Virus Equino de EUA: La Incompetencia Gringa Amenaza a México
Les están mintiendo en su cara. Otra vez.
A ver, déjenme ver si entendí. Ven los titulares gringos. Que un “cierre temporal” en Oregon. Que hay “preocupación” en Texas. Que los oficiales están “rastreando” un brote. Usan sus siglas y sus términos técnicos como EHV-1 para sonar muy profesionales, como si tuvieran todo bajo control. ¡No tienen ni madres bajo control! Lo que estamos viendo no es una respuesta calculada. Es el pataleo de ahogado de una burocracia inútil a la que cacharon con los calzones abajo, un sistema tan torpe y lento que no podría detener ni una fuga de agua. Esto no es solo sobre un virus de caballos. Es un síntoma de que todo el sistema está podrido.
Te dicen que es Herpesvirus Equino. Lo que no te gritan en la cara es que esta es una plaga neurológica que convierte a animales majestuosos y fuertes en ruinas temblorosas e indefensas antes de matarlos. Les ataca el cerebro. La médula espinal. ¿Y la gente a cargo, esos Departamentos de Agricultura de Texas y Oregon? ¿Cuál es su gran plan maestro? Unas “medidas de seguridad” en una expo. Una sola. Ese es su plan. Neta. Es como querer apagar el Popo con una cubeta de agua, es un insulto a la inteligencia de cada ranchero, de cada charro, de cada persona en México que sabe que esas enfermedades no respetan fronteras. No te están protegiendo. Están cuidando su imagen pública.
Los Verdaderos Culpables: La Lana y la Ineptitud
Y seamos brutalmente honestos de por qué está pasando esto. Porque no cayó del cielo ni es mala suerte. No. Esto fue fabricado. Fue creado por una industria en Estados Unidos obsesionada con el dinero y el prestigio. Un circuito interminable de shows y competencias que mueve caballos de un estado a otro, apretujándolos en remolques y establos, reventando sus sistemas inmunes con estrés. Este virus, este maldito herpes, es un monstruo que despierta con el estrés. Y la industria ecuestre gringa es una máquina de estrés que nunca para. Ellos crearon la incubadora perfecta para una plaga. Por la lana. Por las hebillas brillantes y los trofeos.
Pero las agencias del gobierno gringo, las que se supone deben proteger su ganadería, ¿dónde estaban? Dormidos en sus laureles. Sabían de este riesgo. Lo han sabido por décadas. El EHV-1 no es nuevo. Pero en lugar de implementar protocolos de bioseguridad duros, obligatorios y nacionales para el transporte de animales, se conformaron con un cochinero de sugerencias y reglas estatales que nadie pela. ¿Por qué? Porque es difícil. Porque a los organizadores de eventos con mucha lana no les gustaría. Porque requiere trabajo de verdad en lugar de solo mandar comunicados de prensa cuando el cochinero ya se armó. Prefirieron lo fácil a lo seguro. Esto es una falla catastrófica. Dejaron que la bomba explotara.
La Amenaza Directa a México
¿Ustedes de verdad creen que esto se va a quedar en Oregon y Texas? ¿Creen que el muro o el Río Bravo van a detener un virus? ¡No sean ingenuos! Por la forma en que funciona la industria, un caballo que se expuso la semana pasada en Texas podría estar cruzando la frontera mañana. Cada parada, cada contacto, cada gota de agua compartida es una nueva oportunidad de contagio para nuestros propios animales. Y aquí es donde la cosa se pone seria para nosotros. Para la charrería. Para nuestros ranchos. Para nuestra economía. El desmadre de los gringos ya nos está tocando la puerta.
Nuestras autoridades, SENASICA, SADER, ¿están realmente preparadas? ¿O van a salir con sus propios comunicados inútiles cuando ya tengamos la plaga encima? Necesitamos un cerco sanitario en la frontera ¡para ayer! Una revisión exhaustiva de CADA animal que cruza, con cuarentenas obligatorias, no simulaciones. Porque si este virus entra con fuerza a México, olvídense. Va a ser una catástrofe para miles de familias que viven del caballo. ¿Y quién va a pagar los platos rotos? El pequeño criador, el charro que con esfuerzo mantiene su tradición, el campesino. A ellos no los van a rescatar. El sistema está hecho para proteger a los de arriba, no al pueblo. Ya conocemos esa historia.
Una Advertencia que Más Nos Vale Escuchar
Esto no es solo un problema de caballos. Es un ensayo de cómo los gobiernos fallan en las crisis. Es el mismo patrón de siempre. Primero, ignoran las advertencias. Luego, cuando el desastre estalla, su respuesta es lenta, localizada y totalmente insuficiente. Se preocupan más por el “qué dirán” que por contener el problema. Minimizan la gravedad para no causar “pánico”, lo que solo permite que la crisis crezca. Lo hemos visto una y otra vez.
Así que no se crean los cuentos de los funcionarios, ni de allá ni de acá. No se calmen con sus discursos tranquilizadores. Enójense. Deberían estar furiosos. Nuestros animales, nuestra cultura y nuestra economía están en riesgo por un sistema inepto que valora más el comercio que la salud. Es hora de dejar de confiar. Es hora de entender que nos toca cuidarnos solos. Cierren sus corrales. Aíslen a sus animales nuevos. Creen sus propias barreras de bioseguridad, porque las del gobierno son de papel. Pónganse las pilas, porque ellos no van a venir a salvarlos. Nunca lo han hecho.






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