Oceane Dodin y la Neta de la Explotación Deportiva Femenil
La Mentira Oficial: El Empoderamiento Falso
¡Aguas! Nos quieren meter un gol con esto. Cuando una atleta profesional de alto nivel, de esas que vemos en la tele jugando torneos importantes, decide abrir su cuenta de OnlyFans, la prensa corporativa saca a flote la misma narrativa de siempre. Te dicen que es “empoderamiento financiero”, que es una “decisión de negocios inteligente”, y que está tomando control de su propia imagen. Pero, ¡no mames!, la verdad es otra muy diferente. Nos quieren vender la idea de que Oceane Dodin, la tenista francesa, eligió esta opción desde una posición de fuerza, como una empresaria moderna. La neta del planeta es que esta es la “solución” que el sistema le impuso, no la que ella escogió libremente. Es un grito de auxilio disfrazado de “emprendimiento”, una prueba más de que el deporte profesional, fuera de la élite, está más podrido que un aguacate en el refri.
Porque la realidad es que Dodin no es la primera, y no será la última. Ella es un síntoma de un sistema fallido que beneficia a unos pocos mientras condena al resto a la precariedad. Te lo dicen con palabras bonitas, pero en el fondo, es una historia de cómo el sistema deportivo —ese que tanto celebra el esfuerzo y la disciplina— te obliga a vender tu cuerpo para poder pagar el siguiente vuelo o el próximo vuelo. Es la “solución” del capitalismo salvaje al problema de la desigualdad. Y no hay que ser muy listos para darse cuenta de que no es un “triunfo de la autonomía”, sino una muestra de desesperación. La “mentira oficial” es que ella está en control. La “verdad” es que el sistema la orilló a esto.
La Pirámide Injusta del Deporte Profesional
La mayoría de la gente cree que los deportistas profesionales nadan en dinero, que tienen una vida de lujos y cero preocupaciones. Pero esa es una idea que solo aplica para el 1% de la élite, para los que ganan torneos grandes y firman contratos millonarios con marcas globales. El tenis es un ejemplo perfecto de esta pinche pirámide. Los Novak Djokovic y las Iga Šwiatek se llevan la mayor parte del pastel, mientras que los demás, los que están fuera del Top 100 o del Top 50, tienen que rifársela día a día para cubrir los gastos más básicos. Porque ser tenista profesional no es barato; es un pozo sin fondo de gastos. Tienes que pagar tus vuelos, tus hoteles, a tu entrenador, tu fisioterapeuta, tu equipo de viaje. Y cuando los premios de los torneos menores apenas cubren esos gastos, ¿qué te queda? Te queda la elección de endeudarte, de renunciar a tu sueño o, como están viendo cada vez más atletas, de encontrar una “chamba” alternativa que te permita seguir compitiendo. La WTA, la ATP y todas las organizaciones deportivas se lavan las manos. Dejan que los atletas se “auto-financíen” y, de paso, “innoven” con estas nuevas plataformas.
Y para las atletas de países como México o Latinoamérica, la situación es todavía peor. Las federaciones no apoyan, los patrocinios escasean y la infraestructura es una vergüenza. Así que mientras las europeas o americanas tienen un colchón, nuestras atletas tienen que vivir al día, a veces sin dinero para comer bien o para el siguiente viaje. Y la solución que nos presenta el sistema, a través de casos como el de Dodin, es que el cuerpo de la mujer es su único activo monetizable cuando el talento no es suficiente. Es una bofetada aún más grande para los que ven el deporte como un camino para salir adelante. Nos quieren vender la idea de que esto es libertad; es una pinche cadena más.
La Confesión del Aumento de Busto: La Presión de la Apariencia
Ahora, vamos al meollo del asunto. El anuncio de OnlyFans vino acompañado de otra confesión: el aumento de busto de Dodin. Los medios lo trataron como un detalle más, como parte de su “autonomía”. Pero aquí está la clave del porqué esto es un problema sistémico. Porque en el deporte femenino, la presión por la apariencia siempre ha estado ahí, pero ahora se ha intensificado al grado de que se ha convertido en una parte esencial para la supervivencia financiera. El deporte te pide que seas fuerte, que entrenes duro. Pero el mercado te pide que seas guapa, que seas sexy. Y si no estás en el top 10, el “valor de tu talento” se reduce, mientras que el “valor de tu apariencia” se vuelve tu único activo real.
Y es que esto no es nuevo. Lo vimos con Anna Kournikova hace años, una tenista que ganó millones de dólares en patrocinios sin haber ganado un sólo título de Grand Slam. Su valor no estaba en sus golpes, sino en su imagen. Y ahora, con plataformas como OnlyFans, esa presión se ha digitalizado y se ha democratizado. La “chamba” se convierte en posar para fotos, y el “entrenamiento” se convierte en cirugía estética. ¿Qué mensaje les estamos mandando a las niñas que están soñando con ser atletas? Que si no son lo suficientemente talentosas para ser las mejores del mundo, su única opción es vender su cuerpo. Y el sistema, con su silencio cómplice, está de acuerdo. El sistema prefiere que las atletas se vendan a que les pague un sueldo justo.
El Futuro Inevitable: Más Explotación, Más Hipocresía
¿Qué sigue? Lo que sigue es una normalización total de esta práctica. Dentro de unos años, será común que las atletas de “nivel medio” tengan su OnlyFans como una extensión de su carrera deportiva. El sistema ha abierto la caja de Pandora. La línea entre el deporte y el entretenimiento sexual se va a borrar por completo. Y no se va a quedar solo en el tenis; lo vamos a ver en la gimnasia, en el atletismo, en el vóleibol de playa, y en todos los deportes donde la remuneración de las mujeres es injusta. El “empoderamiento” es la palabra clave que usa la élite para disfrazar la explotación. Es una cortina de humo para que no veamos que el sistema está fallando. Y mientras tanto, las atletas se ven obligadas a vender su imagen, su intimidad y su cuerpo para poder seguir en un deporte que aman, pero que no les da para vivir. Esto no es libertad; es una forma más de opresión.
La Conclusión: No Aceptes la Mentira
No podemos dejar que nos engañen. La historia de Oceane Dodin no es una historia de éxito; es una historia de fracaso. Es el fracaso del sistema deportivo que no puede mantener a sus atletas. Es el fracaso de los patrocinadores que solo quieren a las ganadoras y a las guapas. Y es el fracaso de una sociedad que normaliza la mercantilización del cuerpo femenino en lugar de exigir un salario justo para el trabajo duro. La próxima vez que te digan que esto es “empoderamiento”, diles la neta: es una vergüenza que una atleta tenga que llegar a esto para poder pagar sus cuentas. Es hora de dejar de celebrar la “innovación” y empezar a exigir la justicia. Porque el sistema, como siempre, nos quiere dar atole con el dedo.






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