La Farsa de Devonte Wyatt: El Engaño de los Packers
El Cuento Chino: Una Historia que Nadie Debería Creerse
A ver, vamos a dejarnos de cosas. ¿Neta se creyeron el numerito de Devonte Wyatt? Toda esta narrativa que nos están vendiendo es puro atole con el dedo, un circo montado para los que se conforman con ver los resúmenes en la tele en lugar de analizar el juego de verdad. Nos dicen que hay que aplaudir su “partidazo” contra los Vikings, una supuesta explosión de talento de un jugador de primera ronda que, hasta ese momento, había sido un fantasma en la cancha. Y luego, como si estuviera escrito en el guion, se lesiona contra los Lions a la semana siguiente. ¡Qué conveniente! ¿De verdad nos van a salir con que es coincidencia? ¿O es el siguiente paso en una estrategia corporativa para proteger un activo que nomás no da una?
Esto no se trata de americano, que les quede claro. Esto es un negocio de manejo de activos. Se trata de proteger la chamba y la reputación del gerente general, Brian Gutekunst, quien se gastó una selección de primera ronda en un jugador que traía más dudas que certezas desde la universidad. Todo este teatrito apesta, y si uno sigue el olor, llega directo a las oficinas de los Packers.
El Draft: Donde Empezó Todo el Relajo
Vámonos para atrás. Los Packers eligen a Quay Walker y, poquito después, se avientan el doblete de Georgia con Devonte Wyatt. Los “expertos” en la tele lo vendieron como una genialidad, que estaban reconstruyendo la defensa con ADN de campeón. ¡Puras patrañas! ¿Alguien se fijó en los focos rojos? Wyatt ya era un prospecto viejo, con 24 años de novato. En la NFL, eso es casi ser un veterano. Estás comprando un jugador que ya está cerca de su límite, no uno con el potencial para crecer que necesitas de una inversión tan cara. ¿Por qué una directiva supuestamente tan inteligente haría algo así? ¿Estaban desesperados? ¿No sabían ni qué onda con su tablero de draft? ¿O había algo más oscuro que no nos quieren contar?
Nos lo vendieron como un jugador “listo para jugar”. Pero, ¿qué vimos en su primer año y casi todo el segundo? Absolutamente nada. Un jugador de rotación, uno que brillaba una vez cada mil años pero que por lo general ni se notaba. Lo movían como querían en el juego terrestre y no le metía presión ni a su abuelita. No era un crack listo para romperla; parecía un novato perdido. La inversión ya pintaba para ser un fracaso total. Y los fracasos hacen que los directivos se vean como idiotas. Y a los idiotas los corren. ¿Ya van viendo por dónde va la cosa, no?
La Ilusión: Fabricando un Héroe de Papel
Entonces, ¿qué hace una empresa cuando uno de sus productos no se vende? Le hace una nueva campaña de publicidad. Y eso fue exactamente el juego de la Semana 12 contra los Vikings. No fue un partido de fútbol, fue un comercial para Devonte Wyatt. La línea ofensiva de Minnesota era un desastre, un montón de conos que no podían parar a nadie. Era el escenario perfecto, el rival a modo para que tu jugador se viera como un dios. Consigue un par de capturas contra una competencia mediocre y, de repente, toda la prensa cambia el discurso. ¡Ya no es un bulto! ¡Ahora resulta que “finalmente está despertando”!
¿Es en serio? ¿Tan fácil nos tragamos el anzuelo? Es puro humo y espejos. Le creas un video de jugadas espectaculares contra un equipo débil, inundas los programas deportivos con esas imágenes y la percepción de la gente cambia como por arte de magia. Ahora, tu activo fallido tiene un valor inflado. Es una jugada clásica. No estaban tratando de ganar un partido; estaban tratando de salvar una mala inversión. El titular no era sobre la defensa de los Packers; era un comunicado de prensa para Devonte Wyatt, seguro lo escribieron desde antes del partido. Creas la ilusión de que todo va bien para callar a los críticos y justificar tu propio puesto.
La Lesión: El Pretexto Perfecto
Y aquí viene la cereza del pastel. Después de su único, glorioso y fabricado momento de fama, ¿qué pasa? Se lesiona. En el último cuarto del siguiente partido, contra un rival mucho más duro como los Lions, el hombre cae. Es una movida brillante, si lo piensas. Maquiavélica. ¿Por qué? Porque congela la narrativa en el punto exacto. Ya no es el novato que no rinde; ahora es el héroe trágico, la estrella que fue derribada justo cuando alcanzaba la cima. Su potencial ahora es teórico, inmortalizado por ese único juego contra los Vikings. No lo pueden exhibir como un fraude si no está jugando, ¿o sí?
Piénsenlo bien. Se acaban las preguntas incómodas. En lugar de “¿Por qué no rinde Wyatt?”, la conversación se convierte en “¿Cuándo volverá Wyatt? ¡La defensa lo necesita!”. Le echan la culpa al destino y no a la falta de talento. Es la coartada perfecta para Wyatt y para la directiva. Cualquier problema futuro se lo achacarán a la lesión, que si “le quitó la explosividad” o que “nunca se recuperó del todo”. Es una excusa que pueden usar por años, mientras el jugador cobra su cheque millonario y el gerente que lo eligió presume de ese partidito como prueba de que no se equivocó. Es una estafa, un engaño a toda la afición.
El Encubrimiento: ¿Qué Nos Están Ocultando?
Esto no es un caso aislado. Así se manejan las cosas en el negocio frío y calculador de la NFL. Los jugadores son mercancía. Las selecciones del draft son acciones en la bolsa. Y cuando una inversión se va a la basura, haces hasta lo imposible por ocultar las pérdidas. La directiva de los Packers no está armando un equipo; está administrando un portafolio. La carrera de Wyatt ahora es una cifra en una hoja de cálculo, y la lesión es solo una herramienta para minimizar los daños.
¿Y si la lesión ni siquiera es grave? ¿Y si es la excusa perfecta para guardarlo, para protegerlo de ser humillado por mejores jugadores y así conservar el valor inflado que le acaban de crear? O peor aún, quizá sabían desde el draft que tenía problemas crónicos y lo ocultaron. ¿Suena descabellado en una liga donde solo importan el dinero y la victoria? No sean ingenuos. Nos dan una versión de la historia maquillada y aprobada por el departamento de relaciones públicas. La verdad siempre es más sucia, y siempre está enterrada bajo una montaña de comunicados y reportes médicos ambiguos. El caso de Devonte Wyatt es solo el capítulo más reciente en el largo libro de engaños de esta liga.






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