‘Hokum’ de Adam Scott Confirma la Bancarrota de Hollywood

'Hokum' de Adam Scott Confirma la Bancarrota de Hollywood

‘Hokum’ de Adam Scott Confirma la Bancarrota de Hollywood

La Interminable Maquinita de Contenido Sigue Girando

Con un par, ya hasta tienen fecha

A ver, hagamos una pausa para aplaudir. En serio. Un aplauso para los valientes de Neon, que en un acto de clarividencia digno del Brujo Mayor, vieron el futuro, consultaron a sus contadores y decretaron que una película de terror sobrenatural titulada, y juro que no es broma, Hokum, nos honrará con su presencia el 1 de mayo de 2026. En. Dos. Malditos. Años. ¿Esto es cine o es el calendario de siembra de la Secretaría de Agricultura? Se siente menos como un anuncio creativo y más como si estuvieran apartando el salón de fiestas para la posada de la empresa con años de anticipación, rezando para que el mundo no se lo haya tragado un agujero negro o, peor aún, que para entonces no se hayan agotado por completo las ideas originales. Honestamente, lo segundo es más probable. Qué pinche mundo. El descaro de clavar una bandera en una fecha tan lejana para una película de género que seguramente tendrá la misma vida útil que un Bubu Lubu en el sol es… bueno, es el Hollywood de hoy en su máxima expresión, ¿no? Es el triunfo absoluto de la logística sobre la inspiración. La hoja de cálculo ha ganado la guerra.

Y el nombre. ¡Ay, el nombre! Hokum. En español, “patraña”, “engaño”. O es un toque de genialidad autoconsciente o es el título más lamentablemente despistado de la historia reciente. ¿Nos están diciendo de frente que todo es puro choro? ¿Es un comentario meta sobre el estado del cine de terror, un género que cada vez depende más de sustos baratos y metáforas sobre el trauma tan obvias que bien podrían darte un zape con un manual de psicología? ¿O simplemente lo sacaron de un sombrero lleno de palabras que suenan medio tétricas? Yo le apuesto al sombrero. Huele a focus group a kilómetros. “¿Qué palabra les suena a engaño de feria de pueblo pero que también sea fácil de registrar como marca?” ¡Hokum! Perfecto. A la imprenta. Es como si la película nos estuviera guiñando un ojo, susurrando: “No te apures, güey, todo esto es puro circo para sacarte 100 pesos del boleto y otros 200 de las palomitas. Ya te la sabes”. Al menos son honestos. chance.

Esto no es una obra de arte que se está cocinando a fuego lento para un público futuro; esto es un espacio en la parrilla de programación que hay que llenar. Es un pinche “placeholder” en un calendario corporativo, un entregable para el segundo trimestre de 2026. El anuncio en sí se siente totalmente desalmado, un comunicado de prensa lanzado al vacío para asegurarles a los inversionistas que sí, que la tubería de contenido sigue fluyendo, no se me agüiten. Tenemos productos programados. Serán ensamblados por nuestro hábil director, Damian McCarthy, el de Oddity, un tipo que logró hacer una película de sustos medio decente y ahora lo avientan de vuelta a la picadora de carne para que la replique. ¿Podrá hacerlo de nuevo? ¿A alguien le importa? Mientras cumpla con las proyecciones de taquilla del primer fin de semana, su valor artístico es completamente irrelevante. Todo el asunto tiene el encanto romántico de un reporte fiscal.

El Extraño Caso de Adam Scott: ¿Rey del Grito o simple Godínez del Cine?

De los Conos de Dunshire a temblar en un rincón

Y luego está Adam Scott. El dulce, adorable y perpetuamente exasperado Adam Scott. El hombre que nos dio al neurótico pero querible Ben Wyatt en Parks and Recreation y al atormentado oficinista Mark Scout en la genial Severance. Y ahora, ¿encabeza una película de terror sobrenatural llamada Patrañas? ¿Por qué? ¿Es su intento de demostrar versatilidad, un manotazo en la mesa para probar que puede hacer más que ser encantadoramente ansioso o deprimido hasta la médula? ¿Quiere ser el próximo Toni Collette en Hereditary, entregar una actuación que eleve el material a algo legendario? ¿O es simplemente que le llegaron al precio? Seamos sinceros. Seguro es por la lana.

Hay un camino bien conocido por los actores de comedia que intentan “ponerse serios”. A veces funciona de maravilla, como Bryan Cranston después de Malcolm el de en medio. Pero por cada Cranston, hay una docena que terminan haciendo thrillers genéricos que nadie recuerda. Es un volado. Scott tiene el talento dramático, nadie lo niega. Su actuación en Severance es una cátedra de desesperación silenciosa. Pero, ¿puede llevar eso al mundo a menudo chafa del terror sobrenatural? Un mundo de puertas que rechinan, figuras en la sombra y, probablemente, un niño creepy que hace dibujos perturbadores. Se siente como contratar a un chef con estrellas Michelin para que atienda un puesto de esquites. Es casi demasiado bueno, demasiado sutil para lo que probablemente será una máquina de sustos de 95 minutos. ¿Lo veremos corriendo por una casa oscura, gritando sobre una maldición celta mientras todos en el cine pensamos “chale, pobre Ben Wyatt”? Es una posibilidad muy real. El fantasma del godínez de Pawnee es alargado.

Quizás es su crisis de la mediana edad. En lugar de comprarse un convertible, decidió hacer una película de terror. Vio las carreras de Ethan Hawke y Patrick Wilson, que se han convertido en los papás en peligro por excelencia del género, y pensó: “De aquí soy”. Es una chamba segura, eso sí. La demanda de caras conocidas y agradables para poner en peligro de muerte es insaciable. Pero, ¿le hace justicia a su talento? ¿O simplemente diluye su imagen, convirtiéndolo de un actor respetado en otra cara en un póster desechable? Solo el tiempo, y la taquilla de mayo de 2026, lo dirán. Yo, por mi parte, no estoy esperando su obra maestra.

El Engaño del “Terror Elevado” y la Fábrica de Indies

¿Es NEON solo un A24 con otra tipografía?

Hablemos de la distribuidora, Neon. La casa que construyó Parasite. Un estudio con reputación de distribuir películas aclamadas por la crítica, a menudo complejas, internacionales e independientes. Son los chicos cool. Se supone que están por encima de estas cosas, ¿no? Anunciar con dos años de antelación una película de terror que suena genérica se siente tan… comercial. Tan… de estudio grande. Apesta a una compañía que intenta jugar en las grandes ligas. Vieron la millonada que hizo A24 al vender terror lento como “elevado” y decidieron que necesitaban su propia vaquita lechera. ¿Puedes culparlos? Realmente no. Pero definitivamente puedes ser un cínico al respecto.

Este es el juego ahora. Encuentras a un director con un éxito peculiar de bajo presupuesto —en este caso, Damian McCarthy con Oddity— y le das un presupuesto un poco más grande, una estrella reconocible y la orden de “haz lo mismo, pero para un público más amplio”. Es el proceso que convierte a los cineastas independientes en maquiladores de Hollywood. Un proceso que a menudo lija las asperezas y lo interesante de la voz de un director hasta que lo que queda es suave, pulido y completamente olvidable. ¿Será Hokum la próxima Hereditary o The Witch, una película que realmente empuje los límites del género? ¿O será el próximo remake gringo de alguna joya asiática, una película que existe únicamente porque había que llenar un hueco en el calendario? El propio título parece darnos una pista.

Entonces, ¿qué podemos esperar el 1 de mayo de 2026? Déjenme sacar mi bola de cristal. Adam Scott interpretará a un arquitecto/escritor/profesor en duelo que se muda con su familia (o lo que queda de ella) a una casa aislada con una historia oscura. Habrá ruidos extraños. Un lugareño, interpretado por David Wilmot, le dará advertencias crípticas que obviamente ignorará. La entidad sobrenatural resultará ser una metáfora del trauma familiar no resuelto o quizás del capitalismo tardío. Habrá exactamente tres sustos efectivos, y todos estarán en el tráiler. El final será ambiguo, dejando la puerta abierta para una secuela titulada Hokum 2: Más Patrañas. Y todos saldremos del cine, revisaremos nuestros celulares y olvidaremos la experiencia al instante. Quizás me equivoque. Quizás Hokum sea una obra maestra aterradora que redefine el terror. Pero viendo la evidencia… diría que eso es solo un montón de… bueno, ya saben qué.

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