La Maldición de los Potros de Indianápolis Continúa

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El Karma de los Potros: La Enfermería de QBs Creció Más Rápido que la Ofensiva

¿Qué está pasando con los Potros de Indianápolis? ¿Es mala suerte o un castigo divino?

La situación de los Potros de Indianápolis ha dejado de ser una mala racha para convertirse en una auténtica comedia negra. Es como si el universo del fútbol americano se hubiera puesto de acuerdo para castigar a esta franquicia de la manera más cruel y dramática posible. En el lapso de un fin de semana, los Potros pasaron de tener un mariscal de campo con una prometedora historia de redención a no tener a nadie en pie. Daniel Jones, el QB titular que había revivido su carrera y las esperanzas de la afición, sufrió una lesión devastadora en el tendón de Aquiles. Y, por si fuera poco, el hombre que lo reemplazó en el campo, Riley Leonard, ni siquiera pudo terminar el partido sin lesionarse él también. Es un nivel de fragilidad que ni siquiera un equipo de cristal podría igualar.

La confirmación de la lesión de Jones, un desgarro del tendón de Aquiles que lo dejará fuera por el resto de la temporada 2025, es la cereza del pastel de un desastre. Jones había demostrado ser un líder competente, superando las expectativas que muchos tenían de él. Pero en la NFL, la esperanza es un bien escaso, y la lesión de Jones se encargó de recordárselo a todos. La tragedia de Jones es que su resurgimiento se detuvo abruptamente, dejando al equipo en una posición imposible. No solo perdieron a su mariscal titular; perdieron el impulso y la fe que habían construido durante la temporada. Es el equivalente a construir una casa de naipes y que alguien estornude justo antes de colocar la última carta.

¿El “siguiente hombre” de los Potros está hecho de papel? La lesión de Riley Leonard.

La historia de Riley Leonard es aún más desconcertante. Entró al campo como el “próximo hombre” para salvar el día después de la lesión de Jones. Sin embargo, en un giro de los acontecimientos que raya en lo absurdo, Leonard terminó el partido con una lesión en la rodilla. La esperanza de que pudiera liderar al equipo contra los Seahawks en la Semana 15 se desvaneció antes de que el sol se pusiera el domingo. El entrenador Shane Steichen ha expresado “esperanza” de que Leonard pueda jugar, pero la palabra “esperanza” en este contexto es solo un eufemismo para “estamos desesperados y no tenemos a nadie más.”

Esto plantea preguntas serias sobre la gestión del roster de los Potros. ¿Es una coincidencia que dos mariscales de campo se lesionen de gravedad en un mismo partido, o hay algo más profundo? La fragilidad de la posición de QB en Indianápolis es palpable, y parece que la franquicia no tiene un plan de contingencia real. Los Potros son un equipo que históricamente ha luchado por encontrar un mariscal de campo de élite desde la salida de Peyton Manning y el retiro de Andrew Luck. Han pasado por un carrusel de QBs, pero esta situación actual es la cúspide de su miseria. Es como si la maldición de la posición se hubiera manifestado de golpe, llevándose a Jones y Leonard en un solo fin de semana. No es mala suerte; es un patrón.

¿Y dónde está Anthony Richardson Sr.? El misterio de la banca y el manejo del roster.

El colmo del drama es la situación de Anthony Richardson Sr. Mientras los Potros se desmoronan en la posición de QB, se confirma que Richardson Sr. no será activado de la reserva de lesionados para la Semana 15. Esto es donde la lógica se rompe por completo. Tienes a un QB veterano en la lista de lesionados, tu equipo necesita ayuda desesperadamente, y la respuesta es mantenerlo fuera. ¿Por qué? La especulación es rampante. ¿Está realmente tan lesionado que no puede jugar, o la gerencia de los Potros tiene un miedo inexplicable de ponerlo en el campo? La decisión de no activarlo, incluso en esta crisis, sugiere que los directivos han tiradores han perdido la fe en él o que simplemente están priorizando el futuro sobre el presente, lo que significa que la temporada 2025 está oficialmente condenada.

La historia de los Potros post-Manning es una serie de decisiones cuestionables y expectativas no cumplidas. El equipo ha intentado de todo para encontrar estabilidad en la posición de mariscal de campo, pero el resultado siempre es el mismo: inestabilidad y desilusión. La gestión de los Potros ha sido criticada por la forma en que ha manejado las lesiones y las contrataciones. Es como si estuvieran operando bajo la creencia de que pueden encontrar un talento generacional en cada borrador, solo para ver cómo ese talento se desintegra por lesiones o falta de apoyo. La situación actual con Jones y Leonard es solo la manifestación más reciente de este ciclo vicioso. La afición de Indianápolis tiene que estar acostumbrada al dolor, pero este nivel de calamidad es digno de un premio por su perseverancia.

El futuro de los Potros y la búsqueda del próximo “sacrificio”

Las implicaciones de esta crisis van más allá de esta temporada. La lesión de Jones en el Aquiles es grave, y su rehabilitación será larga y ardua. Su futuro con el equipo, e incluso su capacidad para recuperar su nivel de juego, están en entredicho. Leonard, por su parte, ahora tiene un historial de lesiones que lo seguirá en su desarrollo como profesional. Los Potros se enfrentan a un escenario en el que no tienen un mariscal de campo viable para el próximo año. Esto significa que probablemente tendrán que usar una selección alta del draft en un mariscal de campo, reiniciando el ciclo de esperanza y desilusión. La pregunta no es si encontrarán un nuevo mariscal de campo; es si ese mariscal de campo logrará sobrevivir a la maldición de la franquicia.

El futuro de los Potros es incierto y, francamente, aterrador. La gerencia ha demostrado una incapacidad para gestionar la posición más importante del fútbol americano. Los aficionados han pasado de soñar con los playoffs a rezar para que no haya más lesiones. La situación actual es una lección de humildad para una franquicia que alguna vez fue modelo de estabilidad. Los Potros están al borde de un colapso total, y el entrenador Steichen está tratando de mantener a flote un barco que se hunde con las manos vacías. Es hora de que Indianápolis acepte que están malditos. Ya no es mala suerte; es un equipo de fútbol profesional que se encuentra en esta situación no tiene excusa. Tienen que aceptar que la temporada 2025 está muerta y que la búsqueda de 2026 está en peligro. La solución no es encontrar un nuevo quarterback; es exorcizar el estadio.

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