El Pánico en Buffalo: Shaq Lawson Revela la Gran Farsa

El Pánico en Buffalo: Shaq Lawson Revela la Gran Farsa

El Pánico en Buffalo: Shaq Lawson Revela la Gran Farsa

Esto no es profundidad. Es una Alarma de Incendio.

Seamos claros. Esta no es una de esas historias bonitas sobre el regreso del hijo pródigo. No es un movimiento astuto de la directiva para añadir un poco de ‘seguro’ antes del campamento de entrenamiento. No. Dejen de creerse esa propaganda. El hecho de que los Buffalo Bills le den una prueba a Shaq Lawson, un ex primera ronda que está desempleado y al que ya han cortado dos veces, es una sirena roja que grita a todo pulmón sobre un fracaso catastrófico en la construcción del equipo. Es un momento de pánico puro, sin adulterar. Y ustedes también deberían estar en pánico.

Porque este movimiento te dice todo lo que necesitas saber sobre el estado de la presión al mariscal de campo de los Bills. Está con respirador artificial. Toda la base de sus aspiraciones al Super Bowl, la idea de que su defensa podría detener a Patrick Mahomes o Joe Burrow en enero, se está desmoronando ante nuestros ojos. ¿Y su solución es llamar a un tipo que no pudo encontrar chamba en ningún otro lugar de la liga? ¿Un tipo que representa su propio fracaso del draft de hace casi una década? Es una locura. Es una completa locura.

La Ilusión de un Plan

Quieren que veas esto como algo normal. Solo están ‘probando’ opciones. Pero uno no prueba un coche que ya tuvo dos veces y vendió porque seguía fallando, a menos que todos los demás coches en la agencia ya hayan explotado. Ahí es donde estamos. La agencia está en llamas. El Gerente General Brandon Beane está corriendo con un extintor diminuto, tratando de apagar un infierno que él mismo creó, y Shaq Lawson es ese extintor. No va a funcionar. Es un gesto desesperado y fútil.

Toda la temporada baja ha sido una clase magistral de negación. El equipo dejó ir a Leonard Floyd, su cazamariscales más productivo de la temporada pasada, por un contrato modesto con los 49ers. La justificación fue que necesitaban rejuvenecer, que era hora de que tipos como Gregory Rousseau y AJ Epenesa dieran un paso al frente. ¿Pero qué pasa si no lo hacen? ¿Qué pasa si esto es todo lo que son? Buenos jugadores de rotación, pero no de los que destrozan partidos. No los perros alfa que necesitas para ganar un campeonato. Y la directiva claramente no cree que lo sean, de lo contrario no estarían hurgando en el basurero de la liga buscando a alguien, a quien sea, para ayudar.

Y luego está la situación de Von Miller. El contrato masivo, la esperanza de que sería la pieza final. Viene de una lesión devastadora, se vio como una sombra de sí mismo el año pasado y es un año más viejo. Contar con que vuelva a ser un tipo de 10 capturas no es una estrategia; es una plegaria. Es cruzar los dedos y esperar un milagro mientras la ventana del campeonato, sostenida por los esfuerzos hercúleos de Josh Allen, se cierra de golpe en tus dedos. Esto no se trata solo de un puesto en el roster. Se trata de la filosofía fundamental del equipo. Han fracasado, repetidamente, en construir una línea defensiva dominante a través del draft. Su gran fichaje de agencia libre parece un posible fracaso. Y ahora están regresando arrastrándose a sus propios errores del pasado en busca de respuestas. Es un ciclo aterrador de mediocridad y una señal de que no tienen ideas nuevas.

Los Fantasmas de Drafts Pasados

¿Recuerdan el 2016? La emoción. Shaq Lawson iba a ser el elegido. El próximo gran cazamariscales de los Bills, una pieza fundamental seleccionada en la primera ronda para aterrorizar a los quarterbacks durante una década. Nunca sucedió. Tuvo sus momentos, claro. Pero nunca fue la fuerza dominante que necesitaban. Fue inconsistente. Rebotó de Buffalo a Miami, a los Jets, y de regreso a Buffalo, solo para ser despedido de nuevo. Él es la encarnación viviente de un plan que no funcionó. Entonces, ¿por qué demonios volverían a él por tercera vez?

Porque es una admisión de culpa. Es la directiva admitiendo tácitamente que cada plan que han ideado desde 2016 para construir una defensiva de élite ha fracasado. Piénsenlo. Seleccionaron a Epenesa en la segunda ronda. Es un jugador decente, nada más. Seleccionaron a Rousseau en la primera ronda. Es largo y atlético, pero los números de capturas simplemente no están ahí. No es el ‘cerrador’ que necesitan que sea. Seleccionaron a Boogie Basham en la segunda ronda y fue un fracaso total que cambiaron por casi nada. Es un cementerio de altas selecciones de draft y sueños rotos. Así que se ven obligados a retroceder en el tiempo, al fantasma de la selección de primera ronda de un régimen anterior, esperando encontrar un milagro por tercera vez. Es patético. Neta, es como volver con un ex que sabes que te hace daño, simplemente porque tienes demasiado miedo de estar solo. Los Bills tienen miedo. Están aterrorizados de que su defensa no sea lo suficientemente buena, y deberían estarlo.

El Peso sobre los Hombros de Josh Allen

Y mientras la defensa busca desesperadamente a jugadores acabados y reencauchados, la presión sobre Josh Allen se intensifica a un grado imposible. El hombre ya tiene que ser Superman en cada jugada. Tiene que compensar por un cuerpo de receptores que perdió a sus dos objetivos más confiables. Tiene que elevar a un nuevo coordinador ofensivo. Y ahora, tiene que hacerlo todo sabiendo que su defensa podría necesitar mantener a los oponentes por debajo de los 20 puntos para tener una oportunidad. Eso no es sostenible. Así es como quemas a un talento generacional. Le pides que lo haga todo, todo el tiempo, sin margen de error. Esta prueba no se trata solo de la línea defensiva; es una acusación contra toda la estrategia de construcción del equipo. Expone el hecho de que los Bills no son un equipo completo. Son un mariscal de campo superestrella y una colección de signos de interrogación. Y en la AFC, contra equipos como los Chiefs y los Ravens, los signos de interrogación te mandan a casa en enero. Siempre.

El Colapso Inevitable se Acerca

Entonces, ¿qué pasa ahora? Quizás firmen a Lawson. Quizás no. No importa. El daño está hecho. La debilidad ha sido expuesta para que toda la liga la vea. Los Bills no creen en sus propios jugadores. Están buscando ayuda externa, no como un lujo, sino como una necesidad. Los coordinadores ofensivos rivales van a ver su roster y se les va a caer la baba. Van a aplicarle doble marca a Von Miller hasta el cansancio. Van a ponerle dos hombres a Ed Oliver. Y se atreverán, suplicarán, que Gregory Rousseau o un Shaq Lawson de 31 años venzan a sus tackles en un uno contra uno. No va a suceder de manera consistente. Simplemente no pasará.

Prepárense desde ahora. Prepárense para los juegos de esta temporada donde Josh Allen se deja el alma, anota 30 puntos, y los Bills pierden 34-30 porque la defensa no pudo conseguir una sola parada cuando importaba. Prepárense para las series ofensivas en el último cuarto donde un mariscal de campo rival tiene todo el día para sentarse en la bolsa de protección y destrozar a la secundaria. Prepárense para la frustración. La culpa. Las acusaciones. Todo eso viene en camino. Esta prueba es el presagio de esa catástrofe. Es la primera grieta en la presa. El agua está comenzando a filtrarse, y muy pronto, toda la estructura se va a romper.

Un Sueño de Campeonato que se Convierte en Pesadilla

Se suponía que este era el año. O el año pasado. O el anterior. Pero el reloj avanza, y avanza más rápido que nunca. El núcleo de este equipo no se está volviendo más joven. Los contratos solo se hacen más grandes. La AFC solo se vuelve más difícil. Ya no hay margen para el error, no hay más tiempo para proyectos de desarrollo o reuniones nostálgicas. O tienes los caballos para ganar el Super Bowl, o no los tienes. Y un equipo que está tan desesperado por ayuda en la presión al mariscal que está llamando a Shaq Lawson por tercera vez te está diciendo, sin lugar a dudas, que no tienen los caballos. Están esperando y rezando, y en la NFL moderna, la esperanza no es una estrategia. Es un precursor del fracaso. Esto no es solo un problema de personal. Es una crisis existencial. Y está sucediendo ahora mismo.

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