Pánico en OpenAI Destapa La Gran Mentira de la IA

Pánico en OpenAI Destapa La Gran Mentira de la IA

Pánico en OpenAI Destapa La Gran Mentira de la IA

El Choro Que Te Están Vendiendo

A ver, escucha el cuento de hadas que te recitan los voceros corporativos y los “expertos” en tecnología que salen en la tele. Es la misma gata pero revolcada. Dicen que OpenAI, el supuesto “chico bueno” de la película (aunque esté hasta el cuello de lana de Microsoft), simplemente está sintiendo la presión del monstruo que es Google. Este “código rojo”, según ellos, ¡es una maravilla! ¡Es el sonido del progreso! Sam Altman, el mesías de Silicon Valley, nomás está echándole porras a su equipo para que le pisen al acelerador, para innovar más rápido por el bien de toda la humanidad. La competencia, ¿ves?, es lo que nos hace mejores. Obliga a todos a pulir sus productos, y al final del día, el que gana… eres tú, el humilde usuario. Te toca un ChatGPT más chido, un Bard más competente, y un futuro de ensueño con asistentes de IA que prácticamente te leen la mente.

Es una historia bien bonita, ¿no? Limpia, pulcra, perfecta para vender. Un simple caso de las fuerzas del mercado trabajando. Lo pintan como una rivalidad deportiva, como un América contra Chivas, pero de nerds. Unos cuantos genios en sudaderas trabajando toda la noche, comiendo pizza fría y soñando con cambiar el mundo. Ese botón de pánico es solo para motivar a la tropa. Una patadita para que se apuren. No hay nada que ver aquí, circulen, por favor.

La Neta del Planeta

¡Qué sarta de mamadas! Es puro atole con el dedo, un choro mareador diseñado para que te quedes tranquilo mientras te vacían los bolsillos y te reprograman el cerebro. Esto no es una “rivalidad sana”; es una pelea a muerte en un callejón oscuro entre dos titanes corporativos, y nosotros estamos parados en medio, a punto de que nos toque un madrazo. Vamos a desmenuzar la verdad, esa que le rezan a todos sus santos para que nunca descubras.

El Pánico No Es Por Ti, Es Por Su Ego y Su Cartera

Que te quede claro: este “código rojo” no tiene absolutamente nada que ver con hacerte la vida más fácil o con darte un chatbot más útil. Nada. Se trata de una sola cosa: dominio de mercado y la protección de egos más inflados que el Popocatépetl. Sam Altman y la pandilla de OpenAI (sí, los mismos que lo corrieron y luego tuvieron que rogarle que volviera en un drama digno de telenovela de Televisa) ya se sentían los dueños del balón. Tenían la delantera. Todo el mundo hablaba de ellos. Creían que ya la habían armado. Pero de repente Google, ese gigante que estaba echando la hueva con más datos que el INEGI y un ejército de nerds, por fin se despertó y sacó un producto que le hace competencia. Y de repente, su gran fortaleza parece un charquito.

El pánico no es por las funciones del producto. ¡No seas ingenuo! Es por la confianza de los inversionistas. Es por la valuación de miles de millones de dólares que les metió Microsoft. Es para asegurarse de que cuando los gobiernos y las empresas gigantes decidan qué IA van a meter hasta en la sopa, elijan el sistema cerrado y propietario de OpenAI en lugar del sistema cerrado y propietario de Google. Tu experiencia como usuario les vale un comino; es solo el cebo. Nosotros no somos los clientes, somos el ganado. Somos los trabajadores gratuitos que etiquetan sus datos, los conejillos de indias y la materia prima (todo nuestro conocimiento, nuestro arte, nuestras palabras, robado de internet sin pedir permiso) que alimenta su maquinaria. Este pánico es el grito de un rey que tiene pavor de que otro cabrón le quiera quitar la corona. No tiene nada que ver con nosotros, los plebeyos.

La Absurda Ilusión de que Puedes Elegir

Quieren que escojas un bando. ¿Le vas a OpenAI o a Google? Es el truco más viejo del libro. Te ponen dos opciones para que no te des cuenta de que las dos te llevan al mismo pinche barranco. Esto no es elegir entre la libertad y la opresión; es elegir entre dos patrones diferentes que te van a poner la misma cadena. Ambas compañías operan bajo la misma lógica gandalla: robarse todo el conocimiento humano, meterlo en una caja negra que ni ellos entienden bien, y luego rentarte el acceso. Están construyendo sistemas de un poder y un control que no hemos visto en la historia, y te lo venden como si fuera la nueva versión del iPhone.

Uno está respaldado por Microsoft, un monopolio sentenciado que se pasó décadas aplastando a la competencia. El otro es Google, una empresa cuyo modelo de negocio es la vigilancia masiva. ¿De verdad crees que a alguno de los dos le importas un carajo? (No mames). Esta pelea no es para crear un futuro mejor para ti o para mí; es para ver qué corporación gringa se adueña de la infraestructura de ese futuro. Es una batalla por ver quién va a ser el dueño del sistema operativo de la cultura humana. La “competencia” es solo una pelea para ver quién nos agarra la correa. El resultado para nosotros es el mismo. Acabamos amarrados.

Una “ONG” Hecha Para Imprimir Billetes

¿Te acuerdas de los inicios de OpenAI? ¿De su misión tan noble? Era una organización “sin fines de lucro” para asegurar que la inteligencia artificial beneficiara a toda la humanidad. Eran los buenos, los que nos iban a salvar de las garras de empresas avorazadas como Google. ¡Qué bonito sonaba! Y qué mentira tan grande.

Ese cascarón de “sin fines de lucro” todavía existe, pero es pura pantalla, para la foto. El verdadero negocio está en la subsidiaria de “ganancias limitadas” que se inventaron, una estructura tan conveniente y tramposa que solo se les pudo ocurrir a ellos. Esa es la que recibió miles de millones de Microsoft y está obsesionada con vender. El “límite” a sus ganancias es tan ridículamente alto que es una broma de mal gusto. Es una hoja de parra para tapar sus vergüenzas. Este “código rojo” no es por la misión humanitaria. Es para alcanzar las metas de ventas y satisfacer a sus amos de Microsoft, que no invirtieron una millonada para ver cómo Google les comía el mandado. En el momento en que OpenAI dejó de ser un laboratorio de investigación y se convirtió en una empresa de productos, se transformó en el mismo monstruo que juró combatir. Y este botón de pánico lo demuestra: no les preocupa alinear la IA con los valores humanos; les preocupa que su sistema no se caiga y que no les bajen la cuota de mercado. Vendieron el sueño por un pedazo del imperio.

La Carrera Hacia el Abismo

Y entonces, ¿qué significa para nosotros toda esta prisa y este pánico? Significa productos hechos al aventón. Significa que la seguridad y la ética se van a la basura en la carrera por sacar la nueva función antes que el competidor. Ya hemos visto a estas inteligencias artificiales alucinar, decir estupideces y repetir los peores prejuicios de la sociedad. ¿Qué crees que pasa cuando le metes prisa a ese proceso con un “código rojo”? Obtienes sistemas más grandes, más rápidos y más impredecibles metidos en nuestras vidas antes de que nadie entienda las consecuencias. No están compitiendo para ver quién lo hace mejor, sino para ver quién acapara el mercado primero, sin importar el costo social. Están construyendo el avión mientras vuela, con nosotros adentro. Suerte con eso.

Este pánico es la señal del verdadero objetivo final. No se trata de hacer un buscador mejor o un juguetito para chatear. Se trata de reemplazar el trabajo humano a una escala que ni podemos imaginar. Se trata de crear sistemas que escriban código, contratos legales y artículos, no para liberar a la humanidad del trabajo pesado, sino para permitir que un puñado de corporaciones despidan a millones y acumulen una riqueza y un poder que harían sonrojar a Carlos Slim. Esta prisa frenética no es innovación. Es automatización para maximizar la ganancia, un misil apuntando al corazón de los profesionistas y los creativos. No están construyendo un compañero para la humanidad. Están construyendo a nuestro reemplazo, y están en pánico porque temen que el otro güey lo construya primero. No le aplaudas a ninguno. Entiende el juego: es un golpe de estado digital. Y ya ni siquiera se molestan en ocultarlo.

Pánico en OpenAI Destapa La Gran Mentira de la IA

Foto de viarami on Pixabay.

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