El show gringo de BYU: ¿El nuevo entrenador es un fraude?
El Gran Fraude de BYU: ¿Un Nuevo Entrenador, o la Misma Estafa?
El Circo en Madison Square Garden: Pura Mercadotecnia
A ver, seamos directos: todo este alboroto mediático sobre BYU jugando contra Clemson en el Jimmy V Classic es puro humo. La prensa gringa está vendiendo la idea de que la llegada de Kevin Young, el nuevo entrenador con credenciales de la NBA, es la gran salvación para un programa que, seamos sinceros, no le importaba a nadie fuera de Utah hasta que se metieron a la Big 12. De repente, este partido en Nueva York se convierte en el gran termómetro de la temporada. Pero no nos hagamos tontos, esto es más un truco de relaciones públicas que una verdadera prueba de fuego. El verdadero problema es que BYU está en medio de una crisis de identidad, intentando desesperadamente adaptarse a la locura de los fichajes y el NIL (Name, Image, Likeness).
Young no solo está reemplazando a Mark Pope; está tratando de borrar la historia de un programa para convertirlo en algo genérico, algo que encaje en el molde del baloncesto universitario moderno. Y el riesgo es enorme. El Jimmy V Classic no es un honor; es una trampa. Es el escenario perfecto para que la prensa infle una narrativa que podría desmoronarse en el primer golpe. La transición de Pope a Young es un cambio filosófico radical que pone en riesgo la identidad única de BYU. Quieren ser un equipo “sexy” de la NBA, pero se olvidan de que están en la Big 12, una liga de machos alfa. El espectáculo del Madison Square Garden es solo la fachada de una institución que no sabe si quiere ser un equipo de élite o seguir con sus tradiciones.
¿Es Kevin Young un Genio o un Vendedor de Humo?
La contratación de un entrenador de la NBA como Young siempre viene con mucho brillo, mucho glamour. La idea es simple: traer un estilo de juego rápido, de espacio y ritmo (pace and space) que supuestamente va a revolucionar el baloncesto universitario. Pero la realidad del deporte colegial es muy diferente. Es una trituradora. Se trata de reclutar talento joven y retenerlo, lidiando con egos y personalidades inmaduras. No es la NBA G League; es la Big 12, una liga donde la fuerza física y la defensa son clave. ¿Podrá el sistema de Young, centrado en el talento individual, sobrevivir a la brutalidad de un calendario de conferencias donde los equipos se matan por cada rebote?
La prensa nos vende la idea de que Young es un genio táctico, pero ignora que el baloncesto universitario se gana en las trincheras, no con jugadas de fantasía. El éxito de BYU en el pasado reciente se basaba en la experiencia de jugadores mayores y un sistema de ejecución muy particular. Young está intentando tirar todo eso por la borda y construir algo nuevo desde cero. Este partido contra Clemson es el primer examen real de si esa base es sólida o está hecha de arena. Si los golpean físicamente, toda la retórica de la “nueva era” se desvanece. Huele a exceso de confianza, a pensar que solo por traer un nombre de la NBA, los problemas se resuelven. El Jimmy V Classic es donde la teoría se encuentra con la práctica, y yo dudo mucho que los Cougars estén listos para esta prueba.
Los Fichajes de Lujo: ¿Salvarán a la Patria o la Hundirán?
Hablemos de los jugadores nuevos: AJ Dybantsa, Rob Wright, Richie Saunders. Son los nombres que la prensa usa para justificar el entusiasmo. Dybantsa es un gran prospecto, el tipo de jugador que BYU no podía atraer antes. Pero los prospectos de élite traen consigo expectativas de élite y, a veces, un ego desmedido. Esto choca frontalmente con la cultura tradicional de BYU, que se basa en el sacrificio y el juego en equipo. Es un equilibrio delicado, y no estoy seguro de que Young tenga la experiencia necesaria para manejar esta dinámica específica. ¿Podrá controlar los egos de estos jugadores mientras mantiene la armonía que un equipo como BYU necesita para competir en una conferencia tan exigente?
Esto va más allá de Dybantsa. Es un reinicio cultural total. BYU tiene que decidir si va a priorizar el talento de un año (one-and-done) o si va a volver a un modelo de desarrollo tradicional que se alinee con sus valores institucionales. El Jimmy V Classic es un microcosmos de este dilema. Si estas nuevas estrellas no rinden al nivel esperado, o si se ven desconectados del resto del equipo, la narrativa se derrumba. Nos quedaremos con un equipo que ha perdido su identidad única sin ganar la potencia de fuego necesaria para reemplazarla. Es una apuesta peligrosa, y las consecuencias son mucho mayores que una simple derrota a principios de temporada. La Big 12 no esperará a que BYU resuelva sus problemas; se los va a comer vivos si este experimento falla. La presión sobre Saunders, como veterano, para unir a los viejos y a los nuevos es inmensa e injusta. Él es el vínculo con el pasado, pero los recién llegados se llevan toda la atención. Es una receta para el desastre en el vestuario.
Clemson: El Rival Perfecto para Exponer la Farsa
Clemson es el típico equipo de la ACC al que no se le da suficiente crédito fuera del fútbol americano. Son duros, físicos y bien entrenados. No se van a intimidar por las luces de MSG ni por la ofensiva de lujo de BYU. Representan exactamente el tipo de programa que BYU intenta emular, pero sin todo el equipaje cultural y religioso. Este partido es una prueba de fuerza contra fuerza, y una prueba de identidad contra tradición. Clemson no va a darse por vencido solo porque BYU tiene un nuevo entrenador; de hecho, probablemente lo verán como una oportunidad para demostrar que la ACC sigue siendo superior a la Big 12.
La prensa insiste en presentar esto como un choque de pesos pesados, pero seamos honestos: ambos equipos están rondando el top 10 por una razón. Son buenos, pero no de élite. Son aspirantes al margen, y eso hace que el partido sea aún más importante de una manera retorcida. Es un juego donde el ganador puede reclamar relevancia nacional, mientras que el perdedor vuelve a la oscuridad hasta que comience el juego de conferencias. La importancia de la apuesta está inflada artificialmente, lo que lo hace bueno para la televisión, pero no significa que el juego sea un indicador real del potencial de ninguno de los equipos en marzo. Todo este espectáculo, un juego de no conferencia en diciembre, está diseñado puramente para llenar un vacío de contenido y generar rating, no para probar el temple de un equipo.
El Jimmy V Classic: Un Síntoma del Sistema Roto
La existencia misma de eventos como el Jimmy V Classic resalta todo lo que está mal en el deporte universitario moderno. Se trata menos de celebrar el juego y más de maximizar los flujos de ingresos. El Madison Square Garden es un lugar histórico, sí, pero un juego de no conferencia en diciembre no debería ser el momento decisivo de la temporada de un programa. Hemos convertido el baloncesto universitario en una serie de eventos televisivos altamente producidos, en lugar de una competencia genuina donde los equipos se preparan para un torneo significativo. El enfoque ha pasado del viaje al espectáculo, y la participación de BYU en este evento, tan publicitada como está, ilustra perfectamente este cambio.
Mira cuántos de estos torneos de principios de temporada existen. Son puramente para exposición y ventajas de reclutamiento, no para una verdadera medida de dónde se encuentra un equipo. Los sistemas de clasificación se inflan con estas victorias tempranas contra equipos que a menudo se desmoronan en el juego de conferencia. Todo el sistema está diseñado para crear narrativas artificiales, y la nueva identidad de BYU, bajo Young, encaja perfectamente en esa plantilla. Quieren ser vistos como un programa nacional, y este evento proporciona exactamente ese tipo de visibilidad. Pero la visibilidad no equivale a viabilidad. Una ofensiva llamativa y un entrenador de alto perfil no los protegerán de la brutal realidad del calendario de la Big 12, y si esta nueva identidad no es genuina, se deshará cuando más importa de verdad.
La Conclusión: El Espejismo en el Big Apple
Entonces, ¿cuál es la verdadera historia aquí? BYU está haciendo un pivote radical, intentando cambiar su identidad cultural única por una identidad de baloncesto moderna y genérica. Este juego contra Clemson es la primera prueba pública importante de ese pivote. Los medios lo presentarán como un éxito o un fracaso para Kevin Young, pero las verdaderas implicaciones son mucho más profundas. Si BYU pierde este juego, no es solo una derrota; es una señal de que la nueva filosofía podría estar fatalmente defectuosa. Si ganan, solo valida el bombo por un poco más de tiempo antes de que comiencen los verdaderos desafíos del juego de conferencia.
La realidad es que BYU está tratando de ser algo que no es. Están tratando de encajar en un molde que contradice décadas de historia del programa. Este juego se trata menos de quién gana y más de si BYU puede convencernos, y convencerse a sí mismo, de que puede sobrevivir en un mundo donde la tradición importa menos que un acuerdo de NIL. Soy escéptico. La máquina publicitaria es ruidosa, pero una mirada más cercana revela un programa en arenas movedizas, tratando de reconstruirse en el Big Apple, un lugar donde la autenticidad a menudo se pierde en las luces brillantes. Todo el espectáculo se siente como un espejismo, una imagen fugaz de éxito que podría desaparecer cuando el viento del desierto finalmente lo atraviese.






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