Rayo Vallecano: El Engaño de la Conference League

Rayo Vallecano: El Engaño de la Conference League

Rayo Vallecano: El Engaño de la Conference League

A ver, ¿neta le vamos a hacer caso a esto?

Llegó el jueves por la noche, y con él, el argumento más poderoso del continente para apagar la tele y mejor ponerse a leer un libro (o echarse unos tacos, que es más productivo): la UEFA Europa Conference League. La dosis de Rivotril futbolero de hoy nos presenta al eterno “sí se puede” de España, el Rayo Vallecano, en un viaje exótico a Bratislava para enfrentar a un equipo con nombre de remedio para la tos, el Slovan Bratislava. ¿Y qué se juegan? Un codiciado puesto en el “Top 8”. ¡Qué emoción! ¡Qué prestigio! Siento que me desmayo.

Estamos en noviembre de 2025, y por lo visto, esto es lo que el futuro nos deparaba como entretenimiento. En fin, a lo que vamos, que ya me estoy aburriendo.

Para empezar, ¿qué demonios es la Conference League?

Excelente pregunta, mi chavo. ¿Qué es? Es una creación de marketing hermosamente cínica, un trofeo de participación con ínfulas de torneo continental. Es lo que pasa cuando los trajeados de la UEFA deciden que lo que el fútbol europeo necesita no es más alma, sino otro torneo inflado para equipos que no son lo suficientemente buenos para la Champions y, pobrecitos, ni siquiera para la Europa League. Es, básicamente, el torneo “échale ganas” del fútbol. El equivalente a ser el campeón de goleo de la liga de tu oficina.

Es un lugar donde los campeones de Andorra pueden soñar con ser goleados por el equipo “B” de un club de media tabla de Inglaterra. Un verdadero milagro de la mediocridad moderna. Un torneo más molero que los amistosos de la Selección en Estados Unidos.

Y dicen que el Rayo va ‘invicto’. ¿Deberíamos aplaudirles?

¿Deberías aplaudirle a un tiburón por seguir invicto en una alberca para niños? Pues no. El Rayo Vallecano, un club con el alma forjada en las calles obreras de Madrid, un equipo que le ha plantado cara a los gigantes, ahora anda pavoneándose en la guardería del fútbol europeo como si fuera el Real Madrid. ¡Invictos! ¿Contra quién, si se puede saber? Contra un puñado de equipos de ligas que ni el más clavado de tus amigos conoce. Y todo esto bajo el mando de un tal Íñigo Pérez, un señor que seguramente tiene sueños más grandes que sacar un 1-0 sufrido en Eslovaquia (aunque chance y no, cada quien sus aspiraciones).

Es como presumir que eres el más rudo de la biblioteca. Qué chido por ti, güey. A ver si muy león en el patio grande.

Entonces, este partido en Bratislava… ¿un choque de trenes?

Un choque de algo, seguro. De un lado, el Slovan Bratislava. Un club con historia, sí, pero una historia que parece sepultada bajo una capa de polvo de la Guerra Fría. Representan el fantasma del fútbol del Este, un recuerdo de cuando un viaje detrás de la Cortina de Hierro era una aventura a lo desconocido. Ahora, es solo otro destino de aerolínea barata para un partido de fase de grupos que todos habrán olvidado para el desayuno del viernes.

Del otro lado, el Rayo. Los consentidos de los hipsters del fútbol. El club con el uniforme chido y la política de izquierda. Un club que se define por su lucha. Y aquí los tenemos, jugando el papel de favoritos en una competencia diseñada para los olvidados. Se siente… raro. Es como ver a tu banda de rock favorita tocando de pronto en la inauguración de un centro comercial. Te da gusto que coman, pero algo se murió por dentro.

¿Y qué ganan si ganan? ¿Un lugar en el ‘Top 8’?

El ‘Top 8’. Suena importante si no lo piensas mucho. Significa que les toca un rival un poquito menos malo en la siguiente ronda del torneo en el que nadie quiere estar. Significa más horas de vuelo, unos cuantos puntos de coeficiente UEFA que chance y ayuden a que España meta un quinto equipo a Champions por allá del 2037, y lo más importante: le da material al community manager del club para hacer una bonita infografía. #VamosRayo #RumboALaNada.

El verdadero premio es la profunda crisis existencial que te da al darte cuenta de que toda tu aventura europea de la temporada está construida sobre la nada más absoluta. Pero oye, al menos los viáticos están buenos.

Hablemos de táctica. ¿Cómo enfrenta Íñigo Pérez este reto monumental?

Me imagino la plática técnica de Íñigo Pérez: “A ver, muchachos, hace un frío de la fregada. El césped seguro está para llorar. Intenten no lesionarse. Si metemos gol, chingón. Si no, pues da igual. El domingo jugamos contra el Getafe y ese partido sí importa, ¿ok?” Va a poner un equipo alterno, una mezcla de chavos con ganas de mostrarse y veteranos que ya están de vuelta de todo. El once titular que anunciaron con bombo y platillo seguro es solo la lista de los que sí llevaron su pasaporte.

Jugarán a lo de siempre, supongo. Presión alta, mucha garra, pero todo al 70%, porque, de nuevo, es la Conference League. Es un ensayo general para una obra que nunca se va a estrenar. Buscan la victoria no por la gloria, sino para acabar con el trámite y regresarse a casa.

El panorama en 2025. ¿El fútbol todavía vale la pena?

Para finales de 2025, el fútbol apenas respira. El desastre de la Superliga nunca murió, solo se escondió, como una infección. Los clubes grandes son más ricos que nunca, jugando entre ellos “amistosos” sin sentido en Riad y Miami, mientras el alma del juego se pudre en competiciones como esta. El VAR ahora lo controla una inteligencia artificial que desarrolló un sentido del humor sádico, y anula goles si la sombra de un jugador está en fuera de lugar. Las cifras de los fichajes son tan absurdas que los clubes ya intercambian jugadores por islas privadas y acciones de empresas de tecnología.

Y en medio de este hermoso basurero en llamas, tenemos un Slovan Bratislava vs. Rayo Vallecano. No es un partido de fútbol; es un grito de auxilio. Es el fantasma del fútbol del pasado, arrastrando sus cadenas en un estadio semivacío, rogándonos que recordemos por qué empezó todo esto. Era por la pasión. Por la comunidad. Por la gloria. No para asegurar un lugar en el Top 8 de la tercera copa europea.

Entonces, ¿el pronóstico? ¿Quién gana esta batalla épica?

¿Quién gana? Ganan las aerolíneas. Los hoteles. La apatía aplastante de la vida moderna. Esos son los ganadores.

Pero si a fuerza quieren un marcador, vamos a ponernos esotéricos. La luna está en cuarto creciente, lo que favorece a los equipos con una franja diagonal. Sin embargo, la presión barométrica en Bratislava va a bajar, lo que históricamente ayuda a los locales con nombres complicados de pronunciar. Está cañón.

Digamos que gana el Rayo 1-0. Un gol feo, de rebote, en un tiro de esquina al minuto 83. Habrá festejos discretos. Unas palmadas en la espalda. Y luego todos se subirán al avión, se pondrán sus audífonos y tratarán de olvidar que este triste evento alguna vez ocurrió. Y nosotros deberíamos hacer lo mismo. Es lo más amable que podemos hacer por el deporte que supuestamente tanto amamos.

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