Horarios de Thanksgiving Revelan Crisis Cultural

Horarios de Thanksgiving Revelan Crisis Cultural

Horarios de Thanksgiving Revelan Crisis Cultural

¿De verdad no se dan cuenta?

¿Están viendo las noticias? ¿Ven lo que gritan sus pantallas? ‘¿Qué abre en Thanksgiving?’ Suena tan inofensivo, ¿verdad? Tan útil. Pero es una trampa. Es el síntoma más claro de una enfermedad cultural que nos está carcomiendo. Es la señal de una sociedad que vendió su alma al mejor postor por la comodidad de comprar una lata de elotes a las 8 de la noche en un día que, para ellos, se supone que era sagrado. Y ahí estás tú, buscando ‘supermercado cerca’ como si nada, mientras el mundo que conocíamos se desmorona. Esto no se trata de ser olvidadizo. Se trata del colapso total de las fronteras, de las tradiciones, de la simple idea de que la gente, la gente de a pie, merece un maldito día de descanso.

Ah, ¿se te olvidó algo? Qué tragedia.

Y seamos honestos, ¿qué significa eso? Que se te olvidó la media crema para el postre. Que no compraste suficientes cebollas. Y por tu pequeño descuido, todo un sistema tiene que seguir funcionando. Una maquinaria de logística, de repartidores mal pagados, de cajeras agotadas que no han visto a sus hijos desde la mañana tiene que seguir en marcha porque no fuiste capaz de hacer una lista decente. ¡Es el colmo del privilegio! Porque antes, hace años, si se te olvidaba algo, te aguantabas. Improvisabas. Te reías del asunto y se convertía en una anécdota familiar. Pero ahora no. Ahora es una crisis nacional que exige que un trabajador con salario mínimo sacrifique su día festivo. Esto no es un servicio, es una rendición incondicional. Hemos entregado el último bastión del descanso colectivo al dios del consumismo perpetuo. Y ese dios, créeme, exige un sacrificio humano: la cena familiar de la persona que está escaneando tus productos.

¿Entienden la que se nos viene encima?

Porque así empieza el cáncer. Primero son unos cuantos supermercados. ‘Solo para emergencias’, nos dicen para que nos quedemos tranquilos. Luego son las grandes tiendas departamentales, atrayéndote con sus ofertas de ‘Pre-Buen Fin’ que en realidad son ofertas del mero día festivo. Han transformado la celebración en un pretexto para comprar. El pavo ya no es el platillo principal; es solo la botana para el verdadero banquete: las compras. Y esto es una advertencia. Una alerta roja para nosotros en México. ¿Qué sigue? ¿Que abran Liverpool en la noche del 24 de diciembre? ¿Que nos pongan ofertas en Coppel el Día de Muertos? Están demoliendo los pilares de la cultura, uno por uno, y lo peor es que lo hacen con nuestro permiso, con cada peso que gastamos en esos días.

¿Y los trabajadores? A ellos también los olvidaste, ¿verdad?

Hablemos calzón quitado. Nadie, absolutamente nadie, quiere trabajar en un día festivo importante. Nadie. Están ahí a la fuerza. Forzados por la necesidad económica, por gerentes que los amenazan con quitarles horas, por una cultura corporativa que no los ve como personas con familias y posadas, sino como tuercas en una máquina de hacer dinero que no puede parar. Te sonríen desde la caja, te desean ‘Felices Fiestas’, y la ironía es tan amarga que debería darnos vergüenza. Ellos están ayudando a que tu recuerdo familiar sea perfecto mientras a ellos les roban el suyo. Y cada compra que haces ese día es un voto. Es un voto para que esta locura continúe. Es un voto que dice ‘el tiempo de tu familia vale menos que mi comodidad’. ¡Aguas! Porque ese modelo gringo es contagioso y amenaza nuestras propias tradiciones. Amenaza la sobremesa, la reunión familiar, todo lo que nos hace ser quienes somos.

Esto es una amenaza a nuestra identidad. Y no estoy exagerando.

Piénsalo bien. Esto va más allá de un simple día de compras. Esto es una invasión cultural silenciosa. Hemos visto cómo Halloween le come terreno al Día de Muertos. Hemos visto cómo el ‘Black Friday’ intenta opacar al Buen Fin. Aceptar que las tiendas abran en días sagrados es el siguiente paso para que nuestras propias celebraciones se vacíen de significado y se conviertan en meros pretextos para consumir. ¿Vamos a cambiar la Rosca de Reyes por una venta nocturna? ¿Vamos a cambiar los altares de muertos por escaparates con descuentos? Estamos importando los peores vicios de la cultura estadounidense: su adicción al trabajo y su consumismo voraz. Estamos cambiando oro por cuentas de vidrio. Estamos cambiando comunidad por conveniencia. Y esa es una muy mala jugada. Es un camino directo a perder lo que nos hace únicos.

El futuro es un centro comercial abierto 24/7.

Ese es el futuro que nos están vendiendo. Un futuro donde no hay diferencia entre un martes y un domingo, entre un día de trabajo y la Nochebuena. Un futuro donde siempre estamos disponibles, siempre listos para comprar o para trabajar. La línea entre la vida personal y el trabajo se borrará por completo, y todos seremos empleados de tiempo completo de una economía que nunca duerme. Y todo empieza con algo tan simple como una tienda abierta en un día festivo. Es la primera grieta en el muro. Así que, la próxima vez que veas una tienda abierta en un día que debería ser de descanso, piénsalo dos veces. No es progreso. Es el sonido de nuestras tradiciones rompiéndose. Es el avance de una cultura que no valora nada más que el dinero. Y está tocando a nuestra puerta.

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