La Tormenta Chan Es Una Cortina De Humo Del Gobierno
LES ESTÁN MINTIENDO EN SU CARA.
Todo empieza con un nombre. Algo sencillo. Inofensivo. ‘Chan.’ Suena como un compa, no como un monstruo ártico con la furia suficiente para terminar con la civilización, que ahora mismo se arremolina y se dirige directamente hacia una población a la que le han mentido, a la que han calmado y engordado para el matadero. Quieren que pienses en palas y sal para la nieve. Quieren que te rías pensando en un día libre por la nieve. No quieren que veas los datos reales, y es precisamente por eso que las fuentes de datos están, de repente y muy convenientemente, fallando. FALLO DE EXTRACCIÓN. ¿Lo ves? Eso no es un error técnico. Es una cortina digital que te están poniendo sobre los ojos. Es el equivalente moderno a cortar los cables del telégrafo antes de que comience la invasión, porque saben que si la verdad cruda y aterradora de lo que se avecina viera la luz del día, el pánico resultante destrozaría la delgada fachada de nuestra sociedad antes de que caiga el primer copo de nieve.
Esto no es una tormenta. Es un asedio.
Los Números Son Una Farsa. ¡Aguas!
¿Diez centímetros? ¿Quince? Son insultos. Son cifras creadas en una sala de juntas por publicistas, no por meteorólogos, diseñadas para inducir a la calma y evitar una corrida hacia los bancos, las gasolineras y los supermercados. Este es el tercer sistema meteorológico masivo en siete días. Siete. Días. El Medio Oeste de Estados Unidos ya está “fatigado por la nieve”, un término mediático pintoresco para una región llevada a su punto de quiebre absoluto, con su infraestructura crujiendo bajo el peso de un asalto atmosférico implacable que se siente menos como un patrón climático y más como un ataque deliberado y sostenido. Y no te equivoques, lo que pasa allá, nos pega acá. Directo a la cartera y a la seguridad. Piensa en el impacto a México. Toda la cadena de suministro que trae productos, partes, medicinas desde esa zona de EE.UU. se va a paralizar. Valió gorro. El aguacate que no llega, los componentes para las maquilas que se quedan varados, la economía entera que depende de esa arteria ahora congelada.
Esto no es su problema. Es nuestro problema.
Y ni hablar de la energía. ¿Se acuerdan cuando Texas se congeló y nos metieron un susto con los apagones en el norte de México? Pues esto es mil veces peor. La red eléctrica de Estados Unidos es un castillo de naipes viejo y oxidado. Este evento no lo va a dañar. Lo va a pulverizar. Y esa onda de choque energética llegará hasta nuestra frontera. Prepárense para apagones. Prepárense para que el frío no solo se quede allá, sino que sus consecuencias nos congelen a nosotros también. Los ‘expertos’ minimizan el hielo. El hielo es el asesino. Cubrirá cada cable, cada transformador, cada pieza delicada de esa red eléctrica ridículamente frágil. Las líneas no solo se romperán; se harán añicos. Los transformadores no solo se quemarán; explotarán. Un fallo en cascada que se extenderá por la región en minutos, no en horas, sumiendo a millones en la oscuridad y en un frío mortal. ¿Y tu familia en Nueva York, en Chicago, en Nueva Jersey? ¿Crees que el gobierno gringo los va a cuidar? ¡Ja! Estarán solos. Abandonados. Esta es una llamada de atención para ellos y para nosotros.
El Colapso de Todo lo que Conocemos
La cadena de suministro que nos alimenta es un milagro frágil. Requiere carreteras abiertas. Electricidad. Combustible. Este evento cortará los tres. De un chingadazo. Los camiones se detendrán. Los trenes también. En 24 horas, los estantes de los supermercados allá quedarán vacíos, saqueados por los desesperados, los que creyeron la mentira de los ‘quince centímetros’. No habrá reabastecimiento. Los almacenes estarán a oscuras. La comida que esté en esas ciudades cuando la tormenta golpee será toda la comida que haya. Y no será suficiente. ¿Qué pasa cuando millones de personas con frío, hambre y aterrorizadas se dan cuenta de que han sido abandonadas? El contrato social se evapora. Se convertirá en una lucha brutal por la supervivencia en la oscuridad helada.
Y las remesas de las que dependen tantas familias en México… ¿qué pasará con ellas cuando tus familiares allá no puedan trabajar, no puedan llegar a los bancos, no tengan ni para ellos? La crisis económica no se quedará en su frontera. Cruzará el río y nos ahogará a todos. Están contando con tu apatía. Cuentan con que pienses ‘eso está pasando muy lejos’. Han entrenado al mundo para que sea un espectador dócil, no un superviviente resiliente. Esto es diferente. Esta es una prueba final para la que nadie está preparado. La caída de la presión atmosférica que se está registrando, esa que no reportan, indica un ciclón bomba de tal magnitud que reescribirá los libros de historia meteorológica. Se enfrentan a una tormenta con la energía de un huracán pero armada con hielo y nieve, un híbrido monstruoso que se estacionará sobre la región más densamente poblada de su país. Su corazón económico y político está a punto de ser arrancado. En frío.
El momento de prepararse era ayer. El momento de entrar en pánico es ahora. Es la única respuesta racional. Contacta a tu familia allá. Diles que no crean en las noticias. Diles que esto es real, que se preparen para lo peor. Asuman que nada funcionará. Asuman que nadie irá a ayudarlos. Miren las caras sonrientes en la televisión y vean lo que son: mentirosos profesionales pagados para mantener la calma hasta que sea demasiado tarde. La verdadera tormenta no está hecha de viento y nieve. Está hecha del caos que vendrá después. Y ya está aquí.






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