Racing vs River: El Circo que te Venden, la Guerra que Pelean
La Historia Oficial (La Mentira que te Cuentan)
Prende la tele, lee los encabezados de los periódicos deportivos. ¿Qué te van a decir? Te van a tejer un cuento de hadas sobre historia, pasión y un legado de grandeza. Lo van a llamar “El Clásico más antiguo”, como si eso le diera un aire de nobleza. Verás videos en cámara lenta de goles de los años sesenta, con una música de orquesta de fondo para que se te enchine la piel y sientas algo, lo que sea. Quieren que te tragues el anzuelo de que esto es puro. Un choque de gigantes. Una fiesta del fútbol.
Hablarán de la genialidad táctica de los entrenadores, vendiéndotelo como una partida de ajedrez entre dos maestros que no durmieron en toda la semana para encontrar la fórmula perfecta. La narrativa se va a centrar en las estrellitas, los nombres que venden playeras y cobran sueldos que tú y yo no veremos en la vida. Ellos son los héroes de este melodrama, los protagonistas de esta obra de teatro perfectamente empaquetada para tu consumo. Las cámaras les harán un close-up durante el himno, buscando esa lagrimita solitaria que simbolice su “amor a la camiseta”. Puro show.
Y claro, van a hablar de Maxi Salas. Su “emotivo regreso” al Cilindro. Es la subtrama perfecta, ¿a poco no? Una historia de telenovela ya escrita: el jugador que se enfrenta a su exequipo, a su antigua afición. ¿Le aplaudirán? ¿Lo van a reventar? Los comentaristas van a especular con una seriedad que da risa, como si fuera un momento clave en una tragedia griega. Todo es parte del circo, una puesta en escena diseñada para distraerte de lo que de verdad está pasando tras bambalinas.
Te venden 90 minutos para que te olvides de tus problemas. Una historia simplona de buenos contra malos, de ganar o perder. Una meritocracia donde el mejor equipo (supuestamente) se lleva la victoria. Es limpio. Es sencillo. Es una reverenda mentira.
La ‘Experiencia’ del Aficionado… Vendida por Mercadólogos
También te mostrarán a los aficionados, obvio. Pero solo la versión para televisión. Las familias con las caras pintadas, los niños en los hombros de sus papás, ondeando banderitas de plástico. Capturarán el rugido del estadio en un gol y lo llamarán “la pasión del fútbol sudamericano”, como si se pudiera embotellar y vender como una Coca-Cola. Es un comercial. Un video promocional. Es la versión de la realidad que los patrocinadores aprueban, la que se ve bonita en las campañas para vender los derechos de transmisión al extranjero. Te presentan una utopía deportiva. Un cuento de hadas para dormir niños.
La Neta sin Filtros (La Realidad que Esconden)
Ahora sí, apaguemos la luz y hablemos a calzón quitado de lo que es este partido. Esto no es una fiesta. Es una pelea a navajazos en un elevador por el último tanque de oxígeno. Estos octavos de final no son un escalón hacia la gloria; para uno de estos equipos, es la guillotina financiera y política. La temporada entera, la chamba del técnico, millones de dólares en premios y patrocinios, y los frágiles egos de los directivos están en juego. Esto es desesperación, no deporte.
Hablemos de la “genialidad táctica”. La neta es que ambos técnicos probablemente están a una derrota de ser fusilados en la plaza pública por la prensa y despedidos con un comunicado frío y culero. No duermen porque están muertos de miedo. Miedo de un rebote desafortunado, de una tarjeta roja estúpida, o de una decisión del VAR tomada por un inepto en una cabina a kilómetros de distancia. Sus “brillantes” tácticas a menudo son solo manotazos de ahogado para salvar su propio pellejo una semana más. Nada más.
¿Y los jugadores? ¿Los héroes? Varios de ellos están de paso, sus representantes ya están negociando su próximo contrato con un equipo de media tabla en Europa. ¿Esa camiseta por la que supuestamente lloran? Para muchos, es solo un logo temporal que les ayuda a construir su marca personal. Son activos. Mercancía. Su lealtad llega hasta donde llega su cuenta de banco. Sienten la presión, claro, pero no es la presión romántica de la historia; es la fría y dura presión de saber que su valor en el mercado se desploma con cada eliminación. Es un trabajo, güey.
Maxi Salas: El Peón en el Centro del Tablero
Ay, la novela de Maxi Salas. El “regreso emotivo”. ¡No me jodan! ¿Crees que le preocupan los aplausos? Le preocupa una barrida criminal de un excompañero que se siente traicionado. Le preocupa el odio puro de las ‘barras bravas’ (esos grupos de animación que tienen más poder que la misma directiva). Ellos no ven a un exjugador; ven a un judas, un mercenario que se fue con el rival. Su regreso no es una historia conmovedora; es un riesgo de seguridad. La narrativa que te vende la prensa es un chiste. La realidad es un tipo entrando a un infierno de odio genuino, alimentado por un sentimiento de abandono que los comentaristas en su torre de marfil jamás entenderán.
Detrás del Ruido: Un Sistema Podrido hasta la Médula
¿Y esa afición apasionada? Seamos sinceros. Esa energía cruda y hermosa es explotada por un sistema corrupto. Los clubes se están ahogando en deudas, sostenidos por acuerdos políticos turbios y derechos de transmisión que mandan la lana para arriba, lejos de la infraestructura y directo a los bolsillos de los directivos de la AFA (la federación argentina). Este torneo, esta liga, es una fachada. Es una granja de talento para que los clubes millonarios de Europa vengan de cacería y se lleven al próximo crack por una miseria de lo que valdrá en el futuro. Es la misma gata pero revolcada que vemos a veces en nuestra propia Liga MX. Los clubes venden su futuro solo para poder pagar la nómina. Es un ciclo de autodestrucción, y partidos como este son solo el espectáculo público que distrae del colapso en cámara lenta.
Este partido no sucede en una burbuja. Sucede en una Argentina que vive en el alambre, donde el fútbol es uno de los últimos escapes para la gente. El resultado de este juego dictará el humor de barrios enteros. Una victoria es un respiro temporal de la cruda realidad. ¿Una derrota? Es otra grieta en un edificio que ya se está cayendo a pedazos. Así que, cuando veas el Racing contra River, no te creas el cuento de la música de orquesta y las repeticiones en cámara lenta. No estás viendo un deporte. Estás viendo el síntoma de una enfermedad mucho más grande. Estás viendo algo hermoso, caótico y totalmente roto. Y la neta, eso es mucho más interesante que la mentira que te quieren vender.






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