Sony A7V: El Engaño para Exprimir a los Fotógrafos
Y Vuelve el Circo de Siempre
Pues ahí les va de nuevo. La maquinaria corporativa se puso a chambear otra vez. Sony Alpha Alemania, en un acto de teatro perfectamente calculado, “filtra” una imagen. Nos avientan una fecha. 2 de diciembre. Y al instante, los discípulos, los youtubers obsesionados con el equipo, los guerreros de los foros, todos empiezan a babear. Son los perros de Pavlov respondiendo a la campana del consumismo. La llaman la A7 V. La llaman la “próxima cámara insignia de gama media”, un título sin sentido inventado en una sala de juntas para hacerte sentir especial, mientras al mismo tiempo te recuerdan que hay una cámara más cara, una que no te alcanza. Es un juego. Un juego viejo y cínico, y nosotros somos los peones que mueven a su antojo. Nos lanzan un hueso: una nueva arquitectura de chip, nos susurran al oído. ¡Menos consumo! ¡Más velocidad! Y todo el mundo se vuelve loco.
¿Pero de verdad es para tanto? ¿De verdad crees que esto lo hacen por ti?
El Cuento del Chip Mágico
Hablemos de ese supuesto chip milagroso. Esta pieza de silicio nueva, nunca antes vista, que va a resolvernos la vida. Dicen que es una primicia. Dicen que lo usarán en todas las futuras cámaras Alpha. Más velocidad, menos consumo de batería. Suena de maravilla, ¿no? Suena a que por fin nos escucharon a nosotros, a la gente que está en la chinga, los fotógrafos que se quedan sin pila a media boda o con el búfer trabado cuando se presenta el momento perfecto. Pero esto es un truco, un clásico truco de mago. Ellos mismos crean el problema y luego te venden la cura a un precio de oro. ¿Quién diseñó baterías tan chafas en primer lugar? ¿Quién hizo un sistema que traga energía como si no hubiera un mañana? Fueron ellos. Ahora nos presentan una mejora marginal, un 10 o 15 por ciento más de eficiencia, y lo empaquetan como una revolución que vale miles y miles de pesos que tanto te costó ganar. Es un insulto a nuestra inteligencia.
Piénsalo bien. ¿Este nuevo chip va a cambiar fundamentalmente la forma en que tomas una foto? ¿Hará que tu composición sea mejor? ¿Que tu iluminación sea más dramática? ¿Que tu conexión con la gente que retratas sea más profunda? Claro que no. Lo único que hará es que un número en la hoja de especificaciones se vea más grande que el del año pasado, y ese es su único y miserable propósito. Es un punto en su lista de marketing, diseñado para alimentar un ciclo de deseo fabricado. Es una promesa hueca. Un fantasma en la máquina.
Una Historia de Traiciones: Exprimiéndote Poco a Poco
Hay que ver la historia, el patrón de cómo se comportan estos gigantes. No son nuestros compas. Son empresas que cotizan en la bolsa y su única lealtad es con sus accionistas, no con los artistas que usan sus herramientas. Mira la línea A7. La primera A7 fue una revolución, eso se los concedo. ¿Pero qué vino después? La A7II agregó estabilización en el cuerpo, algo que, seamos sinceros, debió tener desde el principio. Luego la A7III, el supuesto “modelo básico”, que fue un exitazo porque por fin ofrecía un paquete decente de funciones, pero todavía con compromisos absurdos, como un visor electrónico mediocre y un sistema de menús que parece diseñado por tu peor enemigo. Y después, la A7IV. Un poquito más de resolución, una mejor pantalla, y claro, un precio más alto. Cada paso fue fríamente calculado. Cada lanzamiento fue diseñado no para ser la cámara definitiva, sino para ser lo suficientemente buena como para hacer que tu modelo actual se sienta viejo e inútil. A eso se le llama obsolescencia programada. Se guardan funciones, limitan el firmware, hacen pequeñas mejoras tentadoras año tras año para asegurarse de que la lana siga fluyendo. No están construyendo herramientas para toda la vida; están construyendo electrónicos desechables para el próximo informe trimestral.
La A7 V no será diferente. Seguirá el guion al pie de la letra. Probablemente tomará el cuerpo de la A7IV, le meterá este nuevo chip, quizá le mejore un poquito el visor y le va a clavar un precio que, aquí en México con los impuestos y el dólar, será una verdadera grosería. Y entonces vendrán los juglares de la corte, esa bola de “reseñadores” de YouTube que reciben las cámaras gratis semanas antes, y cantarán sus alabanzas. Harán sus “pruebas”, te mostrarán comparaciones de pixeles y te dirán con voz entrecortada que *necesitas* actualizarte. Son parte de la maquinaria. Son el arma más efectiva del departamento de marketing, creando una sensación de urgencia y de que te estás quedando atrás. Te están vendiendo un producto, no dándote una opinión honesta. ¿Y por qué lo harían? Su trabajo depende de que les sigan mandando la siguiente cámara gratis. Vendieron su integridad por ser los primeros en hacer un unboxing. Qué triste.
¿Qué Queremos los Fotógrafos de a de Veras?
¿Alguna vez has visto a Sony anunciar con bombo y platillo que por fin simplificaron su menú? ¿O que su nuevo modelo tiene una ergonomía increíble, diseñada consultando a profesionales que se pasan 10 horas al día con la cámara en la mano? ¿Han anunciado alguna vez una cámara que sea un poquito más pesada pero que aguante el polvo del desierto de Sonora o un aguacero en la selva chiapaneca? No. Porque esas cosas no venden cámaras en masa. Esas son mejoras para la gente que vive de esto, para los que necesitan un caballo de batalla. No se ven atractivas en una lista de especificaciones. “Más velocidad” es fácil de vender. “Botones más lógicos” no lo es. Están cazando al aficionado con dinero, al fanático de la tecnología al que le importa más el aparato que la foto. Se han olvidado de quiénes somos.
Nosotros queremos confiabilidad. Queremos herramientas que sean una extensión de nuestras manos, que no estorben y nos dejen crear. Queremos una compañía que respalde sus productos por años, que no abandone un modelo de dos años y reserve las nuevas funciones para el juguetito nuevo. Queremos que nos hablen con la verdad. Que dejen de fingir que cada pequeño cambio es un parteaguas. No lo es. Es una forma de sacarnos la lana. Una muy sofisticada y bien planeada, que se aprovecha de la pasión que sentimos por la fotografía. Están usando nuestro amor por el arte en nuestra contra.
El Manifiesto de la Resistencia
Entonces, ¿qué hacemos? ¿Nos hincamos y pre-ordenamos la A7 V en cuanto la anuncien? ¿Seguimos alimentando a la bestia que trabaja activamente en nuestra contra? No. Nos resistimos. Este es un llamado a la cordura. Tu Sony A7III sigue siendo una cámara espectacular. Tu A7IV es más que capaz de producir imágenes de clase mundial. ¡Qué caray, tu Fuji, tu Canon, tu Nikon, todas son herramientas increíbles! La búsqueda incesante de lo último y lo más nuevo es un veneno que ha infectado a nuestra comunidad, cambiando el enfoque del arte de la fotografía a la simple acumulación de equipo. Es una enfermedad, y Sony es quien la está esparciendo.
No veas los videos de “primeras impresiones” de los vendidos. Espérate. Espera a las reseñas de fotógrafos reales, de gente que se partió el lomo para pagar esa cámara con su propio dinero. Ve cómo funciona después de seis meses. Fíjate si ese “chip milagroso” realmente hace una diferencia en el trabajo del día a día. Lee las letras chiquitas. Cuestiona la publicidad. Sé un creador, no un consumidor. La mentira más grande que nos ha contado la industria es que tu equipo es lo que te detiene. No es cierto. Tu equipo está bien. Sal a la calle y toma fotos. Crea algo hermoso. Crea algo que importe. Así es como se lucha. Demostrando, con tu trabajo, que el artista es más importante que la herramienta. Que anuncien su nuevo juguete. Que la maquinaria del hype haga su ruido. Nosotros, los fotógrafos, tenemos chamba que hacer. Y no necesitamos ni su permiso ni su último modelo para hacerla.






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