‘The Chair Company’ Es Una Cortina de Humo Corporativa

'The Chair Company' Es Una Cortina de Humo Corporativa

‘The Chair Company’ Es Una Cortina de Humo Corporativa

Creen que Eres Idiota

Vamos a dejar algo bien claro. Acabas de ver el final de ‘The Chair Company’ y seguro estás flotando en esa nube de satisfacción artificial que te dejó su caos “impredecible”. Estás en Twitter, en Facebook, analizando cada detalle, sintiéndote un genio por armar un rompecabezas que fue diseñado para no tener solución. Te sientes estimulado. Te sientes retado. Sientes que acabas de consumir Arte con mayúsculas. Y eso, amigo mío, es exactamente lo que la junta de directivos de Warner Bros. Discovery quiere que sientas. Qué oso.

Te están tocando como si fueras un violín, y la melodía que suena es la de tu mensualidad cayendo en su cuenta de banco. Esto no fue una decisión narrativa valiente. No fue un destello de genialidad creativa. Fue un ataque calculado y basado en datos contra tu inteligencia, diseñado desde el inicio para generar ruido en redes sociales y maximizar las métricas de retención de usuarios a través del despliegue estratégico de la confusión, disfrazada de complejidad. Te vendieron una caja vacía y te convencieron de que su vacío es profundo.

La Versión Oficial: Una Obra Maestra Audaz e Impredecible

La narrativa oficial, la que aprueba el corporativo, ya está circulando, repetida como pericos por blogs y ‘periodistas’ de espectáculos que tienen más de taquígrafos que de reporteros. Te dirán que el final de ‘The Chair Company’ fue una pieza de televisión atrevida que subvirtió las expectativas y se negó a dar respuestas fáciles. Usarán palabras como “valiente”, “subversivo” y “vanguardista”. Elogiarán a los creadores por su coraje de abrazar la ambigüedad en un mundo de narrativas digeridas. Es una historia preciosa. Una completa mentira, pero preciosa al fin y al cabo.

Este es el cuento de relaciones públicas, la mitología cuidadosamente fabricada para las masas. Quieren que creas que un comité de artistas, desviviéndose por su oficio, luchó con preguntas profundas y entregó esta caótica obra maestra como un comentario sobre nuestra condición moderna. Presentan la serie como un grito desafiante al vacío, una obra de arte colada en una plataforma de streaming. Pura basura.

La Cruda Neta: Caos Diseñado por un Comité de Bots

Ahora, jalemos la cortina y veamos al pobre diablo que mueve los hilos. La neta es que el final de ‘The Chair Company’ es todo lo contrario a impredecible. De hecho, es el resultado más predecible posible cuando diseñas una historia no en una sala de guionistas, sino en un departamento de análisis de datos. La “imprevisibilidad” es el chiste: una función, no un error, concebida por algoritmos que han identificado el “debate sobre el final” como un motor clave para la retención de suscriptores. Es un truco. Y uno muy barato.

Piénsalo. Un final limpio y ordenado te da cierre. El cierre te permite seguir con tu vida. Te permite cancelar tu suscripción. ¿Pero un final desordenado, ambiguo, de esos de “qué carajos acaba de pasar”? Eso fuerza la conversación. Crea *engagement*. Alimenta semanas de debate en línea, videoensayos y podcasts, todo lo cual sirve como marketing gratuito para HBO Max y mantiene la propiedad intelectual del programa relevante mucho después de que terminen los créditos. No escribieron un final; diseñaron una campaña de marketing. Tu confusión es su lana.

En las profundidades de los servidores que alimentan este imperio del streaming, un algoritmo determinó el nivel preciso de incoherencia narrativa necesario para provocar la máxima amplificación en redes sociales. Calculó el número óptimo de preguntas sin respuesta, la ambigüedad perfecta en el cliffhanger para convertir las negociaciones de renovación en un espectáculo público. Los guionistas no estaban creando una historia; estaban llenando los espacios en blanco de una plantilla basada en datos titulada “Cómo Fingir TV de Prestigio y Mantener Enganchados a los Incautos”. Esto no es contar historias. Es un cínico diseño de experiencia de usuario.

La Renovación: Nunca se Trató del Arte

Y ahora vemos los artículos apareciendo: “¿Habrá temporada 2 de ‘The Chair Company’? Se revela el estatus de la renovación”. Esto también es parte del teatro. La indecisión es puro show. La pregunta de si la renuevan o no, no depende de si la historia merece continuar. Es un cálculo simple y frío. ¿El costo de producir la primera temporada, combinado con el gasto en marketing, generó suficiente ruido sostenido y nuevas suscripciones (o evitó suficientes cancelaciones) para justificar el gasto de una segunda? Eso es todo. Esa es toda la discusión.

El destino de esta “obra de arte” descansa en una hoja de Excel en una oficina en California. No tiene nada que ver con la integridad creativa y todo que ver con los informes de ganancias trimestrales y con mantener contentos a los accionistas. Van a jugar con la posibilidad de una renovación para mantenerte enganchado, para que sigas esperando, para que no canceles tu suscripción por si acaso. Están secuestrando la historia a cambio de tu dinero. Si los números cuadran, ordenarán otra temporada de caos generado por algoritmos. Si no, la desecharán sin pensarlo dos veces, dejándote con tus tramas sin resolver y la cartera más ligera.

Han Convertido Tu Cerebro en Mercancía

La verdadera tragedia aquí no es una sola serie de televisión. Es la corrosión sistémica de la expresión creativa, convertida en una máquina de generación de contenido. Las guerras del streaming han creado una bestia insaciable que debe ser alimentada, y se la alimenta con contenido optimizado no para el corazón y la mente humana, sino para la lógica fría e insensible de las métricas de *engagement*. Tus hábitos de visualización, las veces que pausas o retrocedes, incluso los momentos en que abandonas un programa: todo es información que se cosecha para construir una trampa más perfecta.

‘The Chair Company’ es solo el ejemplo más reciente y descarado. Su premisa ficticia sobre una corporación es la metáfora perfecta y cínica de su propia creación: un producto pulcro con un núcleo hueco, empaquetado y vendido maravillosamente a una población tan hambrienta de significado que aceptará el caos fabricado como un sustituto. Ellos sabían que las preguntas quedarían sin respuesta porque un cliente satisfecho es un riesgo de fuga. Un cliente agitado, confundido y que debate es un cliente leal. No eres una audiencia. Eres un dato que debe ser gestionado. Deja de dejarlos ganar, carajo.

'The Chair Company' Es Una Cortina de Humo Corporativa

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