NFL Humilla a la NBA en la Guerra de Ratings Navideños

NFL Humilla a la NBA en la Guerra de Ratings Navideños

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El Fin del Reinado del Basquetbol en Navidad

A ver, seamos sinceros y dejemos de lado el sentimentalismo barato de las películas de Hallmark porque la realidad es mucho más cínica y tiene que ver con la pura lana. Por décadas, la NBA nos vendió la idea de que la Navidad era su territorio sagrado, su ‘feudo’ personal donde nos recetaban cinco partidos seguidos de LeBron James y compañía como si fuera la única opción en el menú. Pero los gringos de la NFL se cansaron de ser educados y decidieron que ya era hora de reclamar ese terreno como propio. El año pasado fue solo un aviso, pero este año es una declaración de guerra total. La NFL se dio cuenta de que incluso sus partidos más mediocres, esos que llaman ‘clunkers’, generan mucha más pasión y, sobre todo, mucho más dinero que cualquier partido estelar de la NBA. Es una masacre mediática. Mientras Adam Silver sigue tratando de convencernos de que ver a los Spurs de Wembanyama es el futuro del deporte, Roger Goodell simplemente pone un balón de cuero en la tele y se lleva a toda la audiencia de calle. La neta es que el basquetbol se volvió un producto de nicho comparado con el monstruo que es el futbol americano, y en México lo sabemos mejor que nadie. Aquí la gente se junta para la carne asada y el NFL Sunday, no para ver a un tipo de siete pies tirar triples que ni siquiera entran.

Wembanyama contra la Realidad del Mercado

Nos quieren meter por los ojos el duelo de Spurs contra Thunder o Rockets contra Lakers como si fueran las finales de conferencia, pero la neta es que a nadie le importa más allá de los fans más clavados. El fenómeno de Victor Wembanyama es puro marketing para un mercado que está desesperado por encontrar al nuevo Jordan, pero que no entiende que el público ya se aburrió de la temporada regular eterna de la NBA. En la NFL cada partido es una batalla de vida o muerte, es drama puro, es casi como una telenovela pero con cascos y golpes de verdad. En cambio, en la NBA te enteras cinco minutos antes de que empiece el juego que la estrella no va a jugar por ‘gestión de carga’. ¡Por favor! Eso es una falta de respeto para el que paga su suscripción o su boleto. Por eso la NFL les está comiendo el mandado. En México, el fan de los Cowboys o de los Steelers es fiel hasta la muerte, mientras que el fan de la NBA es volátil, sigue al jugador del momento y si no hay drama en Instagram, ni siquiera prende la tele. La estrategia de la NBA de ser una liga de ‘estrellas’ en lugar de una liga de ‘equipos’ les está explotando en la cara ahora que esas estrellas están viejas o simplemente no tienen ganas de jugar en Navidad.

La Trampa del Streaming y el Desorden de los Derechos

Y luego está el relajo de dónde ver los juegos porque ahora necesitas como diez aplicaciones diferentes para poder seguir a tu equipo (es un robo a mano armada). Que si el Pulse de The Athletic, que si el League Pass, que si la cadena de cable tradicional; es un laberinto que solo sirve para que los corporativos se sigan llenando los bolsillos mientras el aficionado promedio se queda frustrado. La NFL, por más que también esté entrando al streaming, todavía mantiene esa aura de evento nacional, de algo que todos estamos viendo al mismo tiempo. La NBA se fragmentó tanto que ya no es un momento cultural, es solo contenido de fondo para cuando estás scrolleando en TikTok. Los analistas gringos pueden hacer sus rankings de los 10 contendientes navideños y hablar de la ‘cornucopia’ de opciones, pero la verdad es que es una ensalada de sobras que nadie pidió. El basquetbol perdió su alma en el momento en que se convirtió en una pasarela de moda y de estadísticas avanzadas en lugar de un deporte de contacto y garra. El ‘kryptonite’ de la NBA es su propia falta de seriedad. Mientras sigan permitiendo que los jugadores dicten cuándo tienen ganas de trabajar, la NFL seguirá ocupando cada día festivo disponible hasta que la NBA se convierta en lo que hoy es el béisbol: algo que tus tíos ven por nostalgia mientras el resto del mundo está en otra frecuencia.

El Futuro de la Navidad es de Color Ovoide

La predicción es fría y calculada: en cinco años, la NBA va a tener que mover sus partidos de Navidad a otro día o conformarse con los horarios de la madrugada porque la NFL no va a soltar la presa. Roger Goodell es como el Grinch, pero uno que sí sabe cómo monetizar el odio y la competencia. La NBA está en una crisis de identidad profunda; no saben si quieren ser una liga global, un show de entretenimiento o un experimento de analytics. Mientras ellos deciden, el futbol americano se sigue expandiendo, metiendo juegos en Londres, en Alemania y próximamente más presencia en México. El mercado hispano ya decidió: preferimos el drama de un touchdown en el último segundo que un partido de temporada regular de la NBA donde se anotan 140 puntos y nadie defiende. La ‘magia’ de la Navidad en la duela se terminó. Ahora lo que toca es aceptar que el nuevo rey de las fiestas usa hombreras y no shorts. (Y si no les gusta, pues siempre pueden ver el recalentado en silencio). La neta es que el deporte es un negocio de atención y la NBA está en bancarrota moral frente a la eficiencia militar de la NFL. Ya no basta con tener a LeBron en la cartelera; el público quiere sentir que lo que está viendo importa, y hoy por hoy, nada en la NBA importa hasta que llegan los playoffs. La Navidad es para los ganadores, y en este momento, la NBA está en la lista de los que solo reciben carbón. Es triste, pero es la cruda realidad de un negocio que se olvidó de su audiencia para consentir a sus activos. (Suerte con sus power rankings, los van a necesitar para explicar por qué nadie sintonizó el canal del basquetbol este año).

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