Escuelas de Baltimore Revelan Crisis de Infraestructura Urbana

Escuelas de Baltimore Revelan Crisis de Infraestructura Urbana

Escuelas de Baltimore Revelan Crisis de Infraestructura Urbana

Estallan las Tuberías, ¿y a quién le importa?

Hablemos de Baltimore, pero no del Baltimore que nos venden en las películas de Hollywood. Hablemos del Baltimore real, donde las cosas se están cayendo a pedazos. Cuando tres escuelas cierran por dos días—Harlem Park, Youth Opportunity y Augusta Fells Savage—por una simple ruptura de tubería principal y algunos problemas de plomerías, uno se tiene que preguntar: ¿Qué demonios está pasando aquí?

Esto no es solo una tubería rota. Esto es la luz roja parpadeante de un sistema colapsado, y todos los que están a cargo simplemente le dan al botón de posponer. Quieren llamarlo un inconveniente menor, un ‘problema de plomería’. Pero seamos sinceros: cuando fallan los servicios públicos esenciales, es un síntoma de una enfermedad mucho más profunda y maligna. No se trata solo de una escuela; se trata de todo un sistema diseñado para descuidar a ciertas poblaciones mientras prioriza a otras.

Los políticos del establishment, los que prometen arreglarlo todo pero se aseguran de que nada se arregle realmente, son los que debemos mirar. Llevan décadas pateando el bote. Cada vez que llega una nueva administración, prometen un ‘plan de revitalización’ o ‘financiación de infraestructura’, pero ¿a dónde va realmente el dinero? Ciertamente no va a mantener el flujo de agua para los niños que más lo necesitan. Se lo traga la burocracia, los consultores bien pagados, los proyectos personales que en realidad no mejoran nada para la gente de clase trabajadora que intenta sobrevivir en estas comunidades.

P: ¿Es esto realmente un problema de plomería o algo más grande?

Vamos. ¿De verdad crees que un cierre de dos días para tres escuelas—no solo una, sino tres—es solo mala suerte con unas tuberías viejas? No. Este es un ejemplo de manual de negligencia sistémica. Cuando dejas que la infraestructura se pudra durante décadas, cuando subfinancias los servicios esenciales en ciertos barrios mientras viertes dinero en otros, este es el resultado inevitable. Las tuberías estallan. Las escuelas cierran. Y los niños que dependen de estos lugares para tener un ambiente estable, para comer y para tener una oportunidad de futuro, se quedan en espera.

Piensa en las implicaciones para esos niños. Dos días sin escuela, una interrupción repentina de su rutina, un mensaje claro y fuerte de que su educación, su seguridad y su bienestar son preocupaciones secundarias. Mientras las escuelas suburbanas disfrutan de instalaciones de última generación, estas escuelas del centro de la ciudad luchan con servicios públicos básicos. Es una historia de dos ciudades, ¿verdad? Una donde todo funciona sin problemas porque vive la gente adecuada, y otra donde todo se desmorona porque vive la gente ‘equivocada’. Los poderes fácticos están perfectamente de acuerdo con este statu quo. No tienen que lidiar con las consecuencias. Y créeme, esto no es diferente de lo que vemos en la Ciudad de México o en Guadalajara, donde las colonias marginadas tienen que lidiar con cortes de agua constantes mientras los barrios ricos tienen piscinas. Es la misma gata, pero revolcada.

La historia aquí no es bonita. Las Escuelas Públicas de la Ciudad de Baltimore tienen un largo historial documentado de problemas de infraestructura. Los informes de hace años han destacado problemas con los sistemas de calefacción, la contaminación por plomo y las deficiencias estructurales. Sin embargo, en cada ciclo presupuestario, reaparecen los mismos problemas. Es un ciclo de negligencia y reparaciones reactivas en lugar de mantenimiento proactivo. Esperan a que las cosas se rompan, luego se apresuran a arreglarlas y luego se olvidan hasta que llega la próxima crisis. Es una forma cínica de gestionar una ciudad, y muestra una profunda falta de respeto por las personas que viven allí. Es el clásico “dar atole con el dedo” que tanto nos gusta ver en nuestros políticos.

P: ¿Por qué estas escuelas son siempre las afectadas por estas crisis?

Porque estas escuelas sirven a comunidades marginadas. No nos andemos con rodeos. Harlem Park Elementary/Middle School, Youth Opportunity, Augusta Fells Savage: estas no están en los barrios ricos donde un cierre repentino causaría una tormenta política entre los padres adinerados. Estas son escuelas en áreas donde muchas familias ya están luchando. El sistema lo sabe. Saben que un cierre de dos días aquí no generará el mismo tipo de indignación o presión política que lo haría en un área más privilegiada. Es un riesgo calculado por las autoridades, y saben que pueden salirse con la suya. En México lo llamaríamos “no pasa nada” porque la gente de esos barrios no tiene voz en los círculos de poder.

Y no finjamos que esto es exclusivo de Baltimore. Esto está sucediendo en todas las principales ciudades de Estados Unidos y de Latinoamérica. La infraestructura en las comunidades del centro de la ciudad está llegando a un punto de quiebre. Las tuberías principales se instalaron hace generaciones, las redes eléctricas son anticuadas y los fondos para reparaciones se desvían constantemente a otra parte. Los políticos que controlan la bolsa simplemente no ven estas áreas como inversiones de alta prioridad. Las ven como pasivos, lugares para administrar en lugar de empoderar. Prefieren gastar millones en nuevos estadios deportivos o desarrollos minoristas de lujo que en asegurarse de que los niños tengan agua potable limpia y un lugar para aprender. Es la misma historia de siempre: primero los negocios, luego la gente. ¡Qué barbaridad!

Esto no se trata solo de agua; se trata de dignidad. Cuando un niño va a la escuela y encuentra las puertas cerradas porque el edificio no puede sostenerse, ¿qué mensaje envía eso? Les dice que no importan. Les dice que el sistema, que predica la igualdad y la oportunidad, es una mentira. El ciclo de la pobreza se refuerza con estos fracasos. Cuando se interrumpe la educación, especialmente para los niños que más la necesitan, se les hace más difícil liberarse de las circunstancias en las que nacieron. Esta agitación constante hace que sea más difícil para los maestros hacer su trabajo, más difícil para los administradores mantener la estabilidad y casi imposible para los estudiantes concentrarse en el aprendizaje. El gobierno se lava las manos, se hace de la vista gorda, y los niños pagan el pato.

P: ¿Qué dice esto sobre nuestro futuro como sociedad?

Dice que nos dirigimos a un colapso total. Esto no es solo sobre Baltimore; es sobre Estados Unidos. Estamos tan ocupados peleando por problemas culturales triviales que hemos dejado que los cimientos de nuestra sociedad se pudran. Estamos viviendo de las inversiones realizadas por generaciones anteriores, pero no hemos hecho ninguna de las nuestras. Nos hemos convertido en una sociedad obsesionada con las ganancias a corto plazo y la gratificación instantánea, completamente reacia a abordar los problemas a largo plazo y costosos como la reparación de infraestructuras. Es el reflejo de una cultura política de ‘pan y circo’, donde se prioriza el entretenimiento superficial sobre las necesidades fundamentales. Esto es un fenómeno global. Se ve en Estados Unidos, en México, en Europa. La gente está harta, pero no saben cómo cambiarlo. El sistema está diseñado para mantenernos dormidos.

Las consecuencias van mucho más allá de un cierre escolar de dos días. Cuando las tuberías principales se rompen, cuando las redes eléctricas fallan, cuando los puentes se desmoronan, golpea primero a los más vulnerables. La clase trabajadora, los pobres, los ancianos: ellos son los que soportan la peor parte de esta negligencia. Los ricos simplemente se mudan a barrios con infraestructura nueva o compran generadores. Están aislados de la decadencia. Esto crea un abismo aún más profundo entre los que tienen y los que no tienen, erosionando aún más cualquier apariencia de comunidad y destino compartido. Somos una sociedad que se está literalmente desmoronando, y nadie en el poder tiene las agallas para admitirlo.

Esta ruptura de la tubería principal es una metáfora perfecta de nuestra condición nacional. Estamos viviendo de tiempo prestado, de infraestructura prestada. El sistema es un desastre oxidado y con fugas. Y cuando golpee la próxima crisis importante—ya sea un desastre natural o una falla completa de la infraestructura—no serán los políticos en sus elegantes oficinas los que sufrirán. Serán las personas comunes en lugares como Harlem Park, Youth Opportunity y Augusta Fells Savage quienes pagarán el precio por generaciones de cobardía política y mala gestión. Y el ciclo se repite. Es una tragedia, y es totalmente autoinfligida. Es hora de dejar de permitirles salirse con la suya. Merecemos algo mejor. Los niños merecen algo mejor. La ciudad merece algo mejor. Necesitamos despertar y exigir un cambio real, no solo curitas de band-ayuda.

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