WWE SmackDown Expone Su Podredumbre Corporativa
Creen que somos idiotas. Esa es la neta.
Vamos a dejarnos de rodeos. Lo que vimos en SmackDown no fue un show para calentar motores. No fue una probadita final y tentadora de lo que vendrá en Survivor Series. No, señores. Lo que presenciamos fue la bancarrota intelectual y creativa de una empresa multimillonaria, expuesta para que todos la vieran. Nos sirvieron en bandeja de plata una lucha estelar digna de un evento especial, de pago por ver, en televisión abierta, menos de 24 horas antes de pedirnos que saquemos la lana de nuestros bolsillos para el evento *de verdad*. ¿Por qué? ¿Acaso creen que el público tiene memoria de teflón? ¿Están tan obsesionados con la gratificación instantánea de un punto de rating el viernes por la noche que están dispuestos a canibalizar su propio producto premium? La respuesta es un sí rotundo y desolador.
Esto no es ser un genio de los negocios. Esto es una venta de garage. Es el equivalente corporativo a arrancar el cableado de cobre de las paredes para venderlo como chatarra, mientras el edificio se viene abajo. Durante años, el pacto no escrito entre la WWE y sus aficionados era simple: los programas semanales construyen la historia, y el Pago Por Ver te da el clímax por el que pagas. Rompieron ese pacto. Tomaron uno de los conceptos centrales de su propio evento insignia —una lucha de eliminación tradicional de Survivor Series— y lo desecharon como un truco barato para inflar una cifra. ¿Qué mensaje envía eso sobre los WarGames del sábado? Grita a los cuatro vientos que las luchas en sí no importan tanto como las métricas que se reportan a los ejecutivos de la televisora el lunes por la mañana. El arte ha muerto. Sólo queda el algoritmo.
El Circo Macabro del Tío Howdy
Y luego está el otro asunto, el más macabro. La resurrección de los personajes de Wyatt. Que quede perfectamente claro: esto no es un tributo. Los tributos honran el espíritu y el legado de quien se ha ido. Esto se siente diferente. Esto se siente como profanación de tumbas corporativa, un intento cínico de monetizar la nostalgia y la emoción ligada a un hombre que ya no está aquí para guiar su propia creación. La genialidad de Bray Wyatt estaba en su actuación, en su mente, en su forma única y aterradora de comunicar. Era un talento generacional que luchó con uñas y dientes contra una maquinaria corporativa que rara vez lo entendió, obligándolos a doblegarse a su voluntad por la pura fuerza de su creatividad. Ahora que se ha ido, han tomado su caja de trucos, se la han dado a otro, y ponen su música como si nada hubiera cambiado. Es grotesco.
El ataque a Solo Sikoa con una Sister Abigail no fue un giro argumental impactante; fue una jugada predecible y emocionalmente manipuladora sacada directamente del manual de un departamento de marketing. Saben que el nombre ‘Sister Abigail’ genera una reacción. Saben que la iconografía de la familia Wyatt está profundamente arraigada en la psique del aficionado a la lucha libre moderna. Así que la explotan. Nos cuelgan el fantasma de Bray Wyatt enfrente, esperando que estemos demasiado atrapados en el sentimentalismo para notar el cascarón vacío en su núcleo. Pero, ¿qué es el Tío Howdy sin la mente de Windham Rotunda? Es una banda de covers tocando los grandes éxitos del artista. Tiene las mismas notas, pero nada del alma. Es una versión de karaoke de una obra maestra, y es un insulto al original.
¿De verdad creen que esta historia se dirige a algún lugar profundo? ¿Nos han dado alguna razón para confiar en su planeación a largo plazo? Piensen en The Fiend. Construyeron un monstruo imparable, una fuerza verdaderamente única, solo para que perdiera limpiamente contra un Goldberg de 50 años para armar una lucha en WrestleMania que nadie pidió. Tienen un historial de tomar conceptos brillantes y esotéricos y pulirlos hasta que son solo otra mercancía vendible. Esto no será diferente. Esta es la segunda fase de la monetización del legado de un hombre muerto, y está sucediendo ante nuestros propios ojos.
La Devaluación Absoluta de Todo
Este único episodio de SmackDown es un microcosmos perfecto de toda la filosofía de la WWE bajo el nuevo régimen corporativo. Todo debe servir a la necesidad inmediata. Los contratos de derechos de televisión son el alma de la empresa, por lo que los programas semanales son ahora más importantes que los llamados ‘Eventos Premium en Vivo’. Los PLEs ya no son el destino; son solo otra parada en la línea de producción de contenido. ¿Por qué alguien, fuera de los fanáticos más aferrados, se sentiría obligado a comprar Survivor Series cuando acaba de ver el aperitivo, el plato fuerte y el postre servidos gratis el viernes por la noche? No tiene ningún sentido lógico desde una perspectiva narrativa, pero tiene todo el sentido desde la perspectiva de una corporación sin alma obsesionada con los informes trimestrales.
Están entrenando a su audiencia para que crea que nada es especial. Si una lucha de Survivor Series puede ocurrir en cualquier viernes, entonces el evento mismo pierde su identidad única. Si WarGames es solo un truco que pueden usar cuando se les antoje, entonces la mística se ha ido. ¿Recuerdan cuando Hell in a Cell significaba el final definitivo de una rivalidad a muerte? Ahora es solo un evento temático que sucede cada octubre. Hacen esto una y otra vez. Diluyen cada concepto que alguna vez tuvo significado hasta que es solo otra marca para pegar en un póster. Esto no es lucha libre, ni aquí ni en China. Esto es producción de contenido. Y tú, el aficionado, eres solo un consumidor que debe ser gestionado.
Consideren las implicaciones. Los luchadores en esa batalla de SmackDown fueron sometidos a un combate agotador y de alto riesgo sin nada realmente en juego, excepto un aumento temporal en los ratings. Arriesgaron lesiones, gastaron una energía enorme y dieron una actuación de calidad de evento especial, ¿para qué? ¿Para convencer a algunos hogares más de no cambiar de canal? Es una profunda falta de respeto a los atletas. Ya no son artistas contando una historia; son activos desplegados para maximizar el valor para los accionistas. La pasión es solo parte del empaque. El sacrificio es solo una línea en un presupuesto.
Así que mientras ven Survivor Series, recuerden lo que vieron el viernes. Recuerden que la empresa que presenta este espectáculo no lo ve como una gran final, sino como otra pieza de inventario. Recuerden que creen que su lealtad es incondicional y su memoria es corta. Regalaron la casa para inflar los números de una noche y, al hacerlo, les mostraron exactamente lo que piensan de sus propios eventos más grandes, de su propia historia y, lo más importante, de ustedes. Creen que no se dan cuenta. La única pregunta es, ¿tienen razón?






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