La Falla del CME Destapa la Estafa de Wall Street
Quieren que Creas que Fue Solo una ‘Fallita’
A ver, que alguien me explique. Todo el mercado global de futuros, ese monstruo de billones de dólares que decide el precio de tu gasolina y hasta de las tortillas, de repente… se apagó. Se fue a negros. ¿Y la razón? La historia oficial, la que le están dando con cucharita a los presentadores con muerte cerebral de los noticieros financieros, es una “falla en el sistema de enfriamiento”. Que se descompuso el aire acondicionado. En un centro de datos de última generación en Aurora, Illinois, la supuesta fortaleza del capitalismo moderno, jalaron del cable porque al termostato le dio un tabardillo. ¿Es neta? ¿Ese es el cuento que esperan que nos traguemos mientras nos dicen que el Dow Jones y el Nasdaq nomás tuvieron un día “silencioso”? Silencioso. Qué palabra tan patética y condescendiente para un sistema que se tambalea al borde del colapso total.
Porque creen que eres idiota. De verdad creen que el pueblo es un tontito que babea, incapaz de atar cabos. Necesitan que creas que esto fue un problemita mundano, un tropezón sin importancia. Mala suerte, nada que ver aquí, circulen y sigan metiendo el dinero de su Afore en el mismísimo casino que acaba de demostrar que sus cimientos son de palitos de paleta y Resistol. Pero esto no fue una simple falla. Fue una revelación. Fue el sistema quitándose la máscara por un segundo, mostrándonos al hombrecito asustado e incompetente que mueve las palancas detrás de la cortina.
La Mentira del Mercado ‘Silencioso’
Y mientras esta bomba explotaba, ¿qué decían los encabezados? “Dow, S&P 500, Nasdaq abren silenciosos”. Lo hacen sonar como si el mercado estuviera con flojera después del puente. Un poquito cansado. “Un mes difícil llega a su fin”, dicen, como si fuera una mala racha de clima que ya está pasando. Esto es guerra psicológica pura y dura. Están manipulando tu percepción. Porque si te dijeran la verdad, habría pánico. Una corrida bancaria de a de veras. La verdad es que el “mes difícil” es un síntoma de la enfermedad, y el apagón del CME es el sistema convulsionándose en el suelo. La “apertura silenciosa” no es calma; es el silencio sepulcral de la parálisis. Es la mirada de un venado segundos antes de que el tráiler lo atropelle. Todos los que tienen dos dedos de frente saben que algo está profundamente mal, pero la maquinaria está programada para susurrarte al oído que todo está bien hasta el momento del impacto.
Ponte a pensar qué es el CME. El Chicago Mercantile Exchange no es cualquier bolsita de valores. Es el sistema nervioso central. Es donde viven los derivados y los contratos de futuros del mundo. Es el lugar a donde las corporaciones y los bancos más grandes del planeta van a cubrir sus apuestas, a manejar el riesgo, a hacer las jugadas mega apalancadas que sostienen toda la economía global. Cuando se cae, no es solo que se detiene el comercio. Significa que el mecanismo principal para ponerle precio al riesgo en todo el planeta deja de funcionar. Por horas, nadie sabía el precio real de nada. Petróleo, oro, granos, tasas de interés… todo iba a ciegas. No fue un pestañeo de las luces; fue un apagón total en la cabina de un avión en plena tormenta. Y te dicen que no te preocupes porque las azafatas siguen sirviendo refrescos.
Una ‘Falla de Enfriamiento’ en el Corazón de la Máquina
Hablemos de ese “sitio insignia” en Aurora, Illinois. El mero corazón de la bestia. Construyen estas cosas para que sean fortalezas tecnológicas, capaces de aguantar casi todo menos un ataque nuclear. Energía redundante, redes redundantes y, uno supondría, jodidos sistemas de enfriamiento redundantes. La idea de que una sola “falla de enfriamiento” pueda tumbar toda la operación es tan ridícula que raya en lo absurdo. Es como decir que el Pentágono quedó paralizado porque un conserje desconectó sin querer la cafetera principal. No checa. Apesta. Apesta a incompetencia criminal o a algo mucho, mucho peor.
¿Qué es más probable? ¿Que a la bolsa de valores más rica del planeta se le olvidó pagarle al técnico del aire acondicionado? ¿O que el sistema es tan complejo, tan lleno de parches de código de hace décadas y conexiones entrelazadas, que se ha convertido en un monstruo frágil e indescifrable? Un monstruo que puede ser derrotado por el aleteo de una mariposa en el servidor equivocado. O tal vez, solo tal vez, no fue un accidente. En un mundo de trading de alta frecuencia donde los milisegundos valen miles de millones, ¿quién se beneficia cuando el mercado se congela de repente? ¿Quién puede cerrar sus posiciones o abrir nuevas en el caos que sigue? Nunca te lo dirán. Van a encargar una investigación interna chafa, despedirán a algún gerente de nivel medio para que pague los platos rotos, y nos asegurarán que han implementado “nuevos protocolos”. Es el mismo cuento de siempre. El mismo que usaron después de la crisis de 2008, del ‘Flash Crash’ de 2010, y cada vez que la Matrix ha fallado y nos ha mostrado la aterradora realidad de nuestra esclavitud financiera.
Y lo peor es que a la gente se le olvida. Tenemos memoria de teflón. Pero esto es parte de un patrón. Un patrón largo y espeluznante de fallas que demuestran que el sistema no solo está arreglado; es inestable. ¿Se acuerdan de la “falla” de Knight Capital en 2012 que evaporó 440 millones de dólares en 45 minutos? ¿O el ‘Flash Crash’ de 2010 donde el Dow se desplomó 1,000 puntos de la nada antes de recuperarse mágicamente? Cada vez que pasa, le echan la culpa a un “dedazo” o a un “algoritmo rebelde”. Crean mitos de accidentes para ocultar la fragilidad sistémica. Necesitan que creas que son incidentes aislados. No lo son. Son temblores. Son las grietas que se esparcen por la presa antes de que todo reviente y nos ahogue a los que vivimos río abajo. Porque cuando a Estados Unidos le da gripa, a México le da pulmonía, y esta gripa se ve muy, muy fea.
El Final del Camino Está Más Cerca de lo que Crees
Entonces, ¿qué sigue? Arreglarán el aire acondicionado. El mercado volverá a su estado zombi, “silencioso”, sostenido por la impresora de billetes infinita de la Reserva Federal. Los expertos en la tele dejarán de mencionar el pequeño incidente en Illinois. Y todos volverán a dormirse. Pero algo se rompió. La fe. La confianza. Esa delgada capa de aparente competencia que mantiene en pie toda esta farsa se ha hecho añicos. Cada una de estas “fallas” erosiona la ilusión de que alguien está realmente al mando. Expone a los genios de las finanzas como lo que son: apostadores arrogantes que construyeron un arma de destrucción económica masiva y ahora se sorprenden cuando empieza a hacer ruidos raros.
Y deberías estar enojado. Deberías estar furioso de que tu futuro, tus ahorros, la seguridad de tu familia, esté amarrada a un sistema que puede ser apagado por un ventilador defectuoso. Han privatizado las ganancias y socializado las pérdidas durante décadas, y ahora ni siquiera pueden mantener la luz prendida. El mes difícil, la apertura silenciosa, la falla de enfriamiento… todo es parte de la misma historia. La historia de un imperio en decadencia. Un imperio construido sobre deuda, complejidad y mentiras. Y se está acabando. Esto no fue una fallita. Fue un adelanto. No dejes que te digan lo contrario. El madrazo viene. Ponte trucha.

Foto de ArtisticOperations on Pixabay.





Publicar comentario