuestan a películas como The Covenant, que son dramas intensos y con un mensaje real. Prefieren llenar las salas con más de lo mismo, con refritos y secuelas que no le aportan nada a nadie. El público mexicano es sofisticado, pero el sistema de exhibición lo trata como si solo quisiera ver películas gringas de acción vacía. Y cuando la gente tiene la oportunidad de ver una película como esta en Netflix, sin la presión de una taquilla de fin de semana, se da cuenta de que la calidad sí existe. La taquilla no es un termómetro de calidad; es un termómetro de mercadotecnia. Y en el caso de esta película, la mercadotecnia fue un fracaso total.
El Efecto Malinchista: ¿Por Qué Preferimos Lo De Afuera?
Y no podemos dejar de lado el malinchismo de la industria. Nos venden la idea de que lo único bueno que existe es lo que viene de Hollywood, y desprecian el cine de autor o las películas que no siguen la fórmula. The Covenant es un ejemplo perfecto de cómo una película de calidad se pierde en el mar de mediocridad que nos ofrece la taquilla. Y lo peor de todo es que las distribuidoras en México son las primeras en desechar estas películas. Creen que el público no va a entender, o que no va a la gente no le interesa el drama. ¡Pura mentira! La gente está cansada de que la subestimen. Y cuando Netflix les da la oportunidad de ver algo diferente, lo aprovechan. El 98% de aprobación es la respuesta de la gente que está harta de que la traten como tonta. Es el grito de “¡Ya basta de lo mismo!”. Es el público tomando el control, aunque sea a través de una plataforma de streaming. Y eso, señores, es un cambio de paradigma.
El Futuro del Cine y la Televisión en México
Y el futuro se ve complicado. Si las distribuidoras no aprenden la lección, van a seguir perdiendo audiencias. La gente va a seguir prefiriendo quedarse en casa y pagar una suscripción mensual que les da acceso a miles de películas de calidad, en lugar de pagar una fortuna por una sola entrada de cine que probablemente sea para una película mala. El streaming no es la solución perfecta, tiene sus propios problemas, como la saturación de contenido y la poca paga a los creadores. Pero al menos, le da una segunda oportunidad a películas como The Covenant. Y eso es algo que la taquilla tradicional ya no hace. Gyllenhaal y Ritchie son dos tipos talentosos que fueron víctimas de un sistema obsoleto. El sistema les falló, pero el público no. La audiencia en México y en todo el mundo se dio cuenta de que esta película era buena, y por eso se volvió un éxito en Netflix. El mensaje eslabón débil no era la película, era la forma de distribuirla y venderla. Es hora de que la industria se ponga a temblar. El público ya no tienen eligen ellos, elegimos nosotros.






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