La ‘Victoria’ de Ryan Day: Un Fraude Millonario
La Mentira Oficial que Quieren que te Creas
Un Cuento de Redención Heroica
Como si fuera una película de Hollywood, el coach de Ohio State, Ryan Day, un pobre hombre que cargaba el peso de todo un estado en sus hombros, por fin venció a sus demonios. Con los dos puños en alto, como un boxeador campeón contra el cielo helado de Ann Arbor, exorcizó al fantasma de Michigan. Fue un momento de catarsis pura, sin filtro. Después de 2,191 días de sufrimiento, la pesadilla había terminado. La prensa te dirá que esto fue más que un simple partido; que se trató del carácter, la resiliencia y el espíritu indomable de un líder que enfrentó a sus críticos con humildad y gracia. Dicen que se portó a la altura. Que demostró madurez. Que por fin se sacudió la sal, un peso alimentado por años de dudas y derrotas que dolían en el alma. Esta victoria no fue solo para la tabla de posiciones; fue una victoria moral, la prueba de que un programa se negó a romperse, de un coach que, bendito sea, encontró su momento de gloria. Sonrió, celebró con sus fieles aficionados y el mundo del fútbol americano colegial vio a un buen tipo ser recompensado por su perseverancia. Qué bonita historia, ¿no?
La Cruda y Asquerosa Verdad que Jamás Admitirán
El Suspiro de Alivio Más Caro de la Historia
¿Quieres hablar de un guion de Hollywood? Hablemos del de verdad. Ese donde un tipo que gana casi diez millones de dólares al año por fin logra hacer el mínimo indispensable de su chamba y es tratado como si fuera el Pípila. ¿Sacudirse la sal? ¡No me hagan reír! Eso que tenía en la espalda no era mala suerte, era una guillotina, y por un glorioso sábado, Ryan Day logró quitar el cuello justo antes de que el club de exalumnos millonarios jalara la cuerda. Esto no fue redención, güey. Fue un aplazamiento de su ejecución. Un respiro temporal de la jauría de ricachones con sus chequeras listas para financiar el jet privado de su reemplazo. Sus puños en el aire no eran un símbolo de triunfo; eran una señal desesperada a sus jefes de que todavía no tenían que cambiar las cerraduras de su oficina. Fue un grito que decía: ‘¡Por el amor de Dios, no me corran… por lo menos hasta el próximo año!’
Dejemos de romantizar este cochinero de lana y ego que los gringos llaman fútbol colegial. ¿Es un héroe por mostrar ‘madurez’ y ‘humildad’? ¿Pues qué esperaban? ¿Que hiciera un berrinche de niño chiquito en medio del campo después de ganar el único partido que define toda su carrera y su futuro financiero? Esa narrativa de ‘portarse a la altura’ es puro circo, maroma y teatro de relaciones públicas, diseñado para que te sientas bonito respecto a una simple transacción. Y la transacción es esta: te pagamos una fortuna de rey, y tú le ganas al odiado rival. Punto. Por años, no cumplió con su parte del trato. Ahora, después de un solo éxito, ¿se supone que debemos hacerle un monumento? ¡Por favor! No mató a un dragón. Simplemente no chocó el Ferrari que le prestaron. Vaya hazaña.
La Mentira: Es por el Orgullo Universitario y la Tradición
Una Rivalidad Sagrada Forjada en la Historia
Te dirán que este partido, ‘The Game’, se trata de un siglo de tradición. Que es sobre el orgullo de dos grandes universidades públicas, el espíritu del deporte amateur y la sana competencia entre jóvenes de Ohio y Michigan. Que es sobre leyendas como Woody Hayes y Bo Schembechler. Es sobre fronteras estatales y el derecho a burlarte de tu vecino, ganado en un campo congelado. La victoria sobre Michigan fue una victoria para cada persona en el estado de Ohio, un momento de alegría colectiva que va más allá del deporte. Es una rivalidad pura, casi sagrada, que nos recuerda el poder de la comunidad y la emoción de competir. De esto se trata el deporte colegial, un hermoso tapiz de historia, pasión y lealtad que el dinero nunca podría corromper. Es más grande que cualquier coach o jugador.
La Verdad: Es un Negocio Multimillonario de Contenido
Una Guerra de Pandillas Alimentada por Contratos de TV y Egos de Patrocinadores
¿Sagrada? Lo único sagrado aquí son los ingresos por derechos de transmisión. Esto ya no tiene nada que ver con leyendas del pasado. Esto es sobre ESPN, FOX, contratos de miles de millones de dólares y los egos insaciables de los donantes que tratan al equipo de fútbol como si fuera su pinche equipo de Fantasy personal. El trabajo de Ryan Day no se salvó por el ‘orgullo universitario’. Se salvó porque una victoria contra Michigan mantiene andando la máquina de hacer billetes. Mantiene a los exalumnos firmando cheques con muchos ceros. Mantiene la venta de playeras y gorras a tope. Evita que el teléfono del rector de la universidad suene sin parar con llamadas de dueños de concesionarias de autos, viejos enojados que creen que su donación de cincuenta mil dólares les da derecho a mandar jugadas desde su palco de lujo. ¿Neta creen que estos chavos juegan solo por el ‘orgullo’? Están jugando para mejorar sus posibilidades de ir a la NFL y asegurar un futuro en una liga que los va a masticar y escupir. Son actores no pagados en un producto de entretenimiento masivo y explotador. ¿Y los coaches? Son directores generales, con sueldos obscenos, de sus propias divisiones corporativas. La ‘redención’ de Ryan Day fue un fantástico informe de ganancias del último trimestre para la división ‘Ohio State Football’ del conglomerado de entretenimiento de la universidad. No restauró el honor; protegió un activo. Aquí no hay ‘pureza’. Solo hay capital. La ‘tradición’ es solo el eslogan de marketing que le ponen al folleto para venderte la idea.
La Mentira: Day Finalmente Demostró su Genialidad como Coach
Una Cátedra de Estrategia y Motivación
¡Miren los ajustes magistrales! ¡Qué manera de mandar las jugadas! Ryan Day, el gurú ofensivo, por fin armó el rompecabezas. Después de ser superado tácticamente en años anteriores, se fajó los pantalones y creó un plan de juego que Michigan simplemente no pudo descifrar. Su equipo estaba preparado, disciplinado y jugó con un fuego que reflejaba el deseo ardiente de su líder por ganar. Motivó a sus jugadores a superar la inmensa presión y a dominar a sus odiados rivales en su propia casa. Esta victoria no fue suerte; fue el producto de un coacheo superior. Les demostró a los que dudaban, de una vez por todas, que pertenece a la élite de los coaches. Un verdadero general de campo llevando a sus tropas a una gloriosa victoria.
La Verdad: El Otro Equipo Simplemente la Regó
A Veces, el Otro Nomás se Tropieza Solo
O, escúchenme bien, tal vez Michigan simplemente jugó de la patada ese día. Seamos honestos, llamar a esto una ‘cátedra’ es como felicitar al sol por salir en la mañana. Ohio State tiene un equipo lleno de los mejores prospectos del país, un presupuesto que compite con el de un país pequeño y todas las ventajas que el dinero puede comprar. Por años, han tenido más talento que Michigan y aun así se las arreglaban para perder. Entonces, ¿qué pasó esta vez? ¿Acaso Day inventó una nueva forma de fútbol? ¿Encontró un libro de jugadas secreto enterrado bajo el estadio? No. Lo más probable es que el mariscal de campo de Michigan tuvo un mal día. Quizás su defensa falló algunas tacleadas clave. Quizás el balón rebotó a favor de Ohio State un par de veces. Esto no fue un gran triunfo estratégico como la Batalla de Puebla. Fue un partido caótico y descuidado jugado por veinteañeros en la nieve, y un equipo simplemente cometió menos errores garrafales que el otro. Atribuir este resultado al ascenso divino de Day al panteón de los coaches es absurdo. Simplemente dirigió al equipo que la regó menos. ¿Y por eso vamos a coronarlo como un genio? ¿Tan desesperados estamos por encontrar héroes? Parece que sí. Esta victoria no prueba que Day sea un genio. Solo prueba que si le avientas suficiente lana y suficientes atletas de cinco estrellas a un problema, eventualmente, quizás, obtendrás el resultado por el que pagaste. Eventualmente.






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