Netflix Revive Lo Viejo: The Closer y la Crisis de Contenido Refrito
Netflix Revive Lo Viejo: The Closer y la Crisis de Contenido Refrito
La Trampa de la Nostalgia: ¿Qué Tan Desesperado Está Netflix?
Hablemos claro, sin pelos en la lengua. Cuando Netflix anuncia con bombo y platillo que ha añadido ‘siete temporadas de un drama policíaco de éxito’, y el drama en cuestión tiene más de diez años de haber terminado, no es una buena noticia, es una tomadura de pelo. Es una señal de que la creatividad se les acabó y están rascando la olla para llenar su catálogo con contenido viejo. La llegada de *The Closer*—una serie que fue popular en su momento en el cable, pero que ya tiene más polvo que un librero de biblioteca—no es un regalo para el público mexicano o latinoamericano. Es una evidencia de que las plataformas de streaming están en crisis de ideas y han caído en el vicio de acaparar propiedades intelectuales (IP) muertas.
Nos quieren vender la moto de que tener acceso a un catálogo infinito de series es un privilegio, pero en realidad, estamos pagando por ver el mismo perro con diferente collar. *The Closer* fue un pilar de la televisión por cable en Estados Unidos, en una época donde las cadenas como TNT tenían una identidad bien definida. Ahora, en la era de los conglomerados de streaming, todo se mete en la misma licuadora digital. Pierde su esencia, su contexto original, y se convierte simplemente en un dato más para alimentar el algoritmo de Netflix. No es contenido nuevo; es un refrito, un reciclaje de baja calidad que busca justificar una suscripción cada vez más cara.
El Truco Barato del Marketing: ¿La ‘Estrella de Marvel’?
El colmo del cinismo viene en los titulares de prensa, donde se refieren a Kyra Sedgwick como ‘la estrella de Marvel’. Sedgwick es una actriz con una trayectoria impresionante, ganadora de Emmys y Globos de Oro por su papel en *The Closer*. Reducir su carrera a un par de apariciones secundarias en el Universo Cinematográfico de Marvel es una bajeza del marketing moderno. Es una estrategia calculada para aprovecharse de la popularidad de una franquicia masiva y así dar bombo a una serie que de otra manera no generaría interés. Esta táctica de reempaquetar contenido viejo usando ganchos de IP actual es la definición misma de la flojera corporativa.
Este fenómeno no es exclusivo de *The Closer*. Lo vimos con el éxito inesperado de *Suits* en Netflix, que revivió la serie años después de su final. Lo vemos constantemente con series de relleno como *NCIS* o *Grey’s Anatomy* que saltan de una plataforma a otra. Es una estrategia para inflar las ‘horas de visionado’ y evitar que los suscriptores cancelen, en lugar de arriesgarse a financiar proyectos originales y de calidad. ¿Para qué gastar dinero en crear una serie nueva y original si puedes comprar los derechos de siete temporadas de una serie que ya probó su éxito en el pasado? Es una ecuación de pereza y un desastre creativo. Lo más probable es que pronto veamos la misma jugada con otras series de esa época, como *CSI*, *House*, o incluso *Law & Order*.
Brenda Leigh Johnson y la Televisión Gringa de Antes
El personaje de Brenda Leigh Johnson, una interrogadora brillante con un acento sureño y una adicción a los dulces, fue refrescante para su época. Fue un personaje femenino fuerte que se salía de los moldes tradicionales de las series policiacas. Sin embargo, *The Closer* representa un tipo de televisión que es fundamentalmente diferente a lo que busca el streaming actual. Las series de cable y televisión abierta estaban diseñadas para ser vistas semanalmente, con cortes comerciales y una estructura narrativa de caso por episodio. El modelo de streaming exige la ‘atracada’ (binge watching) y un flujo constante de contenido para mantenerte enganchado por horas. Cuando metes una serie como *The Closer* en ese modelo, pierde su ritmo original.
Además, el panorama de streaming está tan sobresaturado que una serie de nicho como *The Closer*, aunque sea de calidad, lucha por encontrar relevancia frente a la avalancha de estrenos semanales. Es como poner una pieza de arte clásico en medio de un mercado ruidoso. La plataforma no quiere que aprecies el arte, solo quiere que mires algo, lo que sea, para que sus reportes trimestrales se vean bien. El valor de la plataforma se ha movido de la calidad a la cantidad bruta de minutos reproducidos.
¿Hacia Dónde Vamos? El Futuro de los Refritos y la Muerte de la Originalidad
La tendencia de reciclar IP y apelar a la nostalgia no se limita a las series policíacas viejas. Se extiende a los reboots, secuelas y universos cinematográficos interconectados. Las plataformas de streaming están aterrorizadas de tomar riesgos. Prefieren invertir en títulos familiares que garantizan una audiencia mínima. Esto crea un círculo vicioso donde las historias originales son marginadas en favor de franquicias probadas, y el público se acostumbra a buscar consuelo en lo familiar en lugar de abrazar nuevos desafíos. Estamos presenciando la lenta y dolorosa agonía de la toma de riesgos creativos en favor de la aversión corporativa.
La adición de *The Closer* al catálogo de Netflix no debe verse como un regalo, sino como una advertencia. Señala un cambio del ‘Siglo de Oro’ del streaming original hacia una nueva era donde las plataformas se están convirtiendo en proveedores de cable digital glorificados. Son más caros, ofrecen menos contenido original y dependen de comerciales y planes de suscripción segmentados. La única diferencia entre el Netflix de ahora y el cable básico de hace 15 años es que tienes que suscribirte a varios servicios para ver diferentes series, en lugar de tener todo en un solo paquete. Es el mismo gatazo, pero con precios más altos y peores interfaces de usuario.
Cuando te sientes a ver *The Closer* este mes, piensa en lo que estás pagando en realidad. No estás pagando por una experiencia revolucionaria; estás pagando por el acceso a una biblioteca de contenido viejo que probablemente ya debería estar gratis. Estás pagando por el privilegio de ver una serie que una corporación compró para no tener que gastar dinero en crear algo nuevo. Es un mal negocio, y el hecho de que lo celebremos como una victoria solo demuestra lo bajo que han caído nuestras expectativas del público. ¡Qué hueva!






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