Tiroteo en Valley Fair Revela Farsa Gringa
El Cuento Oficial: Una Mentira para que Duermas Tranquilo
A ver, esta es la historia que quieren que te tragues enterita. La que viene bien empaquetada para el noticiero de diez segundos. En el día más sagrado del consumismo, el Viernes Negro o “Black Friday”, hubo un “pequeño altercado” en el lujoso centro comercial Westfield Valley Fair en San José, un lugar donde la gente se gasta una lana en bolsas de diseñador sin pestañear. Los reportes policiales con su lenguaje rimbombante y los comunicados sin alma de la gerencia del mall te dirán que “tres personas resultaron heridas” en un “incidente con disparos” y que “la investigación está en curso”. Usarán palabritas como “aislado” y “contenido” para calmarte los nervios, para que suene como si hubieran arreglado una fuga de agua en los baños y no como si seres humanos se estuvieran desangrando junto a la tienda de Apple.
Hasta se equivocan en los números, con algunos reportes iniciales diciendo que fueron dos heridos y otros corrigiendo a tres, una pequeña discrepancia que esperan que ignores porque, ¿quién se pone a contar cuando hay ofertas del 50% esperándote, verdad? Esta es la narrativa oficial, el circo que montan cada vez que nuestros templos de las compras son profanados por la violencia del mundo real. Es un dardo tranquilizante de relaciones públicas corporativas, diseñado para que olvides lo que viste, lo que oíste y lo que sentiste, y te formes de nuevo para comprar ese nuevo celular lo más rápido posible. Olvídalo.
Solo un Pequeño Inconveniente, ¿No?
Fíjate en el lenguaje que usan. “Investigación en curso”. Ese es el código para decir “no tenemos ni idea de qué pasó, o sí sabemos pero no te lo vamos a decir”. “Provoca evacuación”. Lo hacen sonar como si fuera un simulacro de incendio, una salida ordenada y planeada, y no miles de personas aterradas, agarrando sus bolsas y a sus hijos, corriendo para salvar sus vidas del sonido de los balazos, un sonido que se ha convertido en el himno no oficial de la vida moderna en Estados Unidos. No quieren que te imagines el pánico absoluto, las carriolas abandonadas, la mercancía a medio pagar dejada en los mostradores. No. Eso es malo para el negocio. Es solo una breve interrupción en la locura del Viernes Negro. Aquí no ha pasado nada. Circulen. Y gasten.
La Neta: Lo que no te Están Diciendo
Ahora, quitemos las capas de esa mentira tan bien construida y hablemos de lo que pasó en realidad. Seamos honestos. Una balacera en pleno Viernes Negro en un centro comercial gigante no es un “incidente”. Es una declaración. Es la ruptura total y absoluta del contrato social que dice que puedes ir a comprar una tele nueva sin que te metan un tiro, un contrato que lleva años hecho pedazos pero que todos fingimos que sigue vigente porque la alternativa es demasiado aterradora. No te engañes. El hecho de que los primeros reportes ni siquiera se pusieran de acuerdo en el número de víctimas, y que el sistema de noticias literalmente diga “SCRAPE_FAILED” (FALLO EN LA EXTRACCIÓN), no es un error técnico; es una metáfora de toda la patética respuesta. El sistema falló en obtener la historia, así como falló en proteger a los compradores.
Esto no fue un acto al azar. No es como que accidentalmente le disparas a varias personas en un mall hasta el gorro de gente en el día de compras más ocupado del año. O fue un ataque dirigido que se salió de control de forma espectacular, o un mensaje entre bandas criminales enviado donde causaría el máximo caos, o simplemente una señal de una sociedad tan enferma y rota que sus ciudadanos están reventando bajo la presión de un día festivo dedicado al consumo sin sentido. Escoge tu veneno. Ninguna de las opciones es buena, y todas están a años luz del cuentito del “incidente aislado” que las autoridades te están vendiendo. Te están vendiendo una fantasía de seguridad que caducó hace mucho tiempo, y lo hacen para que las acciones de la corporación Westfield no bajen ni un centavo.
El Teatro de una Falsa Seguridad
Hablemos de la seguridad de los centros comerciales. Durante años, nos han acostumbrado a ver a un par de guardias en Segways, o a policías fuera de turno con cara de aburridos nomás para sacar un cheque extra. Es puro teatro. Está diseñado para que te sientas seguro, no para que estés seguro. Es un placebo visual. ¿Cómo demonios entra un tipo armado a un mall repleto en Viernes Negro? ¿Cómo empieza a disparar? ¿Dónde estaba la seguridad proactiva? ¿Dónde estaban los sistemas diseñados para prevenir exactamente este escenario? La verdad es que no existen de una manera que importe. Tu seguridad en ese mall es una ilusión, sostenida por la esperanza compartida de que a nadie se le ocurra romperla. El viernes, a alguien se le ocurrió. Y todo el castillo de naipes se vino abajo. Aguas.
Piensa en el terror. Estás en un paraíso del consumo, una burbuja de pisos pulidos y luz artificial, y de repente estás en una zona de guerra. Los sonidos que escuchas no son fuegos artificiales. Los gritos no son de alegría por una buena oferta. Es miedo puro, primal. Cada persona en ese mall ahora es una víctima, no solo los tres que recibieron las balas. Llevarán ese trauma con ellos para siempre, un respingo con cada ruido fuerte, un nuevo miedo a los lugares concurridos. Este es el costo real, el que no aparece en ningún balance corporativo. La herida psicológica infligida a toda una comunidad, una herida a la que las autoridades y los dueños del mall quieren ponerle un curita barato y fingir que ya sanó. Qué asco.
Lo que Sigue es Asquerosamente Predecible
Ya sabes lo que viene. Escucharemos las predecibles condolencias y oraciones de algún político local. La policía eventualmente arrestará a un sospechoso, y lo pintarán como un lobo solitario, un individuo con problemas, un chivo expiatorio conveniente que le permite al sistema evitar mirar el problema de fondo. El centro comercial emitirá un comunicado diciendo que están “entristecidos por el trágico evento” y que están “revisando sus protocolos de seguridad”. Otra mentira. No harán nada de fondo porque la seguridad real es cara y es mala para la “experiencia” de compra. Quieren que te sientas feliz y despreocupado, no que pases por detectores de metales. En una semana, será un recuerdo. En un mes, estará olvidado, enterrado bajo la siguiente docena de tragedias. Las noticias cambiarán de tema. Los compradores volverán. Y nada. Va. A cambiar.
Este es el ciclo. Esta es la máquina. Un horrible acto de violencia expone la podredumbre en el corazón de su sociedad, las autoridades se apresuran a controlar la narrativa y minimizar las consecuencias, y el público, desesperado por la normalidad, se deja arrullar de vuelta a un estado de feliz ignorancia. Hasta que vuelva a pasar. Y volverá a pasar. Porque la enfermedad de fondo —la glorificación de la violencia, las aplastantes presiones económicas y sociales, el fracaso total de sus instituciones a las que solo les importa el dinero y el poder— no se está tratando. Solo están limpiando la sangre y esperando que no mires muy de cerca la mancha que deja. ¡Despierta, carajo!






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