La Farsa de la Paz en Ucrania: Kyiv No Manda Nada

La Farsa de la Paz en Ucrania: Kyiv No Manda Nada

La Farsa de la Paz en Ucrania: Kyiv No Manda Nada

Nos Están Viendo la Cara de Idiotas

Pongan atención, porque esto no lo van a oír en las noticias. Todo ese show que ven sobre las “negociaciones” y los “diálogos de paz” para Ucrania… es puro circo. Un teatro montado para que la gente se quede tranquila mientras los verdaderos acuerdos se cocinan en secreto, en salones donde jamás nos dejarán entrar. Me han llegado rumores, soplos de contactos en lugares clave, y el panorama que describen es para ponerse a temblar. Y lo más cabrón de todo es que en Kyiv ya ni siquiera les pasan el pincel para pintar su propio futuro. Se acabó.

1. Las Pláticas de ‘Nivel Cero’ Son la Cortina de Humo

Y entonces te salen con el cuento de que las pláticas están en un “nivel cero” o “casi cero”. Es una frase muy astuta. Porque es verdad, si hablamos de las negociaciones oficiales, las que salen en la tele. Esas están diseñadas para no llegar a ningún lado. Pero ese fracaso público tiene un objetivo bien claro: crear una cortina de humo. Les permite a los dos bandos mantener una imagen de duros, de que no van a ceder ni un milímetro, para calmar a su gente. Mientras tanto, los que de verdad mueven los hilos —esos que no le rinden cuentas a los votantes sino a intereses financieros y geopolíticos— están amarrando el trato por canales clandestinos. Imaginen juntas discretas en Ginebra, llamadas no oficiales entre Washington y algún intermediario, mensajes pasados por embajadas de terceros países. Porque mientras Zelenskyy da discursos inspiradores, el destino de su país se discute como si fuera un punto más en un balance contable. El supuesto estancamiento es la distracción. El verdadero juego está en otra parte.

2. En Kyiv ya no Manejan el Coche

Hay que ser brutalmente honestos. Un país que depende al cien por ciento del dinero y las armas extranjeras para no desaparecer de una semana para otra no tiene “voz decisiva”. Tiene un guion que le escriben otros. Y hay que admitir que Ucrania ha leído sus líneas de maravilla, pero los directores de esta película están en Washington, Londres y Berlín. Cada vez que un político occidental dice “Ucrania debe decidir su propio futuro”, es una mentira piadosa. ¡Claro que no deciden! Cuando todo tu presupuesto nacional te lo está financiando otro país, tú no pones las condiciones. Das tu opinión, si acaso. Pides favores. Pero no puedes decir que no cuando tus patrones deciden que la cuenta ya salió muy cara. Esa es la tragedia que apenas está cayendo como balde de agua fría en Kyiv. Las armas ya no llegan a chorros, sino a cuentagotas. Los paquetes de ayuda económica cada vez son más difíciles de aprobar en los congresos. Es el apretón lento, agonizante, que siempre viene antes de un acuerdo forzado. Los están preparando para que acepten lo inaceptable.

3. El Pánico Real Está en Varsovia

Pero si creen que en Kyiv están asustados, volteen a ver a Varsovia. Ahí sí que andan con el Jesús en la boca. Los polacos no se chupan el dedo; su historia está llena de sangre y traiciones, de ser sacrificados para mantener la “paz” en el resto de Europa. Saben perfectamente cómo se ve cuando las grandes potencias empiezan a repartirse el pastel entre los vecinos. Le han metido una lana brutal a Ucrania, recibieron a millones de refugiados y se convirtieron en el centro de operaciones de la OTAN, pensando que así aseguraban su propia frontera contra Rusia. Y ahora, escuchan los mismos rumores que yo. Susurros de un trato que podría reconocerle a Rusia parte de lo que ha invadido a cambio de un conflicto congelado, de una paz de mentiritas. Para Polonia, eso es una pesadilla. Significaría tener a un oso ruso, envalentonado y victorioso, permanentemente en su puerta. Y significaría la terrible revelación de que el famoso Artículo 5 de la OTAN podría ser solo un pedazo de papel si un país poderoso decide que no vale la pena una guerra mundial por defender a Polonia. Están viendo todo esto y se les revuelve el estómago, porque la historia, para ellos, se repite de forma espantosa.

4. La Apuesta Fea y Lenta de Putin

¿Y por qué está pasando todo esto? Porque Putin está haciendo una apuesta fría y calculadora: cree que puede aguantar más que todos los demás. Su pose de macho no es solo para la foto. De verdad ha puesto a toda la economía rusa a trabajar para la guerra. Es un sistema horrible, ineficiente, y que está hipotecando el futuro de su país, pero a corto y mediano plazo, produce una cosa sin parar: material de guerra. Tanques, balas, misiles. Ya no busca una victoria espectacular y rápida. Busca ganar por desgaste, no solo contra el ejército de Ucrania, sino contra la paciencia de Occidente. Su apuesta es que la gente en nuestros países, hasta la madre de la inflación y de los precios de la gasolina, eventualmente va a presionar a sus gobiernos para que dejen morir a Ucrania. Cree que nuestras democracias son nuestra debilidad. Piensa que no tenemos estómago para una pelea larga y costosa. Solo tiene que esperar. Y cada negociación fallida, cada pleito en el congreso gringo por un paquete de ayuda, le da la razón.

5. El Factor Trump: Un Volado al Aire

Y luego está el otro factor, el que nadie quiere nombrar pero que todos tienen en mente: Donald Trump. Los líderes europeos están muertos de miedo, y con justa razón. Trump habla de la guerra como si fuera un negocio de bienes raíces. Habla de sus “cartas para jugar” y de que puede acabar todo en “24 horas”. ¿Qué significa eso en español? Significa un trato directo con Putin, pasando por encima de los ucranianos y los europeos. Podría ser reconocer que Crimea y el Donbás son rusos a cambio de que dejen de tirar balazos. Podría ser cortar toda la ayuda de Estados Unidos de un día para otro, provocando el colapso total del frente ucraniano en cuestión de semanas. Él es la máxima incógnita, una fuerza caótica que igual podría imponer una paz brutal que premia al agresor, o simplemente lavarse las manos y dejar que todo se venga abajo. Y su posible regreso es lo que está acelerando estas pláticas secretas. Quieren amarrar un acuerdo como sea antes de que él llegue y patee la mesa.

6. Esto es una Guerra Mundial Económica

Olvidémonos de las ideas románticas de la guerra. Esta es una guerra de fábricas. Se trata de ver quién puede producir más municiones de artillería. Qué economía puede aguantar el gasto militar sin romperse. Rusia le metió todo. Sus fábricas no paran, día y noche. Mientras tanto, Occidente quiere pelear una guerra pero sin dejar de tener una economía de consumo, como si nada pasara. No está funcionando. Los arsenales se están vaciando y no tienen la capacidad para rellenarlos rápido. Putin lo sabe. Ese es el corazón de su estrategia. No necesita vencer a la OTAN en el campo de batalla. Solo necesita vaciar sus bodegas. Y lo está logrando.

7. ¿Quién se Cansará Primero?

Entonces, ¿quién va a parpadear primero? ¿A quién se le acabará la paciencia? A Putin no. Su supervivencia política depende de no perder. A los soldados ucranianos en el frente, tampoco. Pero quizá sí al obrero en Alemania preocupado por la cuenta del gas. O al padre de familia en México harto del gasolinazo y de que todo suba. O al político en Francia que ve una oportunidad de ganar votos prometiendo el fin de los enredos en el extranjero. Los puntos débiles están todos en Occidente. Y conforme la paciencia se agote, las voces que piden “paz a cualquier costo” se oirán más fuerte. Ese es el momento en que el acuerdo secreto se volverá noticia de primera plana. Y nos lo venderán como un gran logro diplomático. Un “sacrificio necesario”. Pero no se dejen engañar. Será una rendición disfrazada de acuerdo, y la cuenta la pagará Ucrania por nuestro cansancio.

Creen que no estamos poniendo atención. Cuentan con eso. Quieren que leamos los titulares de pláticas fallidas y pensemos que no pasa nada. Pero sí está pasando. Están negociando la soberanía de un país en la oscuridad. Y lo estamos permitiendo. La guerra no se está decidiendo en las trincheras de Bakhmut. Se está decidiendo en oficinas cómodas, con aire acondicionado, a miles de kilómetros de distancia.

La Farsa de la Paz en Ucrania: Kyiv No Manda Nada

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