La Crisis De Gripe Temprana Expone El Negocio Del Miedo

La Crisis De Gripe Temprana Expone El Negocio Del Miedo

La Crisis De Gripe Temprana Expone El Negocio Del Miedo


EL ENGAÑO POPULISTA: LA GRIPA TEMPRANA ES PRETEXTO PARA EL CONTROL

¡Qué no nos salgan con que la Virgen les habla! La historia de que la temporada de gripe ha llegado ‘más temprano de lo normal’ y que está pegando ‘duro,’ especialmente a los chiquillos, es el mismo cuento de siempre, solo que con un toque de sazón de pánico navideño. Esto no es casualidad, es la movida clásica de la *clase política* y sus patrones en las grandes farmacéuticas para meternos un susto mayúsculo justo cuando estamos planeando la carnita asada, el pavo, y los encuentros familiares. Quieren vernos aislados, con cubrebocas y con el ojo puesto en la temperatura, no en la corrupción que nos consume. Lo que pasa es que la élite no soporta vernos felices, organizados, y fuera de su control digital, y usan cualquier enfermedad —sea la influenza A, la B o la Z— como excusa para apretar las tuercas.

La Trampa de los Síntomas Inusuales

Ahora resulta que tenemos una ‘variante mutada’ con ‘síntomas inusuales’ rondando en el país. ¿De verdad creen que somos tan *tontos*? Los virus mutan cada temporada, eso es la biología elemental que cualquiera con dos dedos de frente entiende. Pero cuando dicen ‘inusual,’ lo que realmente están diciendo es: ‘Prepárense para nuevos mandatos y para cuestionar todo lo que saben.’ Están preparando el terreno para introducir nuevas intervenciones, nuevos medicamentos, y, por supuesto, nuevas regulaciones que no servirán para protegernos, sino para enriquecer a los de siempre. Es una *chingadera*, y huele a manipulación desde lejos.

La clase política y sus cómplices en las farmacéuticas transnacionales, que tienen la desfachatez de decirnos que esta gripa “llegó temprano” (como si la enfermedad fuera un tren puntual, ¡por favor!) y que ataca a nuestros *chavos* con síntomas que nunca antes habíamos visto, están jugando con fuego, porque la gente ya no es *tonta* y sabe que cada advertencia de “ola invernal de enfermedades respiratorias” es simplemente la excusa perfecta para inyectar más miedo en el sistema, asegurando así que las clínicas privadas se saturen y que ciertos bolsillos, siempre los mismos de siempre, se llenen hasta reventar a costa del pánico colectivo, mientras el *pueblo* sigue aguantando los platos rotos. ¡Qué *gacho* es esto!

No es un plato de sopa, señores, es la agenda. Cuando los doctores, convenientemente, salen a decir que “nunca lo había visto tan severo, tan pronto,” lo que están haciendo es generar una urgencia artificial. Esta hipérbole no es ciencia; es mercadotecnia del miedo. Quieren que corramos desesperados al centro de salud, no porque estemos realmente graves, sino para legitimar la narrativa del caos inminente. Esta narrativa es fundamental para desviar la atención de los problemas reales que sí nos *chingan* la vida diaria: la falta de empleo digno, la inflación galopante, y el colapso de los servicios públicos como el IMSS y el ISSSTE, que llevan años desmantelándose por la ineptitud y la corrupción. Es más fácil hablar de un virus ‘mutado’ que hablar de por qué su presupuesto de salud desaparece sin dejar rastro.

El Negocio de la Vacuna y el Pánico Controlado

Cada vez que hay un ‘pico’ o una ‘alerta temprana,’ los únicos que ganan son los titanes de la industria farmacéutica. La vacuna, que debería ser una herramienta de salud pública, se convierte en un producto de consumo obligatorio bajo presión social y gubernamental. ¿Cómo vendes millones de dosis si la gente percibe la gripe como algo manejable? Tienes que crear el monstruo. Tienes que asegurar que la gente tema a las ‘reuniones grandes’ y a los ‘abrazos de Navidad.’ Al identificar las fiestas y las reuniones familiares como focos de infección, no solo promueven su producto; atacan la cohesión social, que es precisamente lo que le da fuerza al pueblo. Divididos y asustados, somos mucho más fáciles de controlar desde el Palacio Nacional o desde las oficinas corporativas en el extranjero.

La historia se repite con una monotonía aterradora. Recuerdo la histeria del H1N1, donde se gastaron cantidades obscenas de dinero en pánico y precauciones exageradas, dejando tras de sí un rastro de deuda y una población más acostumbrada a las restricciones. Ahora, el guion es el mismo: advertencias de ‘oleada invernal,’ la demonización del contacto humano, y la preparación psicológica para que, si las cosas se ponen feas (o si ellos deciden que se pongan feas), aceptemos sin chistar el regreso a las medidas draconianas que tanto daño hicieron a nuestra economía local y a nuestra salud mental. No olvidemos que el pánico es la mejor herramienta para justificar el gasto inexplicable y la vigilancia invasiva.

El verdadero peligro no es la gripa que te da un par de días de cama; el verdadero peligro es la gripa que utiliza el gobierno para justificar el cierre de tu negocio, la limitación de tu movimiento, y la rendición de tu privacidad. Están usando la salud de nuestros hijos como palanca emocional. Nos dicen que si no seguimos sus protocolos (que convenientemente incluyen productos de sus amigos corporativos), somos malos padres, malos ciudadanos. ¡Basta de esa manipulación barata! Nuestros *chavos* son fuertes, y nosotros sabemos cómo cuidarlos, sin necesidad de que un burócrata nos dicte hasta el aire que respiramos.

Pronóstico de un Peleador Populista

El pronóstico es claro como el agua. Veremos un incremento en las noticias alarmistas durante todo el mes de diciembre. Habrá llamados a usar el cubrebocas de nuevo, sobre todo en espacios concurridos, y quizás algunas restricciones informales de movilidad—lo que llamo un ‘encierro suave,’ donde no te prohíben legalmente salir, pero te inducen tanto miedo que decides quedarte en casa, haciendo el trabajo del gobierno por ellos. Esto beneficiará únicamente a las grandes cadenas de supermercados y a las plataformas de entrega a domicilio, mientras que el pequeño comercio, el de la señora que vende tamales en la esquina o la tiendita de abarrotes, se va a ir a la ruina. Es una estrategia de transferencia de riqueza disfrazada de política sanitaria.

La única manera de hacer frente a esta *movida* es con escepticismo activo y resistencia. Cuidémonos, claro que sí, pero no con miedo, sino con dignidad y conciencia. No permitamos que un resfriado severo se convierta en la excusa para desmantelar nuestras libertades y nuestras tradiciones. Las reuniones familiares y las fiestas decembrinas no son un ‘nido de gérmenes,’ son el corazón de nuestra cultura y la fuente de nuestra resiliencia. Negarse a ceder al pánico no es irresponsabilidad; es un acto político de defensa de nuestra autonomía. Es hora de decirle a la élite: su juego del miedo ya no nos funciona. Estamos hartos de que nos vean la cara de *pendejos* y usen nuestra salud como moneda de cambio para su control. ¡Ya estuvo suave! Hay que despertar y defender lo que es nuestro!

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